Hay tres señales de que el Gobierno intentará retomar las riendas de lo que hasta ahora parece ser un país desbocado. Axel Kicillof presentó la introducción de la propuesta para regularizar los pagos de la deuda vencida en 2001, con un claro mensaje político, además de económico: «Argentina va a cumplir con esos compromisos y las soluciones que se ofrezcan deben ser sustentables: el pago de los compromisos en default no se puede hacer a expensas del crecimiento y la inclusión social», señaló. Una buena performance en la negociación permitiría a la Argentina volver al mercado de crédito internacional, pero desde una posición más fuerte (y, sobre todo, pudiendo exigir tasas normales). Es una buena noticia, y podría ser intepretada como el verdadero fin de la descomunal crisis del 2001, aquél infierno del que Néstor Kirchner prometía sacarnos paso a paso.
El segundo punto, no menor, es el encause de Fútbol para Todos. Odiado por algunos, amado por otros, el sistema de televisación pública del fútbol local hace agua por todos lados, menos en su concepción: el fútbol no puede volver a estar en manos privadas (recordemos que el sistema de cable en el interior sumado a los partidos transmitidos en exclusiva permitió al Grupo Clarín construir su imperio de TV por cable). Y ahí está la mano de Marcelo Tinelli, que, aunque lo niegue, hace tiempo quiere meterse en el negocio del fútbol televisado. Si Cristóbal López termina uniéndose con las apuestas on line y su «prode virtual» está por verse. Pero como ya hemos dicho en otras oportunidades, la Presidenta sabe muy bien que fortalecer el principal órgano de propaganda del Gobierno en el año del mundial, es una carta ganadora. Marcelo Hugo, que demostró su pericia para mezclar negocios y fútbol en San Lorenzo, nació a la vida pública como periodista deportivo, y quienes lo conocen en el club de sus amores deslizan que por allí quiere reinventarse, ya cansado de Showmatch. Su habilidad para los negocios y probado carisma es un as bajo la manga del kirchnerismo.
La tercera señal es la más obvia: Cristina volvería hoy a hablar en público en la Casa Rosada, para hacer un anuncio sobre jubilaciones. De cumplirse la agenda presidencial, sería su reaparición tras 34 días de silencio, en los que apenas se mostró un par de veces, sin hablar.
La oposición, ni lerda ni perezosa, habla de vacío de poder, y hay quienes especulan con la salud de la Presidenta. Se llegó a decir, incluso, que CFK sufría de mareos y que no podía mantener una jornada completa de trabajo, rumores desmentidos por Jorge Capitanich, el anfitrión de Tinelli en Casa de Gobierno y poco menos que vocero oficial del desorden administrativo que nadie puede ocultar. Esté o no Cristina pasando por un mal momento de salud, lo que está claro es que hay un desgobierno que no favorece ni siquiera a la oposición.
La audiencia del discurso de CFK sin dudas sobrepasará el promedio. Hay muchos que esperan verla fuerte y nuevamente al mando del país en los días más aciagos de su gobierno. Y tantos otros que afilan los dientes para saltarle a la yugular. Así vivimos en la Argentina modelo 2014: a la espera de señales que indiquen hacia donde estamos caminando.