Diversidad familiar: lo que la ley logró legitimar

A tres años de la sanción de la ley de matrimonio igualitario, Bruno Bimbi, Esteban Paulón y Andrea Majul opinan sobre los cambios producidos en la sociedad argentina.
Por: #BorderPeriodismo

A tres años de la promulgación de la llamada “Ley de Matrimonio Igualitario” se casaron, según un comunicado de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), 7171 parejas del mismo sexo.

La cifra no fue fácil de conseguir: el último censo tuvo lugar hace casi tres años (en octubre de 2010) y no todas las provincias llevan registro actualizado de los matrimonios diferenciando la composición de las parejas (hombre-mujer, mujer-mujer, hombre-hombre). Según informa la FALGBT, el contenido del comunicado surge de una investigación propia, que incluyó la consulta a organismos y asociaciones de cada provincia que proporcionaron cifras aproximadas de cada jurisdicción.

Las estadísticas más recientes no dejan lugar a dudas: existe una multiplicidad de formas de organización familiar. Ya no es posible hablar de “la familia” y dar por sentado que todos entenderán unívocamente aquel tradicional arreglo “papá, mamá e hijos”.  Esa comprensión de la familia basada en la unión de un hombre y una mujer con fines reproductivos quedó en el pasado. La ley legitimó miles de uniones y como consecuencia hoy debemos referirnos a “las familias”, en plural, dando cuenta de la diversidad existente en Argentina y en todo el mundo.

Esto, que resulta tan claro en la actualidad, no lo era hace tres años, cuando en el marco del debate por la ley de matrimonio igualitario se esgrimieron argumentos categóricos en el sentido contrario. Por esos días se escucharon declaraciones como: “es en la diversidad biológica y en la complementariedad antropológica donde el matrimonio encuentra su razón de ser”; “la familia es fundante, tiende a la existencia justa de la sociedad, de ahí que corresponde al Estado su protección en resguardo del bien común”; “se busca un nuevo modelo de familia, a la que no estamos preparados como sociedad”; “el matrimonio es una institución especialmente heterosexual” y “una unión formal entre personas del mismo sexo será otra cosa, pero nunca un matrimonio”, entre tantas otras.

Bruno Bimbi (@bbimbi), periodista, activista de la FALGBT y autor del libro “Matrimonio igualitario. Intrigas, tensiones y secretos en el camino hacia la ley”, explica: “La discusión es qué queremos decir cuando decimos que defendemos la familia. Cuando nosotros decíamos en el debate que estábamos defendiendo la familia, lo que decíamos es que había miles de familias que no estaban incluidas en la ley. Que existían, que eran una realidad concreta, que muchas de ellas tenían hijos adoptivos, hijos naturales, o no los tenían, y que necesitaban tener el mismo reconocimiento legal que el resto. Eso fue lo que pasó, la ley se aprobó, hoy todas esas familias tienen ese reconocimiento legal, los mismos derechos que los demás; y el resto de las familias, que antes ya tenían reconocimiento legal, lo siguen teniendo. O sea que en realidad lo que hizo la ley fue incluir a un montón de familias a la legalidad sin perjudicar en nada a las otras, que ya estaban incluidas.”

Paradigmático es el caso de Andrea Majul (@andreamajul) y su pareja, Silvina Maddaleno, ambas miembros del grupo “100% Diversidad y Derechos”, madres de tres hijos –a quienes concibieron a través de técnicas de fertilización asistida- y pareja desde hace más de veinte años. Andrea explica que para ellas la ley operó como un instrumento fundamental en la regularización de la situación legal respecto de sus hijos: “Tiene que ver con millones de aspectos referentes a la seguridad: yo no fui la madre gestante y si les pasaba algo a nuestros hijos estando yo sola, no podía tomar una decisión médica estando en un hospital. No podía faltar al trabajo para cuidarlos porque legalmente no eran mis hijos, y por eso mismo necesitaba también un permiso especial para retirarlos de la escuela. Todo esto, por más que nuestra realidad fuera completamente otra. Somos un núcleo familiar, con dos madres, tres hijos, pero eso no estaba representado legalmente en ningún lado, y lo que se suponía era que nuestros hijos tenían montones de desventajas con absolutamente todo. Yo, un poco en joda, siempre pensaba que no me podía ni dar el lujo de cruzar un semáforo en rojo. Son cosas que, cuando tenés un piso de legalidad, ni las pensás, porque las tenés naturalizadas. Se hacen visibles cuando te das cuenta que tenés un montón de carencias, que pueden significar problemas para tus hijos. Uno de los grandes motores de nuestra participación y de la lucha tenía que ver con eso. Y esto se solucionó con la Ley de Matrimonio Igualitario. Nuestros hijos habían nacido antes y tuvimos que seguir luchando dos años más para que nuestra situación estuviera contemplada: la solución que pudimos encontrar fue la del DNU 1006 (N. de la R.: Decreto de Necesidad y Urgencia) de reconocimiento igualitario para hijos nacidos antes de la ley de matrimonio. El dos de julio se cumplió un año”.

