La nueva guerra fría que generó la pandemia

La República Popular China ha sido elegida por los Estados Unidos como el nuevo enemigo a derrotar. Una nueva guerra que mantiene en alerta al mundo, gobiernos autoritarios y una pelea que tal vez marque el posicionamiento de un nuevo líder global. El conflicto que va más allá del comercio y del COVID-19: la batalla por el poder global desde dos visiones diferentes de un mismo mundo. 
Por: Francisco Llano

Tiempo de Lectura: 8 minutos.

Estados Unidos no puede prescindir de la necesidad de tener un enemigo para poder justificar la financiación de su mayor industria, el gasto militar. Esto a la vez proporciona un enfoque en la seguridad nacional, haciendo hincapié en un proteccionismo económico y como también nacionalismo. Podemos ver esto en los tweets de Trump al pronunciarse sobre la pandemia mencionando al COVID-19 como “el virus de China”, donde el efecto colateral de tales acusaciones solo trae culpa, racismo y cultiva el odio hacia asiáticos alrededor del mundo. Tal vez sea un abuso de los medios de comunicación con el fin de manipular a la población y obtener así una posible reelección.

La chispa en el polvorín

Durante Noviembre 2019, todo parecería indicar que científicos y doctores chinos encontraron casos de COVID19 y si bien alertaron a las autoridades, Beijing redujo los esfuerzos de investigación acerca del virus y no informó a tiempo a la OMS, y a sabiendas de los peligros de una pandemia, dejó a Wuhan abierta a la entrada y salida de personas, viajes internacionales, etc permitiendo así la propagación del virus. En un duelo de gigantes, China podría sufrir medidas de escarmiento por su negligencia al poner en riesgo la salud del mundo, y el gobierno de Trump no se tarda en liderar el ataque.

Durante el gobierno de Obama, Rusia fue re-establecida como el enemigo; en cambio, durante la administración  de Trump, el enemigo ha sido reubicado y claramente es China.

Varios acontecimientos contribuyeron a cambiar al enemigo, siendo uno de ellos la creciente disposición de China para enfrentar y responder a las provocaciones de Washington. Otra fue la necesidad de buscar culpables al gran déficit comercial que enfrenta Estados Unidos. Otro fue el inmenso avance industrial del gigante asiático, así como el liderazgo tecnológico, como lo demuestra el polémico caso de Huawei con el 5G. El tenso episodio entre Hong Kong (pro democracia) y China (un comunismo censurador que escucha a la gente siempre y cuando no sean librepensadores)  tampoco debería ser dejado de lado. Las ambiciones hegemónicas neoconservadoras y las perspectivas de más gasto militar para contener a China recibieron poder en el congreso gracias a la lucha verbal de Trump contra China. Finalmente, el tan esperado catalizador a todos estos conflictos fue el brote del COVID-19 atribuido a este país.

El déficit comercial y las tarifas

Los Estados Unidos acusan a China de prácticas comerciales injustas, castigadas mediante tarifas (sanciones económicas) al comercio entre ambos países, produciendo una herida al comercio global.

No solo China es acusada de robar propiedad intelectual, si no que también se busca que Beijing cambie su política económica porque favorece injustamente a comercios locales por medio de subsidios.

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Estados Unidos también busca que China compre más bienes americanos para balancear el déficit fiscal de USD 419 millones en el 2018 (hoy sería mayor), siendo el déficit la diferencia entre cuánto se importa versus lo que se exporta, y reducir esta brecha es clave en la administración de Trump.

Ahora, el déficit comercial de Estados Unidos con China no es culpa de China. Es, en gran parte, responsabilidad de las corporaciones globales estadounidenses que desviaron su producción a China. Cuando los productos globalizados, como las computadoras de Apple, los iPhones, Levi’s y Nike se devuelven a los Estados Unidos para su venta, cuentan como importaciones. Por lo tanto, son estas empresas (entre otras) en parte responsables del déficit comercial de Estados Unidos. Una responsabilidad compartida por los economistas neoliberales que influyeron en la globalización, que ha sido a expensas de la fuerza laboral del primer mundo.

Fuego cruzado

Actualmente, hay corrientes derechistas que buscan en Washington hacer que China pague el costo de la pandemia mediante renegociaciones de deuda del tesoro. Se estima que el gobierno de Xi Jinping posee aproximadamente U$S1.08 trillones de bonos de deuda norteamericana, y la idea sería que la actual administración no pague esa deuda y cree un fondo de ayuda para los afectados por la pandemia. Aunque parezca difícil de creer, esta opción se está barajando en el congreso.

Suponiendo que este esquema se pueda implementar con éxito, comenzarían los problemas. No pagar la deuda es la práctica de los países en vías de desarrollo. Si Estados Unidos adopta esta práctica, otros países tenedores de letras del tesoro se preguntarán si ellos son los siguientes en la lista. Esto podría producir que el mercado de bonos del tesoro desaparezca, dejando a la Reserva Federal como el único comprador. En este caso, no tendría sentido emitir bonos, solo se imprimiría dinero para financiar el déficit …

No pagar los bonos americanos que posee China podría tener profundas consecuencias disruptivas para el mercado de bonos en Estados Unidos, así como también en otros mercados financieros. El país del norte debería adoptar un nuevo liderazgo político y financiero a nivel global para asegurar a otras naciones que solo limitaran esto con el fin de que China pague por el aparente mayor desastre en salud pública del siglo.

