La aclamada serie dramática que retrata el mundo de los publicitarios neoyorquinos en los sesenta comenzó la emisión de sus últimos siete episodios. Te contamos por qué esta serie conquista puros halagos y suma adeptos en todo el mundo.
Por Alita Casal (@alitacasal)
Desde su estreno en 2007, Mad Men se ha convertido en un éxito y un hito cultural. La ficción de la cadena de cable AMC, creada por Matthew Weiner (productor y escritor de Los Soprano) y producida por Lionsgate, obtuvo numerosos premios – entre otros, el Emmy a Mejor Serie Dramática de Televisión desde 2008 a 2011, consecutivamente – y se afianzó como una las mejores series de la televisión actual. Ahora, tras nueve años al aire y 92 episodios, llegan los capítulos finales que darán cierre a la historia de estos creativos publicitarios de la Avenida Madison en la década del sesenta.
¿Por qué es tan elogiada esta serie? Este refinado retrato de época, con una cuidada reconstrucción histórica y una mirada incisiva sobre el universo de la publicidad, combinado con un toque de nostalgia, invita a repasar y repensar ese periodo y, por qué no, reflexionar sobre cuestiones contemporáneas. Mad Men combina estilización virtuosa y gran calidad de relato dramático, con diálogos inolvidables y profundidad en sus personajes. En esta ficción lo estético potencia el argumento. Con influencia del cine clásico hollywoodense -y una banda de sonido evocativa que acompaña elegantemente – elabora una mordaz reflexión acerca de la sociedad de consumo norteamericana, acompañado de una precisa reconstrucción del glamour de Nueva York en los años sesenta. Y es que con la serie, lo vintage tuvo su gran regreso en placares, bares y librerías.
Con maestría narrativa, la serie se adentra en la vida de hombres y mujeres con éxito profesional, con fallas personales, contradicciones y conflictos; personas que cometen errores, como todos nosotros. Si bien tiene muchos personajes interesantes, el foco está puesto en su protagonista Don Draper (en una interpretación impecable de Jon Hamm), un seductor nato, brillante en su profesión publicitaria, cuyo pasado lo acecha a diario. Mujeriego empedernido, la vida de Don gira en torno a sus decisiones extremas, tanto en lo laboral como en lo personal. Guiado por su ambición de ascenso social, fogoneado por el acontecer de la sociedad capitalista en los sesenta, Don habitualmente se encuentra al borde del abismo, casi al “caer” como se puede ver en la presentación de la serie. Es un hombre atormentado por su vida anterior, con una crisis de identidad, y con tendencia a arruinar toda relación que tiene, incluso con su propia familia.
Por otro lado, otro gran personaje es Peggy Olson (Elizabeth Moss), al comienzo una secretaria de la agencia Sterling Cooper, luego devenida en creativa publicitaria, una joven que intenta abrirse camino profesional en un ambiente reservado exclusivamente para los hombres. Peggy atraviesa circunstancias complejas en sus relaciones amorosas y laborales, que acompañan su crecimiento profesional. El vínculo que Peggy y Don mantienen, que oscila entre el de padre-hija, amigos-colegas, mentor-protegido, es una de las relaciones principales. El abanico de personajes de Mad Men se completa con Pete Campbell (Vincent Kartheiser), Betty Francis (January Jones), Roger Sterling (John Slattery), Joan Holloway (la bella Christina Hendricks), Sally Draper (Kiernan Shipska, en un gran rol como hija de Don), entre otros.
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Emitida en América Latina a través de HBO (y también se puede ver en Netflix), este drama impuso su “estilo Mad Men” en todo el mundo, a través de sitios que permiten caracterizarse como los personajes; la descarga de aplicaciones para smartphones como la guía de los cócteles consumidos durante la serie; y hasta una línea de ropa inspirada directamente en el show televisivo. Otra de las marcas registradas de la serie es la gran cantidad de cigarrillos y de ingesta alcohólica que se vio a lo largo de las temporadas, que dieron “color” a las tramas de intereses corporativos, los guiños a las marcas de renombre, las cuestiones de clase y de género (ay, las mujeres) y las referencias políticas que se presentan con destreza en cada entrega.
Recientemente, con la cercanía del final de Mad Men, la ciudad de Nueva York le rindió homenaje: se vio empapelada con carteles que anunciaban la última temporada, desde carteles en taxis hasta posters en el subte y los postes de luz en las calles, la serie dijo presente en la Gran Manzana. Más de 30 restaurantes organizaron la Mad Men Week, donde ofrecieron cócteles o almuerzos inspirados en los personajes y la década del sesenta. El creador, Matthew Weiner, programó una serie de charlas en distintos sitios de la ciudad. El Lincoln Center organizó un evento especial en la prestigiosa Film Society en marzo. También en ese mes se inauguró una muestra exclusiva en el Museum of the Moving Image, con charlas y otras actividades, y escenarios recreados, objetos y vestuario de la serie, que durará hasta el 14 de junio. Los fans, agradecidos.
Si disfrutás de las series que retratan el espíritu de una época, no dejes de ver Mad Men, y aprovechá el comienzo de su última temporada. Sin dudas es una de las grandes propuestas televisivas de los últimos años.