Este lunes se presentó un nuevo peritaje médico donde se establece que Diego Armando Maradona falleció el 25 de noviembre del 2020 por un “paro cardiorrespiratorio secundario a edema agudo de pulmón».
Según se detalló, el suceso fue «producido por insuficiencia ventricular izquierda, en un cuadro agónico de corta duración, siendo estimado en minutos o a lo sumo en pocas horas”.
El astro argentino padecía problemas de adicción al alcohol y había sido ingresado en una clínica de la ciudad de La Plata el 2 de noviembre de 2020, por un cuadro de anemia y deshidratación. Un día después fue derivado a un sanatorio de la localidad bonaerense de Olivos, donde lo operaron de un hematoma subdural.
Este último informe sostiene otra hipótesis en cuanto a que no fue agonía, sino que fue un evento abrupto. Las mismas fueron presentadas por el perito forense Pablo Ferrari, experto oficial de la Suprema Corte Bonaerense, en la asesoría pericial de San Isidro.
La pericia fue pedida por el abogado del imputado Leopoldo Luque, Julio Ribas; y el de la acusada Agustina Cosachov, Vadim Mischanchuk.
Previo a la presentación de este nuevo estudio, solo hubo un primer y único informe del fallecimiento de uno de los mejores jugadores de la historia, realizado por la Junta Médica y la Policía Científica.
En la pericia de la policía científica habían señalado una insuficiencia cardíaca con agonía de hasta 12 horas, y por eso habían concluido que su fallecimiento había sido previsible y que el accionar médico fue “deficiente, ineficiente e indiferente”.
Es por este motivo que el neurocirujano Luque y la psiquiatra Cosachov, junto a otras seis personas, están acusadas de homicidio simple con dolo eventual, con penas de 8 a 25 años.
Según el estudio que presentó el forense Ferrari ante el Tribunal Oral Criminal 3 de San Isidro, el ex jugador tuvo una “arritmia ventricular aguda de origen orgánico o por la acción externa de un elemento distinto al natural, no pudiendo descartar la presencia de un tóxico ajeno a las drogas terapéuticas”. En ese sentido, el perito recordó que Diego tuvo “antecedentes de consumo”.
Por último, también se denuncia una irregularidad en cuanto a las muestras de orina una vez que se hizo la autopsia horas después de ese 25 de noviembre del 2020.
Según señaló el forense, se extrajeron 300 mililitros para ser examinados, pero a laboratorio llegaron apenas dos tubos con 12 milímetros cada uno y con firmas adheridas a los mismos que son “ilegibles”. Esta cantidad sería insuficiente para hacer los análisis del caso y por eso la gravedad de lo señalado.