Por Federico Sturzenegger (Pte del Banco Ciudad)
Luciano Laspina (Economista Jefe del Banco)
Francisco Gismondi(Asesor económico de presidencia del Ciudad)
El impuesto inflacionario es llamado así, porque la emisión monetaria es una forma de financiar al tesoro y afecta al público horadando la capacidad de compra de los billetes y monedas que tiene en su poder. Es decir, el impuesto inflacionario es un tributo no legislado, muy regresivo, que nadie puede evadir y que no se coparticipa. La base imponible del impuesto es la base monetaria y su alícuota es la inflación.
Es un impuesto no legislado, porque mientras los demás impuestos necesitan la aprobación del Congreso, para el impuesto inflacionario no hace falta una ley para comenzar a cobrarlo ni otra para modificar la alícuota. Es cierto que cuando se modificó este año la Carta Orgánica del Banco Central por ley, de alguna manera se estaba legislando para aumentar éste impuesto, pero es una legislación indirecta. Si eso fuera tan claro y directo, no se explica cómo gran parte de los Diputados y Senadores de las distintas provincias votaron a favor de un impuesto con el que sus jurisdicciones no se beneficiaban en lo más mínimo.
Es muy regresivo porque los que menos tienen, en general, tienen una proporción mucho mayor de su riqueza en efectivo. No es que tengan más efectivo que los ricos, sino que lo poco que tienen lo tienen en efectivo y por eso se ven más afectados. Los ricos, en cambio, tienen muchos activos que les permiten protegerse de la inflación, como propiedades, bonos, acciones, otras monedas, etc.
No se puede eludir, ni evadir, porque el Banco Central emite y los que tenemos pesos no podemos evitar la pérdida de su valor.
No se coparticipa, porque no se lo reconoce como un impuesto. Las provincias y los municipios también ven como crecen sus obligaciones en pesos y también tienen deuda a pagar, pero sólo el Tesoro Nacional se beneficia con la emisión, dado que son sus gastos y sus deudas los que se pagan gracias al financiamiento del Banco Central.
La Base Monetaria es la base imponible del impuesto, porque es el dinero primario que por decisión del Banco Central va perdiendo valor. El aumento de la base que surge de multiplicar stock del inicio ($223 mil millones) por la inflación real bien medida (25,5%), da $57 mil millones en 2012.
Pero si a comienzos de 2012 la Base Monetaria era de unos $223 mil millones y al final del año algo más de $307 mil millones, la base monetaria aumentó más de $84 mil millones en un año (38%). La Base Monetaria tiene movimientos por diversos motivos, no todos relacionados con el Tesoro Nacional, como por la asistencia a los bancos, la esterilización colocando LEBAC y NOBAC o la intervención en el mercado de cambios con los privados, comprando o vendiendo divisas contra pesos.
De todas maneras, no toda la emisión monetaria es necesariamente inflacionaria y la parte que es inflacionaria, tal vez tarde un tiempo en reflejarse en la inflación. La parte de emisión que no es inflacionaria la llamamos señoreaje, haciendo alusión a la ventaja que tenían los señores feudales al tener a su cargo la emisión de moneda. Ese señoreaje es la emisión monetaria que compensa el aumento real de la demanda de dinero, por lo general debido al crecimiento de las transacciones (relacionadas con el crecimiento de la economía).
Pero no parece razonable pensar que la diferencia entre los $84 mil millones de aumento de la Base Monetaria y los 57 mil millones del impuesto inflacionario sea todo atribuible al señoreaje. Parece mucho, sobre todo para un año que el crecimiento fue prácticamente nulo. Lo que sucede es que el efecto inflacionario tal vez se vea en un tiempo y por otra parte, el cepo cambiario aumenta artificialmente la demanda de pesos, pero esa demanda que no es genuina, no puede durar mucho.
Además, también puede pensarse que el señoreaje podría coparticiparse, dado que es una ventaja que tiene el Estado Nacional que deriva del monopolio de la emisión monetaria que tiene su Banco Central, pero dado que el Estado Argentino es federal, bien podría plantearse que se coparticipe también el señoreaje.
Vamos a evaluar los dos escenarios. Si calculamos la coparticipación que le tocaría a cada provincia con la cuenta más conservadora, tomando sólo la inflación real de 2012 aplicada sobre la Base Monetaria al inicio, a cada provincia le tocaría lo que figura en el siguiente cuadro:
Si en cambio tomamos el total del crecimiento de la Base Monetaria del año, suponiendo que lo que no impactó en la inflación del mismo año puede ser inflación futura o señoreaje, entonces tenemos el siguiente resultado: