Desplazaron a los abogados glamorosos en las tardes y el primetime a base de números, peleas y personajes. La sexualidad de Milei, el personaje de Gorodisch, las fiestas de Boggiano y el divismo de Espert. Por qué la economía preocupa, pero no tiene que aburrir.
Son invitados en el horario central de la tevé. Los programas se pelean para contar con su presencia. Posan para tapas de revistas. Brindan entrevistas en las que confiesan gustos sexuales. Difunden videos de sus cumpleaños, en fiestas pantagruélicas donde no le esquivan a disfrazarse y hacer karaoke. Pelean por sus ideas. Pelean, por sobre todas las cosas. No son actores, tampoco estrellas de rock. Histriónicos, excéntricos: son los economistas hardcore, los que –con sus formas millenial- harían sonrojar a Marx y Adam Smith.
El padre de esta nueva forma de comunicar la economía es -sin dudas- Javier Milei. El hombre, cuyo primer rasgo visible fue su peinado a lo Astroboy, hizo furor en base a un discurso liberal y a unos modos directos, llanos, sin concesiones.
Hoy, Milei se convirtió en una celebrity: fue tapa de revistas, contesta entrevistas por montón y se saca entre 20 y 30 selfies por día. El summum de su popularidad se dio durante el programa de Andy Kusnetzoff, donde conocimos su pasado como arquero de inferiores en Chacarita, confesó que gusta del sexo grupal, se admitió como practicante del tantra y reveló un picaresco apodo: Vaca Mala.
“Lo vivo como el error tipo 2: cuando hacés todo mal y te sale bien”, explica con simpleza ante #BORDER, y profundiza: “los economistas no somos muy populares, y en mi caso menos, porque siempre me dediqué al crecimiento con y sin dinero. Di clases de Economía Matemática, que incluso dentro de los economistas es un tema poco popular. A eso sumale que soy un liberal en un país de zurdos.Tan corrido a la izquierda está este país que se piensan que un socialdemócrata como Macri es un tipo de derechas. Es muy gratificante lo que me pasa”.
Un caso similar es de Miguel Ángel Boggiano, director de Carta Financiera e hijo de Antonio, ex ministro de la Corte Suprema de la Nación. El hombre, que jamás pierde la compostura, es un polemista disputado por los programas políticos y de debate. Y explica: “Es algo absolutamente trabajado. Uno ensaya diferentes formas de explicar y las va adaptando a partir de las respuestas. Si del otro lado no se entiende hay que volver a explicarlo. ´Hay que bajar el gasto público´ suena hueco, distante. En cambio, si afirmamos que hay que bajar los impuestos es casi lo mismo pero le llega a todos porque impacta directo en el bolsillo”.
En ese afán, Boggiano se vale no sólo de la tele y los debates, también es un asiduo usuario de redes para dar a conocer sus ideas. “Es un trabajo de comunicación que estamos haciendo varios economistas. Es aplicarlas a la economía. Lo hacen los actores y los artistas. Hay que saber comunicar y también provocar”. Aunque a veces las provocaciones traigan dolores de cabeza. Hace apenas un año, el economista clamó en Twitter por una crisis peor que la de 2001 con tal de achicar el Estado. Las repercusiones 2.0 no fueron del todo agradables.
Otro de los pilares de esta nueva forma de emparentar economía y medios es José Luis Espert. Frontal, directo y a veces un tanto agresivo, fustigó al kirchnerismo y ahora lo hace con el macrismo. Reparte sin distinciones, y eso le trajo fans y detractores a ambos lados de la grieta.
Inclasificable, entrevistado fetiche de Alejandro Fantino, sus apariciones mediáticas son tan frecuentes como transgresoras. Espert puede pelearse con el diputado de Cambiemos Nicolás Massot, con Alberto Fernández o entablar feroces discusiones con sus colegas más K. Eso sí, es raro que su presencia no termine en revuelo, pelea, discusión o chicana. Hábil polemista, su cuenta de Twitter no se queda atrás. Scioli y Vidal, el flamante ministro de Producción, Dante Sica, (“un verdulero”), Diana Conti o pedir cárcel para todos los kirchneristas. Todos reciben palos sin distinción.
Despues dicen que en Argenta no hay ascenso social. Mirá acá el verdulero que llegó a Ministro https://t.co/ZGm7A0h2CX
— José Luis Espert (@jlespert) July 12, 2018
Para esta nota se le requirió testimonio. Primero por teléfono. Muy amable, solicitó que se le escribiera por WhatsApp. Desde allí pidió el listado de otros entrevistados, pero -una vez que se le fue brindado- no volvió a contestar. Digno de diva que te clava el visto.
