Ayer Polonia tuvo elecciones. Y no fue cualquier elección: fue la más alta participación de la población en un proceso electoral en 34 años de democracia, por encima del 63 % en las elecciones históricas de 1989 que terminaron con el régimen comunista. La mayoría de los votantes apoyaron a partidos de la oposición, en contra del partido nacionalista Ley y Justicia, los cuales prometieron reparar el orden constitucional del país y acercar posiciones con sus aliados de la Unión Europea y Ucrania, razón por la cual estas elecciones podrían significar una modificación en favor de apoyar a dicho país en la guerra que tiene contra Rusia desde un año.
Esto pone en jaque al gobierno de Ley y Justicia, que lleva ocho años en el poder con una política que desencadenó protestas en las calles y división en las familias, además de causarle a Polonia la retención de fondos por parte de la Unión Europea por considerar que el partido ha socavado derechos democráticos. El triunfo opositor podría significar retomar relaciones entre el país y la comunidad europea.
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La oposición ha logrado 248 escaños de los 460 que tiene el Sejm, la cámara baja del parlamento polaco, convirtiéndose en la mayoría. Pero aún no está todo dicho: Ley y Justicia, a pesar de la avanzada de la oposición, fue la fuerza más votada, e intentará formar un gobierno que esté liderado por el actual primer ministro, Mateusz Morawiecki, del partido ultraderechista.
El presidente de Polonia, Andrzej Duda, quien a su vez es aliado de Ley y Justicia, debe convocar la primera sesión del parlamento en los próximos 30 días y designar a un primer ministro para intentar formar gobierno. Según la tradición política de Polonia, debe nombrar primero a una persona del partido más votado, aunque no está obligado a hacerlo.
Además, hay muchos diputados de la oposición que entran en la cámara baja, cosa que complicaría a Ley y Justicia. El partido podría haber intentado ganarse legisladores opositores para mantenerse en el poder, algo que ya ha hecho en el pasado, pero que a la luz de los hechos hoy parece inviable.
Los resultados electorales definitivos serán publicados mañana por la mañana, pero el sondeo de Ipsos situaba a Ley y Justicia con un 36,6% de los votos, seguido por el 31% de la Coalición Cívica, el 13,5% para Tercera Vía, el 8,6% para el partido Izquierda y el 6,4% del grupo de ultraderecha Confederación. Frente a la prudencia de algunos medios locales que se mostraron prudentes al afirmar tan solo que la oposición podría llegar al poder, Donald Tusk, ex primer ministro polaco que lidera la Coalición Cívica, declaró ayer, con entusiasmo, que Ley y Justicia había terminado y que empezaba una nueva era para Polonia. “Soy el hombre más feliz del mundo. Ha ganado la democracia, ha ganado Polonia”, declaró Tusl.
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El líder de la oposición en Polonia dijo que tres partidos opositores tienen suficientes votos para ganar las elecciones del domingo, luego que una agencia proyectó que tenían los votos para destituir al partido conservador oficialista. Según la encuestadora Ipsos Ley y Justicia se quedaría con 200 escaños.
En tanto, el líder de Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, reconoció que había incertidumbre en torno a los resultados, ya que si bien el 37 % que el partido conservador ha logrado no es una mala elección no alcanza para mantenerse en el poder.
“La pregunta ante nosotros ahora es si este éxito podrá convertirse en otro período para nuestro gobierno, y eso no lo sabemos todavía. Pero tenemos que tener esperanzas y debemos saber que, ya sea en el gobierno o en la oposición, implementaremos este proyecto de distintas maneras”, expresó Kaczynski.
Ley y Justicia ha tenido una política muy dura en cuestiones como los derechos de las personas LGBTQ+ , la inmigración y el aborto (cuya liberalización Tusk prometió), además de que ha eliminado trabas a su poder político para ganar más control sobre instituciones estatales como los tribunales, los medios, e incluso el proceso electoral. Sin embargo, desde 2019, el apoyo al partido ha ido mermando debido a la crisis por una alta inflación y altos nivel de gasto público, hechos de corrupción y favorecimiento a sus adeptos con empleos y contratos.
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