Como muestra el caso de Andrea y Silvina, la promulgación de la ley tuvo efectos inmediatos en la vida cotidiana de miles de familias. A los ya mencionados como la patria potestad compartida por ambos miembros del matrimonio homosexual, podemos agregar otros tantos derechos adquiridos gracias a la promulgación de la ley, como el acceso a la pensión y a la herencia tras la muerte del cónyuge, a los beneficios previsionales y de obra social, al crédito conjunto, y a derechos migratorios, entre otros.

Pero, como explica el Presidente de la FALGBT Esteban Paulón (@epaulonlgbt), la ley también tuvo efectos a largo plazo: “Tuvo un impacto muy grande no solamente sobre la población que pareciera afectar puntualmente, que serían las parejas conformadas por personas del mismo sexo. Por el tipo de debate que se dio para la aprobación de la ley, que fue un debate social muy extendido y con participación activa de distintos sectores, tuvo un impacto que va mucho más allá del texto escrito de la ley, que tiene que ver con una mayor visibilidad y un mayor entendimiento y comprensión en torno a lo que tiene que ver con la diversidad sexual.”

Al respecto, Bimbi agrega: “La ley tuvo un efecto cultural más profundo, y es que mucha gente dejó de tener prejuicios. Por ejemplo, que la ley de identidad de género se haya aprobado por unanimidad en el senado es una señal de eso; que cuando a la pareja de chicos de San Isidro, a Peter Robledo, lo agredieron, lo golpearon, al día siguiente Macri haya salido a decir ‘yo estoy del lado de Peter’, que lo haya recibido Cristina, que todo el mundo se haya solidarizado… 10 años atrás no iba a ser así. Entonces me parece que la ley, y nosotros desde que empezamos a pelear por la ley sabíamos que lo más importante era el efecto cultural y social que iba a permitir que las próximas generaciones vivieran de una forma mucho más tranquila, que no tuvieran que bancarse, la juventud, en la escuela, en la niñez, en la casa, en la calle, los prejuicios que las generaciones anteriores se tuvieron que bancar.”

Debate social

El debate por la ley de matrimonio igualitario puso en evidencia el momento de transición socio-cultural del significado de “familia”. La existencia de leyes jurídicas obsoletas no hacía más que invisibilizar la multiplicidad de arreglos familiares existente. Es en este sentido que la elaboración de políticas públicas resulta fundamental para reconocer y legitimar la diversidad, sin plantear una jerarquización de modelos familiares.

No obstante, si bien la ley opera bien como un trampolín para visibilizar otras realidades, es preciso también ayudarla con un trabajo de concientización permanente de la sociedad para eliminar todo tipo de prejuicios e injusticias cotidianas.

Dice Andrea Majul: “El tema no pasa solamente por la letra de la ley, eso lo que te permite es tener un piso desde donde seguir construyendo, y entender que es un piso que está en el mismo nivel que un matrimonio heterosexual. Eso no significa que esté construido. Hoy día te seguís encontrando con los conceptos de ‘familias disfuncionales’ aplicados pura y exclusivamente a si los componentes de la pareja están solos, separados, o ensamblados: circula como un discurso implícito. No es quizás tan explícito como en otras épocas, pero circula porque sigue estando dentro del imaginario. Entonces frente a Josecito, que entró a sala de dos y muerde como todos los chicos que están conociendo el mundo a través de su boca, puede pasar que se interpreta como ‘bueno, pero viste, la familia…’ o ‘lo que pasa es que muerde, porque resulta que la madre no está con el padre, entonces el chico muerde’. El modelo sigue presente en tanto se aplica como si fuera una disfunción de la familia nuclear tipo. Eso lleva mucho tiempo de trabajo y capacitación. El paradigma está cambiando, pero actualmente estamos a mitad de aguas entre uno y otro”.

