La noticia está en el Último Momento de todos los portales de noticias de todo el mundo: el Papa Francisco I está internado en el Hospital Geimelli de Roma con una afección respiratoria que se complicó, y dados sus 88 años de edad su vida pende de un hilo. Según los últimos partes médicos, su estado de salud es crítico.
Esta breve introducción sirve para tener claros cuales son los pasos a seguir si Jorge Bergoglio deja de estar en este mundo. De ese futuro inevitable para todos los seres humanos, pero en el terreno de la ficción, se trata Cónclave, la película dirigida por el alemán Edward Berger (el hombre detrás de las cámaras en Sin novedad en el frente, la cinta bélica que le ganó la estatuilla como Mejor Película Extranjera hace un par de años a Argentina, 1985) y protagonizada por Ralph Fiennes, John Lithgow, Stanley Tucci e Isabella Rossellini. El film posee ocho nominaciones a los Premios Oscar que se entregaran en Los Ángeles el próximo domingo 2 de marzo, incluyendo las categorías de Mejor Película, Mejor Actor (Ralph Fiennes), Mejor Actriz de Reparto (Isabella Rossellini), Mejor Guión Adaptado, Mejor Banda Sonora, Mejor Montaje, Mejor Diseño de Producción, y Mejor Diseño de Vestuario.
Según el diccionario de la Real Academia Española, el término “Cónclave” significa “Junta de los cardenales de la Iglesia Católica reunida para elegir Papa”. La definición, escueta, esconde lo que es uno de los mayores secretos de todos los tiempos: como es y qué pasa en la reunión que se celebra en la Capilla Sixtina del Vaticano una vez muerto un Papa, donde 120 cardenales de todo el mundo menores de 80 años se aíslan del mundo exterior bajo estricto juramento de secreto para elegir a la máxima autoridad de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Sí sabemos lo que la propia Iglesia deja trascender: que al final de cada jornada los cardenales votan en secreto y que si ninguno llega a los dos tercios se vuelve a votar. El hecho puede extenderse hasta que al llegar a la trigésimo cuarta votación sólo se eligen por los dos candidatos que más sufragios tienen hasta ese momento. El humo blanco que emerge de la chimenea de la Capilla Sixtina es la señal que da cuenta que “Habemus Papa”.
Berger fue consciente que se enfrentaba a un desafío fortísimo, y decidió volcar toda la intriga al costado político del asunto. Entonces, vemos de entrada a cuatro candidatos potentes: un liberal estadounidense, un nigeriano conservador; un canadiense moderado y el inevitable italiano tradicionalista. Pero todo se complica al asomar un arzobispo mexicano que viene de ejercer en Afganistán. Acto seguido aparecen los carpetazos, y los tejes y manejes más turbios que limpios, todo bajo la estricta mirada del Cardenal Decano Lawrence, quien preside la reunión.
Sin caer en la maldición de los spoilers, la película mantiene al espectador atado a su butaca hasta el último instante, y reproduce un cónclave de una manera tan verosímil como lo supo hacer Anthony Burgess en su libro Poderes terrenales. Las candidaturas de Fiennes y Rossellini al Oscar son más que merecidas, y quizás su suerte final dependa de cómo siga la salud de Francisco I. Cónclave funciona, a su modo, como la famosa frase de la película El hombre que mató a Liberty Balance: “Cuando la leyenda se convierte en realidad, publica la leyenda”. Y no hay nada más legendario que un cónclave. Amén.