Algunas son militantes que acompañan y aconsejan antes y durante el aborto. Otras son grupos de profesionales que realizan los procedimientos permitidos por ley en centros médicos públicos. Dicen que en la Ciudad creció la contención pública.
Mientras el Congreso se prepara para debatir acerca del proyecto por el aborto legal, seguro y gratuito, una mujer hace una llamada telefónica a un número que le pasó una amiga, una conocida o que encontró en Internet porque, por algún motivo, busca ayuda para interrumpir su embarazo. El contacto no lo hace a través de los papelitos que a veces aparecen pegados en los tachos de basura de las calles con la leyenda de “partera”. Por el contrario, al llamar, del otro lado puede aparecer la voz de una mujer: “Llamaste a las rosas de…” o “te comunicaste con socorristas de…”. Un celular perteneciente a Socorristas en Red, el tejido virtual -y real- construido entre distintas organizaciones que se unieron para darle un acompañamiento y servir de guía a aquellas personas que desean abortar, es el destino de esa llamada.
Presentes en gran parte del país, las socorristas acercan a las mujeres interesadas en interrumpir su embarazo a la información acerca de cómo llevar adelante un aborto, incluso cuando este no se encuadre dentro de los casos aceptados por la ley -actualmente el procedimiento solo está admitido en casos de violación, peligro para la salud de la madre o malformaciones del feto incompatibles con la vida.
“El acompañamiento arranca cuando las mujeres se ponen en contacto con nosotras en la línea pública, cuando recabamos la información acerca de en qué tipo de situación económica y social están, y cuando se encuentran de este lado con una escucha que no la juzga sino que trata de comprender y entender lo que está atravesando”, cuenta Violeta, socorrista e integrante de Mala Junta de La Plata, una de las organizaciones que componen la Red de Socorristas.
Tras ese primer contacto telefónico, el paso siguiente es el encuentro personal. “El objetivo del encuentro cara a cara es poder brindarles toda la información necesaria para interrumpir su embarazo con pastillas y para que puedan autogestionarse un aborto en sus casas tranquilas, y en esa consejería les ofrecemos un acompañamiento más personal”, agrega. Si bien desde la red, afirman, no se les provee misoprostol -el fármaco que provoca el aborto- a las mujeres, sí se les indica en dónde pueden conseguirlo. “Lo que hacemos es salir a relevar farmacias donde vendan sin receta. Es complicado porque ningún médico se quiere exponer a hacer recetas de misoprostol”, dice Violeta.
El acompañamiento continúa incluso en el momento mismo de interrupción del embarazo, “para solventar cualquier tipo de dudas, para contener y acompañar a muchas mujeres que están solas y no tienen a nadie con quien comunicarse o con quien charlar”, describe Violeta.
“No somos médicas sino que somos militantes que tratamos de formarnos constantemente para poder llevar adelante nuestros acompañamientos de la mejor forma posible y para tratar de hacer prevalecer el deseo de las mujeres sobre sus propias vidas”, explica.
Luciana Campilongo, por su parte, también es socorrista. Forma parte de Colectiva Feminista Decidimos, que acompaña a mujeres en situación de aborto también en La Plata, Berisso y Ensenada. “Las mujeres llaman y se les da una cita, hacemos dos talleres por semana, y en cada taller van aproximadamente cuatro mujeres, así que vemos a ocho mujeres por semana, más o menos. Ahí se habla de lo que es el socorrismo, sobre qué es la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito, y les contamos cómo se usa el misoprostol en pasos y sobre los síntomas que van a sintiendo”, describe Campilongo, quien indica que el 70 por ciento de las mujeres que reciben están “atravesadas por una situación de violencia”.
“Cada mujer se lleva un teléfono para comunicarse con nosotras mientras está abortando. Y después les hacemos un seguimiento post aborto para que puedan hacer una consulta en el sistema de salud donde se vea que el procedimiento terminó bien”, añade Luciana.
Sin vacaciones ni feriados, las socorristas también toman sus precauciones ante situaciones incómodas o amenazantes que sufren en algunos llamados telefónicos y todo el tiempo están conectadas entre sí. “Creo que también todas las personas que hacemos algo para cambiar las cosas tenemos que cuidarnos de algunas represalias”, explica. Y a pesar de lo que menciona como algunas “situaciones chotas”, ella igual destaca: “Esto para mí es vital porque me conecta con cambiar las cosas, con cambiar las injusticias”.
Una red dentro del sistema de salud
Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir: el nombre es extenso, y abarca a médicos, ginecólogas, obstetras, asistentes sociales y psicólogas y otros profesionales que, dentro del sistema público, trabajan “para garantizar el derecho de las personas a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas”. En total, suman de 700 integrantes en todo el país, distribuidos en hospitales y centros sanitarios.
Sandra Vázquez es ginecóloga infanto-juvenil, y directora de la Asociación Civil FUSA, en donde reciben a adolescentes y jóvenes. “Tenemos un foco puesto en la salud sexual y reproductiva”, explica, y agrega que en este centro de atención reciben muchas veces a mujeres derivadas de colegios o del Gobierno de la Ciudad, o pacientes que vienen por alguna obra social con un embarazo positivo.
“En esos casos se hace el acompañamiento a la toma de decisión de esa adolescente, y su familia, su pareja, o quien la acompañe, y se le brinda toda la información que sea necesaria para evacuar todas sus dudas. En el caso que la interrupción del embarazo tuviera una causal dentro de las que el código penal habilita, podemos proceder a la interrupción. En el caso de que no encontremos ninguna causal, se orienta en lo que se llama reducción de riesgos y daños para evitar que corra peligro su vida por realizar maniobras inseguras”, explica Vázquez, quien es parte del Comité de Aborto no Punible del Hospital Argerich. “Se hace un consentimiento informado, donde se le explica a la mujer cuál va a ser el procedimiento y se pone cuál es la causal que ese profesional detectó, que puede ser una violación, riesgo a la salud, lo que fuera, y se hace el procedimiento en un centro de salud o en un hospital”.
Lejos de la época en que una violación debía ser constatada por peritos, Vázquez aclara: “Con solo la declaración jurada de la mujer es suficiente. Después si la mujer mintiera, que vemos que no es asi -la gente no viene ni va a los hospitales diciendo que ha sido violada y no lo fue-, en el caso que eso ocurriera, la Justicia verá qué es lo que tiene que hacer. Pero nosotros tenemos la obligación de asistir a la mujer cuando nos dice que fue violada. Por suerte, en los últimos dos años hubo cambios muy importantes en la ciudad de Buenos Aires, y todos los centros de salud y casi todos los hospitales están dando respuesta, en menor o mayor medida, a las interrupciones legales del embarazo”.