Novak Djokovic vivió su infancia en medio de la guerra de los Balcanes en la década de los ‘90 , una guerra que revivió viejos conflictos étnicos sepultados bajo la cortina de hierro en la antigua Yugoslavia. Pero este odio no invadió a Nole.
Hace unas pocas semanas, los Balcanes fueron arrasados por inundaciones que no distinguieron etnias y que causaron 45 muertos, cientos de miles de evacuados y daños materiales incuantificables. Nole, como el agua, tampoco hizo distinciones. Escribió en su cuenta de Twitter »Mi corazón se está rompiendo cuando veo que muchas personas fueron evacuadas y en peligro en Bosnia! Más de 950.000! Esperen hermanos… que la ayuda vendrá del mundo» Además se involucró y el segundo del ranking mundial de la ATP inició una campaña para recaudar fondos para toda la región. Logró así el reconocimiento de todas las etnias.
Mediante la solidaridad logró mucho más que toda la dirigencia política tras la guerra. Nole no solo pidió. También donó los 500000 dólares que ganó en el abierto de Roma y por el contagio que causó su gesto consiguió otros 600000.
Escribió un nuevo tuit ¡Viva el pueblo de la antigua Yugoslavia. Deja que Dios sea con vosotros» Las repercusiones fueron inmediatas: Davor Buric, un estudiante universitario en Zagreb, la capital croata dijo: »Es bueno que él mencionó no sólo a Serbia, sino también Croacia y Bosnia. Djokovic no tiene nada que ver con la guerra, y nunca he oído decir nada en contra de otras nacionalidades».
En Bosnia, el capitán del equipo nacional de fútbol Safet Susic expresó “Djokovic se a ganado el apoyo de toda Bosnia».
Estos sentimientos que despertó Nole llevaron a que algunos medios lo apodaran “Mariscal Djokovic” satirizando la figura del mariscal Tito que gobernó ex Yugoslavia con mano de hierro. Nole, en cambio, condensó un sentimiento común a través de la solidaridad. Irónicamente, la ética de un deportista unió a una región a través de la palabra y sin la fuerza de las armas.