Esto, a su vez, podría afectar la disposición de otros países para mantener activos en dólares, como por ejemplo, acciones. Esto tendría efectos negativos en el mercado bursátil, y el dólar estadounidense podría perder su rol como moneda de reserva mundial, lo que significa que Washington ya no podría pagar sus facturas imprimiendo dinero. Como en el ajedrez adelantando la jugada, tal vez sea por eso que China tiene record en cantidad de patentes de cryptocurrency … pero esto es otro artículo.

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Tampoco perdamos de vista que Estados Unidos retiró fondos de la OMS acusando que dicha organización estaba siendo influenciada por China.

El gigante rojo podría tener una serie de medidas de represalia. Muchas grandes corporaciones estadounidenses, como Apple, tienen plantas de producción en China. En varios casos, estas instalaciones no son propiedad de empresas estadounidenses y podrían ser nacionalizadas/expropiadas, ya que las empresas estadounidenses contratan su producción a empresas chinas. China podría detener la producción de los productos para empresas estadounidenses, robar las patentes o el nombre de la marca, o simplemente continuar la producción y volver a marcarlo como un producto chino. Como Estados Unidos no respeta las leyes de otros países o el derecho internacional, no hay ninguna razón para que China respeta la ley estadounidense.

Como dato de color, aproximadamente el 95% de todos los medicamentos sin receta que se consumen en Estados Unidos provienen de China (ibuprofeno, hidrocortisona, acetominofen, vitamina C, etc), asi como tambien existe un porcentaje similar para los antibióticos. Es decir que, si China así lo quisiera, podrian cortar esos suministros de consumo cotidiano por gran parte de la población americana.

La Batalla por el 5G

Por otro lado, Washington puso a Huawei en una lista negra, presionando a los aliados de la OTAN para que rechacen su 5G, como sucedió en Australia y Nueva Zelanda. Esta política probablemente ha hecho más daño a las corporaciones de semiconductores de Estados Unidos que a China, complicando las ventas americanas de chips a Huawei. Esta compañía ha estado en la mira del gobierno norteamericano debido a preocupaciones sobre la seguridad de sus productos, a pesar de que el CEO Ren Zhengfei declaró que la firma es independiente del gobierno de China y que nunca caería en actividades de espionaje.

El esfuerzo de Washington por restringir los negocios internacionales de Huawei también afecta a las cadenas de suministro a nivel global, algo que no le cae bien a las corporaciones globales del primer mundo. Ataca la idea de dependencia global, y refuerza la idea de mercados cerrados y proteccionismo antiglobalización.

No olvidemos que la pelea por el dominio del 5G es una batalla tecnológica a nivel geopolítico; motivo por el cual Huawei saco una página completa en el Wall Street Journal a modo de defensa. Sin profundizar en el tema, recordemos que el 5G esta siendo utilizado como un arma de control de la población.

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La globalización le dio a China su gran base para producción a gran escala y debería usar esta base para desarrollar su mercado interno de consumo masivo. Con el mercado de consumo más grande del mundo, podría centrarse en el desarrollo interno. El mercado interno es tan vasto que las exportaciones no deberían preocupar a China. La fortaleza del país asiatico está en su economía, y esta fuerza debe ser desarrollada. El camino inteligente para China es desechar la economía salvaje neoliberal y desarrollar una economía china, y es esto lo que preocupa al país del norte y podría decirse que pone trabas para no perder el dominio global. Esto no solo sería muy ventajoso para China, sino que también beneficiaría la búsqueda de la paz al reducir los puntos de conflicto entre ambos países.

El Partido Comunista Chino gobierna a través de un sistema jerárquico y autoritario que pone una ficción de un gobierno tecnocrático basado en la transparencia, el intercambio de información y claridad. Los funcionarios locales y regionales continúan distorsionando la propagación del COVID-19 en Wuhan y su regiones circundantes, sin duda para preservar la reputación del PCC y escapar del castigo del gobierno central.

De todo esto, sólo rescato lo siguiente:

Independientemente del sistema social, ya sea fascismo, socialismo, capitalismo o comunismo, el mecanismo siempre será dinero, trabajo y competencia. La China comunista no es tan diferente al Estados Unidos de la libre empresa, la única diferencia es el grado de intervención estatal en las corporaciones; donde queda claro que la decencia y la ética no son tenidas en cuenta a la hora de hacer negocios.

Esto nos incumbe a todos. Los dos países más poderosos del mundo están avanzando en una conflicto cada vez más complejo y complicado de resolver. Desde lo militar, tecnológico, político y económico, cada arista de esta rivalidad se está intensificando, pudiendo definir nuestros tiempos. Algunos llaman a ésto la nueva guerra fría, donde las tensiones escalarán día a día; no sólo en la administración de Trump, sino también en la de Beijing. Para otros, está en juego la paz mundial y el destino de millones de personas, atrapadas en el destino que implica que sus líderes elijan la potencia aliada.

Como corolario, los países miembros de la Unión Europea están coordinando recaudar fondos para crear una vacuna contra el COVID19. China envió un delegado con poca experiencia y Estados Unidos ni siquiera envió a alguien.

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