El complejo de Villa La Ñata lo construyó casi entero un amigo suyo que fue beneficiado con obra pública sin saber nada de ladrillos. Así lo probó el fiscal Garganta, quien citó a ambos para mayo. También deberá declarar un ex ministro. Y ya fue procesado el DT de su equipo de fútbol.
“El Petiso” y Daniel Scioli viajaban a menudo en los helicópteros Robinson R-44 II y Robinson R-44 Raven-II desde Villa La Ñata a diferentes lugares de la provincia. Son amigos. El ex gobernador cultivó desde años un fuerte vínculo con este empresario, Ricardo Estanislao Miller, propietario de las aeronaves.
Scioli se codeó con dos empresarios de apodos ordinarios durante aquellos años de poder bonaerense: El Petiso Miller, quien se cree que construyó en beneficio del ex gobernador casi todo el complejo de Villa La Ñata, y El Bocha Juan Carlos Mancinelli, quien a la postre resultó DT del equipo de futsal donde Pichichi a veces metía un gol. Ambos están procesados por la Justicia provincial. Se sabe: Scioli también.
El ahora diputado, quien declaró en marzo de 2017 y presentó un voluminoso escrito, ahora fue citado nuevamente por el mismo fiscal Alvaro Garganta para el 3 de mayo. Deberá presentarse -los fueros no corren para este caso- por favorecer a su amigo de baja estatura para la construcción de 15 Unidades de Pronta Atención (UPA) por alrededor de 189 millones de pesos. Todo fue bajo la órbita del Ministerio de Salud provincial. Por eso también fueron citados el ex titular del área Alejandro Collia, hoy funcionario de la municipalidad de La Matanza, y el contador Gerardo Daniel Pérez, de quien ya te hablamos, pareja de la ex ministra de Educación, Nora De Lucía, entre otros.
La maniobra es de manual: Scioli le daba obra pública a Ricardo Miller (sin antecedentes en la materia), mientras éste le alquilaba el predio de Villa La Ñata y ahí construía de todo a favor del entonces gobernador. Todas las mejoras de ese contrato de alquiler fueron para el locador, es decir, Scioli. Bingo. Después en 2017, Miller compró, por una cifra millonaria en dólares.
Así, al menos, lo tiene acreditado el fiscal Alvaro Garganta en la megacausa que se inició con la denuncia de Elisa Carrió, y por la cual el empresario amigo también deberá declarar, el 4 de mayo. Los vuelos en esos helicópteros también están probados según registros de la ANAC, los cuales engrosan el expediente judicial.
Es improbable que Scioli vaya preso por esta causa en particular. Se lo imputa, básicamente, por tráfico de influencias, delito que prevé una pena máxima de seis años de prisión. Pero el dato central es que esta fue una de las maniobras base para que el ex gobernador tuviese un nivel de vida no acorde con sus ingresos. Dicho en otras palabras, acá aparece el modus operandi de la construcción de todo el complejo de Villa La Ñata y de su posible enriquecimiento ilícito. ¿Cuál es el tema? Que el fiscal que debió investigar esto, Jorge Paolini, es pariente del ex ministro Ricardo Casal, y casualmente no vio delito. No lo acusó, y a la postre fue sobreseído. Y no se puede juzgar a ningún ciudadano dos veces por el mismo delito.
Garganta por lo bajo masculla bronca con esta situación, porque dicho sobreseimiento es el dique de contención para que el ahora diputado no termine tras las rejas (además de contar con fueros).
Scioli se dio el gusto de jugar de 9 en un equipo de fútbol y en un megaestadio pegado a su mansión gracias a los exorbitantes desvíos de fondos públicos del erario provincial. Esto se desprende de la megacausa que investiga el fiscal de la UFI 11 de La Plata y la UIF. “Villa La Ñata es el Anillaco del Pichichi”, describió un funcionario judicial a #BORDER.
El Petiso Miller hizo todo o casi todo a cambio de recibir obra pública, de acuerdo a la imputación judicial. Además, la UIF presentó un informe demoledor el año pasado, el cual derivó en una serie de allanamientos.
Miller, a través de una de sus empresas, primero le alquilaba el predio de La Ñata a Scioli. Y luego se lo compró, en enero de 2017. De acuerdo a la investigación de la UIF, al menos pueden presentarse dos irregularidades en esta maniobra:
-El predio se compró con fondos “exteriorizados un mes antes” a través de una cuenta del Banco Provincia. Luego la empresa de Scioli (Capanone SA) retiró efectivo y adquirió Lebacs.
-Más allá del origen de los fondos, surge una evidente desproporción en los montos. La operación se concretó en 3,8 millones de dólares (61 millones de pesos de ese entonces), pero en la escritura figura valuado en 9,1 millones de pesos. Es decir, se pagó casi siete veces más.
-Como detalle, tampoco cierran los metros cuadrados. Alguien mintió. Scioli declaró en 2015 que su vivienda salía 2 millones de pesos y que tenía 13.050 metros. Pero la UIF determinó que tenía 41.000, según publicó Maia Jastreblansky en La Nación.
El alquiler del predio, entre las empresas de Miller y el ahora diputado, es el meollo de la cuestión. Escribe el fiscal Garganta: “El alquiler con opción de compra lo poseía Multiespacios La Posada SA y no Miller Building International, quien finalmente compró el predio”. Ambas empresas responden a la misma persona, obvio.
Para Garganta, Scioli y Miller tienen una relación comercial probada desde 2009, esto es, antes, durante y aún después que el empresario sea beneficiado “irregularmente” con el otorgamiento de las obras públicas en territorio bonaerense.
Además de las cuestionadas UPA, la empresa realizó obras nacionales para el INVAP, la CONAE y para Tecnópolis, como la propia empresa admite en su web.
Miller fue el hombre clave para la materialización de la asociación “La Ñata Sporting Club”. Durante 2012 y 2013 su empresa le construyó un gimnasio deportivo (la cancha y todos sus anexos), a metros de la casa del ex gobernador, de acuerdo al escrito.
Es altamente probable, según fuentes judiciales, que toda la estructura de este equipo de fútbol (sueldo de los jugadores, viajes, etc) se haya solventado con fondos públicos a través de maniobras análogas a las descriptas. “Scioli se dio el gusto de jugar al fulbito con la plata de todos los bonaerenses”, declaró el mismo funcionario.
Tanto es así, que el DT de Villa La Ñata durante los años de apogeo naranja fue otro amigo de Scioli, Juan Carlos Mancinelli, El Bocha para los cumpas. Asiduo acompañante de los vuelos también cuestionados por la Justicia, este hombre apareció subrepticiamente como un constructor de obra pública, sin siquiera tener un antecedente en la materia. Y sin estar inscripto como proveedor de la provincia de Buenos Aires, se quedó con la construcción de paradores naranjas en la costa bonaerense a través de su compañía Servicios Emiser SA. Esto también lo probó el fiscal Garganta y su equipo de investigadores.
El Petiso, El Bocha y El Pichichi, claro, jugaban en el mismo equipo. Uno que -parece- le hacía goles en contra a los fondos públicos bonaerenses.