#Border participó del tercer acto por la llamada Tragedia de Once y acompañó a las víctimas en su reclamo de justicia. Este será el año de las sentencias y el temor es que los verdaderos culpables de la muerte de 52 personas queden, una vez más, sin castigo. En este #Border Inside, te contamos todo lo que pasó y lo que se dijo en este acto en recuerdo de la tragedia de todos.
Por Fernanda Sández (@siwisi)
Todavía no termina la tarde de un domingo más que veraniego, pero la Plaza de Mayo ya está llena hasta la mitad. “Uh, ¡qué poquitos somos este año!”, se lamenta en voz alta una señora venida desde Flores a acompañar a los familiares. Y, como cada 22 de febrero, está aquí con su vela y con el cartel que se repite, año tras año, y que entregan los organizadores apenas llegás. Uno que dice –sobre fondo negro, y con letras blancas y rojas- la palabra “Justicia”. Pero la S es un 5 rojo y la T, un 1 del mismo color, en obvia alusión a las 51 víctimas fatales de un episodio que dejó, además, 700 heridos. Y hasta una muerta invisible: Uma, fallecida en la panza de su mamá. Uma es hoy ese pequeño 1 que se incrusta en la T del cartel. Blanco sobre rojo.
El escenario está montado, una vez más, “de espaldas a la Casa Rosada y de cara a la gente, que es la que nos acompañó siempre”, dicen desde la organización. Es una clara devolución de desdén a un gobierno que jamás se hizo cargo de su responsabilidad en el episodio y se limitó a culpar a los “vaciadores de los noventa” (sin ver que al momento del accidente la gestión kirchnerista ya llevaba casi diez años en el poder, y tiempo para mejorar vías y formaciones había tenido de sobra), primero, y al maquinista, después. Finalmente, Juan Pablo Schiavi (Secretario General de Transporte) fue aún más lejos y culpó al…lunes. “Si esto hubiera ocurrido ayer , que era un día feriado, seguramente ese coche hubiera impactado y hubiera sido una cosa mucho menor y no de la gravedad que fue hoy, que lo constituyó en un accidente extremísimo”, dijo.
No somos muchos, no. Hay familiares, amigos, periodistas y varios fotógrafos, que ahora se suben al escenario y nos piden alzar bien alto el cartel de Justicia para las víctimas, para poder tomar la foto general. Alzamos los carteles. En la marea de afiches, se destacan dos que muestran a Ricardo Jaime vestido de preso, y tras las rejas. “Ojalá viva para verlo un día así a ese tipo”, me dice una mujer rubia de lentes, familiar de una muerta y llegada desde Castelar.
Entonces, comienzan los coros (“Jus-ti-cia, jus-ti-cia”) y un canto: “Olelé, olalá, De Vido y Jaime presos, justicia de verdad”. Porque ahora- y desde ese fatal día, cuando como bien recuerda frente al micrófono María Luján Rey, madre de Lucas, muerto en el chapa 16, ellos por estas horas estaban “recorriendo hospitales, morgues, comisarías, sin saber dónde estaban nuestros familiares y sin que nadie nos dijera qué hacer”- el temor es que todo quede en nada. O que, como suele suceder, terminen condenados “peces chicos” y los responsables políticos de tanta muerte inútil caigan, una vez más, parados.
El acto comenzó cerca de las siete de la tarde y contó con dos presentadores, los periodistas Mario Masacessi y Mónica Gutiérrez. “Gracias en nombre de todos los que ya no están, por estar acá esta noche”, dijo Gutiérrez. “Y gracias en nombre de los heridos, y de todos los que hoy están sufriendo el dolor de la pérdida. Porque fue un día muy triste para todos, pero también un día luminoso, porque llegamos hasta aquí unidos, tranquilos, en paz y con un objetivo absolutamente claro: hacer memoria, recordar a los que tanto se ha querido y la exigencia de que la justicia llegue, y cuanto antes”.
Ellos, los presentadores, fueron marcando el ritmo de este encuentro e indicando a cada orador cuándo le tocaba hablar. Abrió las exposiciones el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, siguió Gustavo Vera, de La Alameda (“Tenemos un Estado infectado transversalmente por la mafia”) y también hizo oír su voz Laura Guinsberg, quien lucha desde hace veinte años por el esclarecimiento del atentado a la AMIA (“El atentado a la AMIA, más de veinte años después, no tiene un preso, un condenado, un sospechado”).
Entre la multitud, se puedo ver a Julio Piumatto, a Victoria Donda (con su marido y su beba, en un cochecito) y a Nora Cortiñas, de Abuelas de Plaza de Mayo línea fundadora. Se leyeron además adhesiones de partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil. Y hasta se pasó un video del Papa, en el que apoya el reclamo de verdad y justicia. “No hay que tenerle miedo a la verdad porque, como dice Jesús, la verdad nos hace libres. Estoy cerca de ustedes”, comentó. ¿Candidatos a la presidencia presentes en la plaza, haciendo llegar una adhesión o un mensaje? Ni uno. Ni uno solo.
Hubo también la proyección de varios videos. Entre ellos, uno denominado Funcionarios, en donde se registraron las declaraciones de varios de ellos prometiendo el “soterramiento del Sarmiento”. Lo prometieron seis veces. No lo cumplieron nunca. Hubo, de nuevo, rechiflas y gritos, en especial cuando se la vio a la presidente Cristina Fernández de Kirchner durante la inauguración de los nuevos vagones chinos diciendo “Vamos rápido a ver si todavía viene uno de atrás y nos lleva puestos”. Si fue un chiste, se sintió como la más cruel de las burlas.
Pero luego de las alocuciones, del video de los familiares junto al Papa Francisco y de la lectura de todos y cada uno de los nombres de las víctimas, llegó el momento más esperado, que fue el de la lectura de un documento consensuado por todos los familiares y leído- por momentos con la voz destrozada por la furia y por la emoción- por María Luján Rey y Paolo Menghini, padres de Lucas Menghini Rey, el chico cuyo cadáver fue hallado entre los restos del tren cuando la búsqueda de sobrevivientes ya se había dado por terminada. La lectura duró casi cuarenta minutos y entre su párrafos más demoledores se escuchó: “El juicio oral y público comenzó el 18 de marzo de 2014 y a la fecha tuvo ya 71 audiencias. Todos los días, un grupo de las familias se sienta a reafirmar la lucha y a mostrarle a toda la sociedad que este grupo no negocia, no lucra ni claudica. Pero audiencia tras audiencia tenemos que escuchar excusas y echarse culpas, unos a otros”, dijo Paolo Menghini.
“El colmo de la vergüenza ajena fue escuchar a Ricardo Jaime (ex Secretario de Transporte) que manifestó que este juicio era una «clara acción de ataque a la política del kirchnerismo, cuando todos sabemos que fue justamente esa política la que llevo a la muerte a nuestros familiares. La tragedia no sólo pudo ocurrir en el marco del descontrol que estos señores generaron a lo largo de diez años en el poder. Todos ellos eligieron desligarse de la responsabilidad. Y no lo vamos a permitir”, afirmó. Caía ya la noche sobre la plaza. Jamás sobre estos corazones.