El Banco Mundial alerto sobre la situación de la educación primaria en Argentina, resaltando los niveles de ausentismo, el abandonó de los estudios secundarios y remarcó una «brecha amplia en función de la situación socioeconómica de cada hogar».
Según se detalló en el informe del Banco Mundial, hay «problemas de rendimiento y abandono» escolar entre los sectores más vulnerables de la sociedad a pesar de los registros positivos de la cobertura de la educación obligatoria en el país.
“La tasa de matriculación comienza a bajar de manera significativa a partir de los 15 años de edad, y la deserción escolar se acelera entre los más vulnerables. Las tasas de deserción escolar promedian el 15% entre los jóvenes de 17 años y son 3 puntos porcentuales más altas entre los estudiantes en hogares del 40% más pobre de la población”, se lee en el informe.
Estas disparidades se amplifican dentro de los sectores urbanos desfavorecidos. En el Conurbano, para dar un ejemplo, un 31% de los jóvenes de 17 años no asiste a la escuela y el 13% de los estudiantes la había abandonado a los 15 años.
Otra perspectiva que indicó el organismo es que la proporción de población joven es mucho mayor entre los secciones pobres y vulnerables de la población. Por ese motivo, los «rezagos educativos en estos grupos suponen una pérdida promedio de capital humano muy importante para Argentina».
El informe puntualiza con la ayuda del Auxilio de programas sociales que contribuyen a palear la situación: “Existe evidencia de que la AUH ha tenido efectos positivos en la acumulación de capital humano. El programa produjo ligeros aumentos en las tasas de matriculación entre los niños y los estudiantes adolescentes y estos efectos fueron mayores entre los estudiantes de 15 a 17 años. También tuvo efectos positivos en las tasas de permanencia y graduación de los estudiantes”.
El informe advirtió que «el entorno frágil de desequilibrios macroeconómicos y políticas fiscales insostenibles dificulta su efectividad a largo plazo”. Por esta razón, se propuso “promover la inversión en educación, salud y seguridad de las personas, con un mejor balance en recursos destinados a los niños y adolescentes para frenar la transmisión intergeneracional de la pobreza”.