La novela fue publicada por Ediciones Urano bajo el sello Umbriel y explora la vida de un hombre que, al acercarse a los 30 años, se da cuenta de que todavía le quedan cosas por descubrir sobre sí mismo.
A pocos meses de cumplir 30 años, Sergio cree tener su vida perfectamente organizada: una relación estable, una clara vocación como actor y el respaldo incondicional de sus mejores amigos. Sin embargo, empieza a sentir un vacío inexplicable. Aunque todo parece estar bajo control, las decisiones de las personas a su alrededor lo empujan hacia una crisis existencial.
La situación se complica cuando su hermana Ainara, tan organizada y romántica como él, anuncia inesperadamente su divorcio y un giro radical en su vida. Este acontecimiento lleva a Sergio a replantearse cada una de sus decisiones pasadas, presentes y futuras. Comienza a cuestionar su relación, su compromiso con su carrera como actor y la posibilidad de seguir un camino más estable y realista.
Con su 30 cumpleaños cada vez más cerca, Sergio se propone aclarar sus sentimientos y encontrar su propio final feliz antes de que el tiempo se le agote. Mientras el reloj avanza, su mundo no deja de girar.

1- ¿Cómo nació la idea de escribir esta novela?
Surgió de la necesidad y las ganas de hablar de ese desencanto al que nos enfrentamos muchos jóvenes-adultos cuando vemos que el tiempo pasa, los “locos años 20” se van acabando y, con ellos, la etapa en la que sientes que puedes lanzarte, probar y equivocarte. Todos, en algún momento u otro de nuestras vidas, atravesamos una crisis existencial
que nos lleva a plantearnos si estamos en el camino correcto, o si estamos a tiempo de dar marcha atrás y tomar uno nuevo. En este caso, al protagonista le llega cuando ve que los 30 se acercan, con todo lo que ello implica.
2- ¿Qué te gustaría que sintieran los lectores cuando terminen el libro?
Que la vida no es blanca o negra. Parece una obviedad, pero cuando llegas a un punto en el que te cuestionas todas y cada una de las decisiones que has tomado, sientes que solo puedes solucionar la situación tomando decisiones súper trascendentales o dando giros radicales. A veces, cuando estás a punto de hacer algo de eso, descubres que hay soluciones intermedias que nunca te habías planteado. Y, cuando no las hay, tampoco pasa nada. Los finales felices que de pequeños montamos en nuestra cabeza se pueden reescribir las veces que queramos, porque vivir va de eso.
3- ¿Cómo decidiste el título? ¿Barajaste otras opciones?
El título lo tuve claro desde el principio. Quería jugar con esa contradicción de los finales felices y conceptos que suenan tan mal como los cuernos o los sueños rotos. Una especie de juego de palabras que considero que refleja muy bien el tono de la novela: entre tanta decisión equivocada, entre tanto acto impulsivo y entre tanto desencanto, asoman siempre momentos divertidos o esperanzadores.
4- Sergio atraviesa un proceso de autodescubrimiento. ¿Cuánto hay de vos en él?
Yo, al igual que Sergio, vivo en una crisis existencial constante. Me paso la vida replanteándome lo que he hecho, arrepintiéndome de lo que no y dudando de qué hacer después. Más allá de eso, y de nuestra pasión por el teatro, poco más tenemos en común. Lo divertido y especial de escribir es poder inventar nuevas historias, nuevos personajes y ponerlos “a jugar”, a equivocarse y a aprender. En ese sentido, mi vida en un libro siempre quedaría mucho menos interesante que la que pueda surgir frente a un folio en blanco.
5- El libro muestra el lado B de la vida actoral. ¿Qué fue lo más difícil de plasmar en la historia?
Quería que los procesos que cuento en el libro fuesen lo más verosímiles posibles. Tanto en lo que respecta a los castings, y los procedimientos, como lo que muestro del circuito alternativo de Madrid, con sus muchas sombras y sus contadas luces. Aunque pueda haber
alguna licencia temporal que jugase a favor de la trama, he intentado ser lo más fiel posible. Afortunadamente, he contado con la ayuda de mi amigo Diego DaCosta, un director con el he tenido la suerte de trabajar el último año.
6- ¿Te inspiraste en experiencias reales o en colegas para construir la trama?
Más que en experiencias concretas mías o de mis amigos, en sentimientos que todos compartimos, como la sensación de no llegar nunca a lo que esperábamos de nosotros mismos. También en esa montaña rusa que supone el teatro, y el mundo actoral que he podido ver en el último año, con picos de ilusión cuando montas un proyecto, y baños de realidad cuando ves las condiciones y el poco beneficio que da tanto esfuerzo.
7- ¿Crees que hay personas que ven algo mágico/idílico en la profesión actoral?/ ¿Creés que las personas suelen tener una visión equivocada sobre la actuación?
Creo que, cada vez más, la gente es consciente de que vivir de actuar es casi una utopía. Llegar, lo que se dice llegar, llegan pocos. Eso no quita para que haya muchos profesionales que no dejen de empalmar proyectos de todo tipo y que, tacita a tacita, puedan decir a final de mes que su alquiler lo ha pagado la interpretación.
8- ¿Recibiste comentarios de actores que se sintieron identificados con el libro?
Sí, en estos dos últimos años he tenido la suerte de haber metido un poco la cabeza en el mundo de teatro de Madrid, y de haber conocido actores y amigos que conocen muy bien las luces y sombras de lo que cuento en el libro.
9- ¿Qué consejo le darías a alguien que está dudando sobre dedicarse a la actuación?
Pues una locura que, como lo lea cualquier padre o cualquier madre, me cancela: hazlo aunque no tengas una red de seguridad. Cuando empiezas a hacerlo a poquitos, sabiendo que tu grueso del tiempo y de la energía se lo lleva cualquier otra cosa que no te llena “pero te paga el alquiler”, es muy difícil desvincularse de eso. Prueba, y si no sale bien, siempre habrá tiempo para regresar al rebaño y trabajar en una oficina cualquiera.
10- ¿Estás trabajando en una nueva historia? ¿Podemos esperar otra novela en el futuro?
¡Sí! Estoy trabajando en una historia que también será contemporánea, adulta. Poco más puedo decir, aparte de que la tengo muy avanzada y de que me está quedando muy bonita (al menos… ¡eso espero que piensen los lectores!).