El gobierno de Javier Milei rechazó la declaración del 28 de enero como “Día Internacional de Coexistencia Pacífica” en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en línea con las posturas internacionales del presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
Fueron los únicos tres países en votar en contra del proyecto impulsado por el reino de Bahréin, que logró el apoyo de 162 países y la abstención de Paraguay y Perú.
Francisco Tropepi, el embajador argentino ante la ONU, fue el encargado de votar en representación de Argentina en rechazo al proyecto, lo que significó el primer pronunciamiento del país en contra de la paz ante un organismo multilateral.
Las razones
Los argumentos estuvieron asociados a las críticas contra la Agenda 2030. El plan de acción global de las Naciones Unidas, que integra medidas a favor del medio ambiente, la paz mundial y la igualdad de género, fue cuestionado en reiteradas ocasiones por el presidente Javier Milei y su par norteamericano.
Al dejar sentada su posición en contra del proyecto, el representante de los Estados Unidos ante la ONU, Edward Heartney, expresó su preocupación y aseguró que “la resolución promueve un programa de gobernanza global blanda que es incompatible con la soberanía de los Estados Unidos”.
En paralelo, Heartney planteó la posibilidad de que el título de la resolución “pudiera ser utilizada para dar a entender que las Naciones Unidas respaldan los cinco principios de coexistencia pacífica de China”, formulados en 1954.
Como respuesta, China declaró que esos principios son “ampliamente reconocidos por la comunidad internacional y están contenidos en muchos instrumentos internacionales”
El cambio de postura de Argentina ante la ONU
La decisión del gobierno argentino forma parte del cambio de la histórica postura neutral del país. En este mismo sentido, Argentina respaldó a Trump y se abstuvo de votar en favor de una resolución de la ONU que le exigía a Rusia retirar sus tropas del territorio ucraniano el pasado 24 de febrero luego de que el presidente estadounidense calificara al ucraniano Volodimir Zelenski de “dictador”.
La decisión, que dejó al mandatario argentino en una incómoda posición con su par ucraniano, con quien mantuvo una cercana relación durante su primer año de gestión, fue ratificada por el canciller argentino Gerardo Werthein, quien sostuvo que “es muy importante que Ucrania recupere sus instituciones, con elecciones, pero primero se necesita paz”.