En el marco del debate, la concepción de la normalidad fue puesta en jaque, pero: ¿qué significa tener una pareja y, en consecuencia, una familia normales? Por otra parte, ¿existen verdaderamente  familias normales o se trata de un concepto que puede evolucionar con el tiempo? Lo “normal” es lo que se ajusta a una norma, y en realidad las únicas normas establecidas al respecto son las consuetudinarias, las que se naturalizaron por fuerza del tiempo, de la tradición, de los hechos, de la historia. Y la historia está viva, avanza, cambia. La “normalidad” también.

Al respecto, Andrea indica: “Creo que una de las cosas más complejas es que la familia formada por un hombre y una mujer está naturalizada bajo el paradigma de la normalidad. Todo lo que se aparta de ese modelo es visto como anormal, por más que el lugar de la normalidad esté ausente. Digo, no lo ocupa nadie. Es un modelo que no forma parte de lo cotidiano, pero está erigido como si fuera lo cotidiano, lo normal, lo mayoritario. Lo que se hace es borrar las diferencias. Cuando se sale a defender la familia en singular dentro de determinados discursos, en realidad lo que se está apelando es a eso, a ese modelo hegemónico, que, bajo el nombre de lo normal, está enmascarando un montón de otras desigualdades. A través del tiempo también ha borrado todas las diferencias. Siempre en los debates por el matrimonio igualitario surgía esto de que ‘no es normal’ que se casen dos hombres o dos mujeres, cuando lo que no es normal, por empezar, es que dos personas se casen. Digo, el punto estaba puesto en un eje que no era el de la discusión. El eje de la discusión es que el matrimonio es una construcción, como tantas otras, y que se modifica en la medida en que se van modificando las sociedades. Ese es el lugar de la normalidad: de pensar que hay algo que no se puede tocar porque está más arriba que la gente. Cuando no es así, sino que está para que la gente lo use, lo modifique, lo explote, le cambie los sentidos”.

Próximos desafíos

Argentina fue el primer país de América Latina y el décimo del mundo en consagrar el matrimonio para parejas del mismo sexo. Hoy la lista asciende a 14 países (además de Argentina, lo reconocen Bélgica, Canadá, España, Francia, Holanda, Islandia, Noruega, Nueva Zelandia, Portugal, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia y Uruguay) y sigue creciendo. En Brasil el matrimonio igualitario se reconoce por vía judicial, al igual que en varios estados de los Estados Unidos. Y en otros países de la región el tema forma parte de la agenda y está siendo debatido e impulsado por el colectivo LGBT, como en Chile, Ecuador, Colombia y México.

Según Bruno Bimbi, “la discusión en Argentina ayudó mucho a la región. Brasil avanzó gracias al ejemplo de Argentina, Uruguay avanzó en gran medida gracias a Argentina, hoy en Chile Michelle Bachelet, ex presidente y candidata que lidera por amplísima mayoría todas las encuestas, se comprometió públicamente a que si gana las elecciones va a aprobar el matrimonio igualitario en Chile. Yo estuve hace dos meses en Ecuador, donde me convocaron para ayudar a crear el grupo que va a organizar la campaña por el matrimonio igualitario en el país; estuvimos el mes pasado con Jean Willis (N. de la R.: diputado brasileño, activista gay) en México ayudando, donde ya es posible en la Capital y se está trabajando para llevarlo al resto del país. Me parece que en estos años, desde la aprobación de la ley en Argentina hasta ahora, hubo avances en el mundo que también influyeron mucho. El hecho de que se haya aprobado en Francia y en Inglaterra, que Obama se haya manifestado a favor, que la corte de Estados Unidos haya declarado inconstitucional la proposición 8 y la DOMA (N. de la R.: ley de defensa del matrimonio, por su sigla en inglés, Defense of Marriage Act)… me parece que hay una ola medio imparable.”

