Rufus Wainwright: Clásico y pop

Por: Pablo Strozza

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El músico estadounidense presentará hoy y mañana su ópera Prima Donna en el Teatro Colón; y también repasará sus sofisticadas melodías pop en un evento imperdible.

Por Pablo Strozza (@pstrozza)

Quienes asistieron al show que Rufus Wainwright brindó en mayo de 2013 en el Teatro Gran Rex, acompañado sólo por su piano y su guitarra acústica, fueron testigos de uno de los espectáculos más bellos que pasaron por Buenos Aires en la última década.  El registro vocal de Wainwright, que alterna agudos, graves y falsettos con la misma facilidad con la que Lionel Messi gambetea rivales en una cancha de fútbol se suma a su formación de conservatorio como instrumentista y brinda como resultado un pop rococó que rinde tanto en sus discos, con sus arreglos ampulosos como en esa ocasión, con un acompañamiento mínimo. Rufus se mostró encantado con Buenos Aires, tanto por haber sido una de las primeras ciudades en el mundo que promulgó la ley de matrimonio igualitario (el muchacho de hecho está casado con Jörn Weisbrodt y posee una hija llamada Viva, que fue concebida por Lorca Cohen, cuyo padre es ni más ni menos que Leonard) como por la vida artística de la ciudad. El video clip de la canción “Bitter Tears”, rodado en La Catedral del Tango, que muestra a dos muchachos bailando y enamorándose al ritmo del 2 x 4, da cuenta de esto.

La mención de sus estudios clásicos no es casual. De chico Rufus alternó el amor por el glam rock más puro y duro con próceres de la talla de Frederic Chopin, Franz Schubert y Giuseppe Verdi. La escucha del “Réquiem” de este último interpretado por Jussi Björling y Leontyne Price a temprana edad lo conectó con el mundo de la ópera. Y discos como Want One y Want Two, con sus cuerdas, bronces y coros arropando canciones majestuosas (según él, sus dos mejores placas) lo llevaron a aceptar el encargo de componer una ópera, a la que llamó Prima Donna, que presentará hoy y mañana en el Teatro Colón.

Prima Donna fue representada en Manchester, Londres, Toronto y Nueva York. Las críticas insulares la saludaron como una gran obra, hecho que no ocurrió en los Estados Unidos. Allí el New York Times literalmente la destruyó. “Dijeron que era la peor basura que alguna vez habían visto. ¡Buenísimo! Se tuvieron que meter sus palabras en el culo, ya que me encargaron escribir otra ópera”, dijo Rufus, que con su ego a prueba de balas desestimó las reseñas.

“Hay que volver a la ópera de la Callas, de Jessye Norman y Plácido Domingo. El cantante, el director, la orquesta, el hall del teatro, la audiencia, el tiempo, el vestuario, todo se tiene que combinar con la ferocidad de un rayo láser. Por todo eso me metí de lleno en el mundo de la ópera, porque para mí la ópera es como una bomba nuclear dentro del mundo del arte”. Las palabras que Rufus le mencionó a la revista británica Mojo en junio de 2012 demuestran que el hombre no es un improvisado en la materia, o que al menos lo suyo no pasa por el típico capricho de estrella pop de legitimar su obra a través de la cultura de elite. Hoy y mañana el máximo coliseo porteño ratificará o no su obra. Si Rufus triunfa estaremos ante una nueva victoria de la belleza, de esas que hay que celebrar siempre. Y si no es así, siempre nos quedarán sus divinas canciones pop.

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