Por Ricardo Delgado, director de ANALYTICA
Hasta Lula, los argentinos admirábamos Brasil por sus playas, sus garotas y la MPB. A partir de 2003, cuando el petista se hizo presidente, por su economía. El Bolsa Familia que rescató a millones de brasileños de la miseria, el bajo desempleo, la inflación a niveles internacionales, fuertes ingresos de capitales y una moneda valorada forman parte de la iconografía de un Brasil distinto, integrado al mundo y a los mercados financieros globales. Según algunas mediciones, hoy Brasil es la sexta economía del mundo y su importancia en las negociaciones económicas y políticas internacionales crece día a día.
Al sur, una Argentina con menos “charme”, con una inflación cinco veces mayor y un peso “fuerte” por tal motivo, goteo persistente de dólares hacia el exterior, y mala reputación internacional aparece como el vecino indeseado del barrio para la mayor economía de la región.
¿Cuánto tiene de real esta lectura? Un modo de dimensionar el “boom brasileño” es analizar cuánto ha crecido en el período Lula-Dilma. Esta lectura menos sesgada de los hechos dice que el “admirable y admirado” Brasil creció desde 2003 a esta parte un poco más de la mitad de lo que lo hizo la “impresentable” Argentina: 3.7% versus 6.5% como media anual. Si consideramos los años de Dilma (2011 y 2012), esta evolución comparada es incluso peor: 2.1% versus 4.5%.
En Brasil las dificultades para crecer forman parte de la agenda prioritaria del gobierno y está en el debate público. La industria está estancada, China es una cuestión de “inteligencia comercial y productiva” permanente, y las importaciones ocupan un lugar muy destacado en la oferta de productos. Ni la fuerte devaluación, de 1.60 a 2 reales por dólar de hace un año, ni los estímulos fiscales dinamizaron el PIB. En 2012 Brasil tuvo el crecimiento más bajo de la región.
El consenso, como siempre a finales de cada año desde 2011, proyecta que este año Brasil sí se recuperará. La proyección es +3.5%. Una mayor cosecha de soja, al igual que acá, va a ayudar. Las inversiones necesarias para el mundial de fútbol 2014 también. Pero los determinantes de la demanda interna, como el empleo y el salario, ya no crecen como antes y siguen planteando dudas. El desempleo es bajo, pero los costos laborales en dólares son altos y las pymes ven poco rentable seguir creando trabajo. El dilema del crecimiento brasileño está planteado, y algunas de las posibles salidas (como una mayor devaluación) podrían oscurecer el panorama de la relación comercial con la Argentina. Para seguir.