En los últimos días muchos recibieron la propuesta con entusiasmo ante la promesa de más tiempo libre en el futuro: el Gobierno busca avanzar en el proyecto de reducción de la jornada laboral, impulsado en plena campaña por el candidato de Unión por la Patria y ministro de Economía, Sergio Massa. La reducción de la jornada cobra fuerza como iniciativa en todo el mundo, y no solo entre empleados, sino también entre muchos empleadores que no comulgan con el prejuicio de que menor cantidad de horas de trabajo implican menor productividad. Sin embargo, cada caso tiene sus complejidades, y para Gustavo “Lacha” Lazzari, Presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Chacinado, empresario pyme, la idea de que esa modalidad se instale en Argentina es “inviable, desubicada en tiempo y espacio, y tiene conceptos equivocados”, tal y como lo declaró en una columna publicada en el medio Infobae.
“Un país con pobreza, por definición tiene que trabajar más. Los salarios no son otra cosa que el pago de los productos y servicios que se generan. Si hay pobreza, el país necesita generar más bienes y servicios, no puede darse el lujo de trabajar menos porque la gente sale de la pobreza con trabajo”, destacó Lazzari.
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Para el empresario, quien se ha hecho conocido por sus participaciones en medios como promotor del liberalismo económico, “reducir la productividad los salarios reales serán menores, sencillamente porque la cantidad de bienes y servicios producido es menor. Esto no se dará de entrada, pero sí a medida que avancen las negociaciones paritarias, el reacomodamiento de los salarios reales será inevitablemente a la baja”, pronostica el empresario.
Es cierto que la jornada laboral se está discutiendo, e incluso avanzando, en muchos países desarrollados del mundo, incluso con resultados que, a priori, se ven altamente favorables, sin embargo Lazzari se muestra escéptico en el caso argentino. “Es un tema que se está discutiendo en países de alta capitalización y niveles de ingreso, como los países nórdicos. Allí lo que ocurre es que las máquinas están produciendo lo que podrían producir las personas. Argentina, a diferencia de esos Estados europeos, tiene una tasa de desinversión menor al 15% del PBI en los últimos 15 años. Nunca se dio una tasa de descapitalización como la que estamos viviendo. Esto hace que los trabajos todavía tengan un alto contenido de manualidad, muchas industrias intensivas en el uso de la mano de obra (…) la inmensa mayoría de las actividades no han incorporado aún la robótica, automatización ni inteligencia artificial para reemplazar trabajo humano. De esto se desprende que la discusión de las horas del trabajo requiere de una tasa de capitalización que Argentina no tiene desde hace años”, sostuvo.
Así mismo, Lazzari cuestionó la idea, muy sostenida por quienes promueven la iniciativa, de que con menos horas laborales las empresas podrían contratar a más personas, y así, incluso, reducir el desempleo. Para el empresario esto es “definitivamente falso”. “Se incrementaría tanto el costo laboral de las empresas que nos dejaría totalmente fuera de competencia. Para las Pymes sería lisa y llanamente la fundición. Las empresas grandes, en tanto, quedarían excluidas de la competencia internacional”. A su vez, explicó que de ir por este camino, a las empresas les imposibilita no solo exportar, sino también invertir. Y tendría, además, otros problemas: las empresas extranjeras no invertirán en un país donde la mano de obra cueste el doble. “Salvo que los salarios se ajusten a las seis horas, pero estaríamos bajando salarios reales”, puntualizó. A su vez, señaló el problema de que se podría seguir trabajando ocho horas, pero dos de ellas en negro, lo cual aumentaria el trabajo informal. Para Lazzari, el hecho de que se observe una tendencia a querer reducir la jornada, hace que las empresas frenen las contrataciones, justamente porque vaticinan los problemas que tendrán en caso de que se apruebe. A su vez, de acuerdo a su perspectiva, la iniciativa perjudicaría particularmente al sector pyme, ya que “las pequeñas y medianas empresas suelen estar menos capitalizadas que las empresas grandes, y con esto estaríamos generando que los costos sean soportados tal vez por las empresas grandes, pero prácticamente por ninguna mediana, mucho menos las pequeñas. En otras palabras, restamos competencia y favorecemos la concentración”, señaló Lazzari, entre muchos otros problemas que a su juicio la propuesta tiene.
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El año pasado se hizo una prueba piloto a gran escala, promovida por la organización 4 Day Week Global, de la que participaron 33 empresas de distintos países que redujeron la jornada laboral a 4 días o un máximo de 32 horas de trabajo semanales, pagando el mismo sueldo. Los investigadores de la organización consideraron que los resultados fueron exitosos: mejoró la salud mental de los trabajadores, que contaban con más tiempo para descansar, menos estrés y más tiempo con sus familias, afectos y ocio. y, contra todo pronóstico, la productividad de las compañías creció, además de generar un incentivo en los empleados que demostraron más compromiso en las horas trabajadas. De las 27 empresas que participaron, 33 aseguraron que mantendrían la modalidad.
Por supuesto, se debe tener en cuenta que no todos los trabajos son iguales, y hay sectores a los que se le dificultaría asumir esta nueva modalidad, como bancos u hospitales.
En Estados Unidos avanza la propuesta del demócrata Mark Takano, miembro de la Cámara de Representantes por California, presentó un proyecto de ley para reducir la jornada laboral a 32 horas sin que eso implique una baja salarial. Las pruebas piloto se multiplican por el mundo en Canadá, Europa, Irlanda y Reino Unido con resultados en su mayoría favorables, y en Islandia casi el 90% de los trabajadores ya están disfrutando de jornadas más reducidas.
Claro que a pesar de las discusiones y las pruebas, muchos sectores continúan con prejuicios. Hace unos días las declaraciones de Julio Cordero, dirigente de la Unión industrial Argentina (UIA) causaron revuelo y hasta el enojo de muchos trabajadores. En la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, Cordero se manifestó en contra de la iniciativa. “La realidad argentina es distinta. Tenemos que debatir en la realidad que tenemos, con los problemas que tenemos (…). Yo limito la jornada para que trabaje menos, ¿para qué? ¿O sea, está mal trabajar, estamos en contra del trabajo? ¿Para qué, para ir afuera a hacer qué? Por supuesto la vida familiar es absolutamente importante, pero esto ya se debatió internacionalmente. El límite dispuesto por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) es de 8 horas diarias o 48 horas semanales”, planteó el dirigente de la UIA.
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