Paulón explica que el gran impacto de la ley puede observarse en el hecho de que el tema de la diversidad está instalado en la agenda de los medios y de la política: “la ley ha sido incorporada como un valor positivo por casi todo los sectores políticos, es una ley que reivindican a muchísimos sectores sociales, y más allá de que obviamente a veces la aceptación social tiene sus límites, es cierto que hoy es algo cotidiano verlo, y que esto contribuye también a que disminuya la discriminación”. Sin embargo, también reconoce que “hay un cambio social profundo que está pendiente, que tiene que ver con poder realmente consolidar este cambio legal y que se transforme en una igualdad de oportunidades. Ese cambio se construye con políticas públicas y por eso nosotros desde la Federación impulsamos lo que denominamos el Plan de Ciudadanía LGBT, del cual hemos elaborado dos ediciones con el apoyo de Naciones Unidas en Argentina, que es una de las primeras experiencias que Naciones Unidas ha hecho internacionalmente en materia de diversidad. Esta iniciativa ha permitido desplegar algunas acciones de política pública a nivel nacional y en distintas provincias. Tenemos que consolidar este camino para terminar de avanzar en el cambio social que queremos construir, que es la única garantía de que la discriminación sea erradicada o disminuida a su mínima expresión en la sociedad.”

En los últimos años, los avances en materia de derechos igualitarios en Argentina fueron muchos: a la ley de matrimonio igualitario (para argentinos y para turistas) se le suman la ya mencionada ley de identidad de género, gracias a la cual ya rectificaron su DNI casi 3.000 personas; la ley de fertilización asistida, que garantiza el acceso igualitario a los tratamientos de reproducción asistida; la ampliación de la cobertura del Seguro de Empleo y Formación a todas las personas trans (N. de la R.: según la Guía para comunicadoras y comunicadores publicada por la FALGBT la expresión “ trans” abarca a travestis, transexuales y transgénero, y describe a las personas que se identifican, sienten y/o expresan un género diferente al que le ha sido asignado desde su nacimiento) sin trabajo por parte del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, entre otros. Como consecuencia, Bimbi explica: “Hoy Argentina tiene la legislación más avanzada del planeta, del mundo, en materia de reconocimiento de derechos civiles de la población LGBT. Esto hace 4, 5 años parecía una locura. Es más avanzada que la de los países de Europa porque nuestra ley de matrimonio igualitario, y nuestra ley de identidad de género, lo que hicieron fue perfeccionar las leyes que ya existían en otros países y hacer algo más avanzado.”

Pero la clave para seguir avanzando es no quedarse quietos: “Obviamente que faltan todavía algunas cosas. Algunas concretas en matera de legislación, hay un proyecto de modificación de la ley de sangre, que ya fue aprobado por Diputados y falta que lo apruebe el Senado, que es para eliminar una barrera discriminatoria absurda que prohíbe a los homosexuales donar sangre. (…) Hay un proyecto de reforma de la ley antidiscriminatoria muy bueno que están tramitando en Diputados, para darle más herramientas a la ley para que sea más eficiente, para que las personas se puedan defender de situaciones de discriminación en el trabajo, por ejemplo. Otro tema muy importante es el tema de la inclusión laboral de las personas trans, y hay algunos otros proyectos que están en discusión en ambas cámaras y que seguramente se van a aprobar, pero a mí me parece que hay una cuestión más importante, más profunda, que es la ley de educación sexual. Si queremos que las próximas generaciones vivan con menos prejuicios, hay que empezar desde la escuela a eliminarlos”, agrega Bimbi.

La ley es así concebida como una herramienta de ampliación de derechos con efectos inmediatos en la calidad de vida de las familias homoparentales (conformadas por parejas homosexuales) y un paso adelante respecto de una larga historia de restricciones, marginaciones y exclusiones. No obstante, tomando una perspectiva de largo plazo, puede concebirse asimismo como un paso más en un largo proceso de re-organización de los derechos y, también, de las categorías y los significados, lo decible y lo legítimo en nuestra sociedad. Andrea Majul indica que efectivamente “sólo” se trata de una ampliación de una categoría instituida –el matrimonio- para un tipo de sociedad –burguesa-, pero que esto no inhabilita los debates más profundos para reflexionar en qué tipo de sociedad queremos vivir: “Judith Stacy, teórica de la Universidad de Nueva York, dice que las luchas del colectivo LGBT por el matrimonio en realidad opacaron el espacio de disidencia de estos movimientos y sirven para reforzar el paradigma de normalidad, ampliándolo, pero dentro del mismo paradigma. Hay algunas cosas que quizás intelectualmente yo puedo estar muy de acuerdo (risas), pero hay otras cosas por las cuales quizás, desde lo cotidiano y poner el cuerpo como lesbiana, me parece que son necesarias. Es aburridísimo discutir sobre leyes: yo creo que si el horizonte del movimiento LGBTI es solamente discutir sobre leyes es tristísimo, pero en un punto también fue necesario discutir de leyes para que después podamos hablar de otras cosas”.