Los kirchneristas deberian estar todos presos. Los populismos nos salen carisimo, ya sea por lo que roban como por la mala praxis. HDP https://t.co/9SAJHhLReU
— José Luis Espert (@jlespert) July 27, 2018
Más light, otro personaje que contribuyó a esta nueva manera de comunicar es el periodista Mariano Gorodisch. En su caso, la palabra personaje no podría sentarle mejor. Es que se convirtió en Economan, el superhéroe que disfrazado de algo parecido a Superman se encarga de acercar ofertas -y métodos a veces demasiado heterodoxos de ahorro– a los consumidores. “Trabajo de esta manera para que entienda la mayor cantidad de gente posible, para que mi abuela entienda un plazo fijo o el vaivén del dólar. La idea es incluir más gente, Hay que buscar el nicho y diferenciarse. Por ejemplo, me encanta hacer las compras, las hago todos los días y me encanta comparar: no puede ser que un mismo producto salga la mitad apenas cruzando una calle”.
Y Economan (o Mariano Gorodisch) publicó libros, trabaja en Radio Mitre y también con Beto Casella en la tele, donde lo tratan como a un gurú. Con un perfil distinto -sin peleas ni discusiones- y otra formación -es periodista-, Gorodisch llevó al extremo la nueva forma de comunicar la economía. Puede hacer picos de rating explicando cómo ahorrar en pomada para los zapatos usando una cáscara de banana.
Según las encuestas de opinión, la economía reemplazó a inseguridad como la mayor preocupación. Tal vez allí se encuentre el marco perfecto para el desembarco de los economistas hardcore, que le agregan show a las pálidas. Hasta hace no mucho, el único economista que había traspasado el umbral fue Martín Redrado, pero por los devenires sinuosos de su romance con Luciana Salazar. Con los números mantuvo el estilo monocorde.
La nueva fauna televisada, en cambio, se llevó puesta a los más cándidos chef celebrities y le ganaron la tarde a los abogados glamorosos -los Morla, los Burlando, las Rosenfeld- que copan la pantalla cuando las reales celebridades se trenzan en Tribunales. El show ahora incluye números, gritos y FMI.
Los entrevistados coinciden en algo: hay que tener una estrategia de comunicación y ser original. “Contribuye ser un buen polemista porque el caudal de información es tal vez el más alto de la historia, entonces diferenciarse cada vez es más difícil porque exige métodos menos tradicionales. La mejor manera es salir del esquema políticamente correcto. Hay diferentes métodos y distinto nivel de agresividad. En nuestra profesión es muy común dar una opinión de consenso, no jugársela demasiado. Pero –creo- la gente busca una opinión distinta y que no repitan como loros”.
Gorodisch se expresa en el mismo sentido: “Creo que la forma de comunicar la economía cambió: no sirve decir lo mismo que dicen los demás ni hablar en difícil para que nadie te entienda”. Milei hizo de la originalidad una marca registrada: “Siempre contesto lo que me preguntan y tengo un lenguaje llano y directo, por ese motivo no necesito que me digan que soy un genio: voy y satisfago la demanda. En ese sentido también soy un liberal puro, porque hago lo posible para satisfacer esa demanda. Soy ciento por ciento así, no hay una construcción de un personaje”.
Al margen de su condición de economista, Boggiano tiene un hobby: le gusta cantar. Consciente del rol de las redes sociales, su canal de Youtube atesora perlas: imita a Elvis, canta Soda Stereo, parodia la coreografía de Thriller de Michael Jackson. Al hombre le gusta celebrar a lo grande: se hace llamar «El zar de la noche», a sus cumpleaños hay que ir de etiqueta y es un gran anfitrión, que puede recibir en la puerta, de galera.
Ha organizado fiestas memorables en Club 74, en Darwin, en una terraza en Barrio Parque o en San Isidro, siempre con show. “No me molesta para nada que se difundan los videos, porque es natural. Somos seres de carne y hueso. Cada persona trata de pasarla bien en su cumpleaños y festeja; bueno, yo canto. No estoy todo el día de saco y corbata. Creo que hace a la credibilidad de la persona, pero cada cosa en su lugar: hay un momento para trabajar, otro para explicar, otro para polemizar, otro para tomar algo y divertirse”.
Milei se toma su fama con calma. “Y lo tomo también como algo transitorio, lo que me da dos ventajas: la primera es que lo disfruto al máximo; la segunda es que cuando esto se termine no me voy a deprimir”. ¿Sabiduría hindú, reflejos de arquero o aguante tántrico? Contesta: “Todo esto me parece muy divertido. Lo que me resulta muy interesante es el amplio espectro de personas que me saludan o me piden una selfie. No hay un segmento. Se rompió la lógica del círculo rojo, y eso me sorprende gratamente. Pero acá las verdaderas estrellas son las ideas: son tan buenas y tan potentes que hasta un impresentable como yo se las hace llegar a la gente”.