El velatorio del Papa Francisco tuvo un momento emotivo cuando una monja llamada Genevieve Jeanningros se ubicó junto a los cordones separadores de fila y se paró frente al féretro que contiene los restos del Sumo Pontífice en la Capilla Sixtina, rompiendo el estricto protocolo que el Vaticano tiene sobre estos casos.
Una vez allí, la hermana permaneció inmóvil y en silencio rezando frente a quien fue su amigo. Ningún integrante de la Guardia Suiza atinó a correrla del lugar. Detrás de ella, el desfile de autoridades eclesiásticas era incesante y todos contemplaron la escena.
El protocolo establece que el féretro deberá permanecer en una capilla ardiente durante tres días. La ceremonia está reservada solamente para miembros del clero y del Vaticano. Nadie puede salirse de la fila ni detenerse frente al ataúd.
El funeral se desarrolla en la Basílica y culminará el próximo sábado cuando, ya a cajón cerrado, sea sepultado en la basílica de Santa María la Mayor, ubicada en Roma, fuera de los límites del Vaticano y tal como dejó asentado en su testamento.
Jeanningros, la monja amiga de Francisco
Genevieve Jeanningros es una monja que pertenece a la orden de las Hermanitas de Jesús, a la que se unió hace 56 años.
Dentro de su tarea apostólica se dedicó a ayudar a las mujeres trans del barrio Ostia de Roma.
El Papa la recibía y pasaban largas horas charlando, almorzaban juntos y ella fue quien le hizo conocer a Francisco el drama de la gente de la calle de Roma, a quienes solía recibir en sus audiencias.
Jeanningros es, además, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas durante la última dictadura en Argentina en un operativo encabezado por el represor Alfredo Astiz.
Duquet, tía de Jeannigros fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977 junto a su compañera Alice Domon. Ambas estuvieron cautivas en la exEsma y permanecen desaparecidas.