Como vimos, el debate sobre matrimonio igualitario en nuestra sociedad puso en evidencia una fructífera crisis de las instituciones del matrimonio y la familia tal como eran concebidas tradicionalmente en el mundo occidental, en el que la norma era la heterosexualidad. De hecho, las reivindicaciones del colectivo LGBT permitieron una reorganización de ciertas jerarquías que impactaron positivamente en toda la sociedad. De este modo, cabe preguntarse si es válido todavía hablar de minorías y mayorías, cuando lo cierto es que existe una única igualdad, que es aquella que nos concibe a todxs en la gracia de nuestra pluralidad como seres humanos. Esta cualidad perdurará en el tiempo y es la que debe prevalecer por sobre cualquier diferencia. Así lo resume Bruno Bimbi: “Dentro de unos años la gente te va a preguntar, me va a preguntar a mí, le va a preguntar a ella: ‘¿Che, es verdad que en tu época los gays no se podían casar? ¿Por qué?’ y le va a aparecer una cosa tan tonta… uno piensa que hubo una época en la que las mujeres no podían votar y parece algo tan absurdo, tan sin sentido. O hasta en la década del ’60, en distintos estados de Estados Unidos, los negros no podían ir a las mismas universidades que los blancos, no podían entrar a los mismos bares, y uno piensa en eso y ve una cosa totalmente absurda. Y estamos hablando de la década del 60, no hace tanto. Bueno, con esto va a pasar lo mismo, dentro de unos años va a sonar a una discusión antigua.”

Sobre las autoras de la nota

Ana Laura Figueiras y María José Lavandera, son Licenciadas en Comunicación de la UBA, autoras de la tesis de grado “La familia multiacentuada: Producción y circulación del signo en el debate por la Ley de Matrimonio Igualitario.

Ana Laura Figueiras 

Correo electrónico: analafi@yahoo.com

Twitter: @AnaLaFi

María José Lavandera

Correo electrónico: mariajoselavandera@gmail.com

Twitter: @majolavandera

Audios completos de las entrevistas a Andrea Majul y Esteban Paulón: 

Andrea Majul habla sobre la ley de matrimonio igualitario como protección para sus hijos:

Descargar: Andrea-Majul-La-ley-como-proteccion-para-sus-hijos.mp3

Andrea Majul comenta los cambios culturales que todavía son necesarios en la sociedad:

Descargar: Andrea-Majul-Sus-hijos-y-la-normalidad.mp3

Esteban Paulón – Impacto de la Ley de Matrimonio Igualitario:

Descargar: Esteban-Paulon-Impacto-de-la-Ley-de-Matrimonio-Igualitario.mp3

Esteban Paulón – La diversidad en la agenda política:

Descargar: Esteban-Paulon-La-diversidad-en-la-agenda-politica.mp3

Esteban Paulón – Futuros desafíos:

Descargar: Esteban-Paulon-Futuros-desafios.mp3

 

Nota final sobre la presente nota:

Para la realización de esta nota, Abro comillas intentó ponerse en contacto con el sector de prensa de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), organización que tuvo una postura inicial a favor de la unión civil, pero luego apoyó también el proyecto de ley de matrimonio igualitario. También nos comunicamos con el equipo de prensa de la diputada Elisa Carrió, ya que fue una de las pocas personas que se abstuvieron en la votación de la Ley de Matrimonio Igualitario. Carrió, en su discurso durante el debate en Diputados describió de manera muy interesante su tensión interna “por ser cristiana y entender al matrimonio como un sacramento”, aunque también consideró “la necesidad de otorgar derechos a todas las familias”. Al momento de la publicación de esta nota no hemos recibido respuesta de los actores mencionados (CHA y diputada Carrio).

Como es nuestra intención incluir la mayor pluralidad de voces en todas nuestras notas publicadas, Abro comillas pone a disposición de las instituciones y personas mencionadas, de otros referentes con posturas contrarias a la ley sancionada o que hayan votado en contra de la misma, nuestro correo electrónico: info@abrocomillas.com.ar para expresar su opinión a través de una columna, nota, video o cualquier otro formato. Es nuestro compromiso publicar en el portal y todas las opiniones posibles que agreguen valor a la información publicada.

Por Ana Laura Figueiras y María José Lavandera.

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