Nota publicada en www.buenavibra.es
La adecuada comprensión de las causas cuya acumulación o sucesión pueden convertir a un hombre en asesino de mujeres ayuda a labrar la llave para evitar que esos factores y circunstancias vuelvan a constelarse en otras personas.
¿Existe el “hombre normal”?
Para rastrear supuestas alteraciones, es preciso indagar sobre una cuestión básica: ¿Existe un hombre normal, un “prototipo” a partir del cual extender el análisis? La normalidad humana es un tema que ocupó la atención de muchos pensadores, filósofos, juristas, estadígrafos, biólogos, psicólogos y médicos psiquiatras. Es para muchos una entelequia conceptual que no se resuelve mediante la aplicación de principios lógicos; para algunos es una intuición natural más que una valoración objetiva y, para otros, una realidad biológica indiscutible, que surge del raciocinio aplicado a la resolución de tan complejo problema.
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La normalidad humana se observa en un equilibrio inestable, pero equilibrio al fin, que no todos los hombres pueden sostener permanente o indefinidamente. Cuando este equilibrio desaparece, se instala la condición anormal que asigna la comunidad: la anormalidad, entonces, se define en la valoración de nuestros semejantes. Estas apreciaciones conceptuales han hecho decir al psiquiatra Alejandro Raitzin que “la normalidad, como la belleza, la moralidad y la bondad, es en esencia una cuestión de armonía, de unidad, de simetría y sobre todo de equilibrio”.
Otros autores, como Robert Cloninger, consideran que la personalidad está conformada por el temperamento y el carácter. Según esta aproximación, el temperamento está condicionado genéticamente y en gran medida es estable; el carácter, por el contrario, se forja durante el proceso de aprendizaje y socialización del individuo… ¿El niño es el padre del hombre?
Los gatillos que disparan la violencia
La génesis de la conducta violenta sigue siendo una cuestión vital que los psiquiatras y los científicos conductuales aún no lograron resolver. El problema decisivo es descubrir el mecanismo de interacción entre herencia y ambiente, es decir, averiguar cómo interviene cada factor, cuál es el mecanismo genético y cómo actúa el influjo ambiental (epigenética).
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Existe una gran variedad de factores que interactúan para aumentar o disminuir la propensión del individuo hacia la violencia. Ha sido estudiada la influencia de factores neurofisiológicos, hormonales y genéticos, entre otros, además de trastornos psiquiátricos o consumo abusivo de alcohol y drogas. Y también es conocida la preponderancia de los factores evolutivos, tales como el hecho de ser testigo de la violencia en el seno de una familia.
Es claro que la violencia es el resultado de una interacción de las características del individuo con los factores ambientales. Los factores biológicos o innatos no actúan de forma específica como causantes de la violencia, aunque pueden inclinar la balanza deteriorando la capacidad del individuo para conseguir sus objetivos mediante medios no violentos o aumentando su impulsividad, irritabilidad, irracionalidad o desorganización de la conducta.
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Una de las aproximaciones al problema de la violencia sólo la analiza bajo su forma física, olvidando que en la mayoría de los casos existe una violencia psíquica que puede ejercerse -y de hecho se ejerce- de forma previa y que tiene una importancia capital en la génesis y desencadenamiento de las situaciones límite.
La prevención, ¿un camino posible?
En Argentina, al menos 137 femicidios fueron cometidos durante el primer semestre de 2021, lo que arroja un promedio de uno cada 31 horas, de acuerdo a un relevamiento del Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación. La coyuntura no permite ser optimista. Aunque se dio un importante primer paso con la deslegitimación social de los malos tratos, queda un largo camino por recorrer.
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Para erradicar definitivamente esta sonrojante realidad es básica una perspectiva multidisciplinar. El desarrollo de programas de intervención dirigidos a quienes ejercen conductas agresivas está basado en abordajes que enfatizan que existe un conjunto de factores de riesgo cognitivos, psicopatológicos-afectivos y conductuales-relacionales relacionados con la violencia, que son modificables desde el punto de vista clínico.
¿Se nace o se hace?
Entonces, ¿femicida se nace? ¿Se hace? ¿Ambas cosas? ¿Puede evitarse que una predisposición, favorecida por factores biológicos, sea gatillada por un determinado contexto o situación? ¿Podemos prevenir este tipo de crímenes? La psiquiatría forense puede ayudar a arrojar luz sobre estos temas y aportar la información que necesitan los jueces y los integrantes de los jurados populares para evaluar con precisión qué responsabilidad penal le cabe al femicida.
DR.RAFAEL HERRERA MILANO
Médico Psiquiatra. Perito del Poder Judicial de la Provincia de Bs.As
M.N127.896 / M.P 333.749