Ucrania reportó que logró repeler un masivo ataque aéreo lanzado por Rusia contra Kiev, que incluyó drones y misiles. El asalto se produjo poco después de que la Embajada de Estados Unidos en Ucrania cerrara temporalmente sus puertas y alertara sobre la posibilidad de un inminente ataque ruso a gran escala, lo que elevó aún más la tensión en la región.
Este ataque se produce en un contexto de creciente violencia, luego de que Ucrania utilizara por primera vez los misiles ATACMS de largo alcance, proporcionados por Estados Unidos, para atacar la región rusa de Briansk, una maniobra que generó la furia del Kremlin.
Según informó la agencia de noticias Reuters, varias explosiones se sintieron en la capital ucraniana cuando los sistemas de defensa antiaérea activaron sus interceptores, impidiendo que los misiles rusos alcanzaran sus objetivos.
La guerra, que cumplió 1001 días, adquirió una nueva dimensión internacional, especialmente con la llegada de tropas norcoreanas para apoyar a Rusia en el conflicto, un factor que, según fuentes estadounidenses, fue clave para que el presidente Joe Biden autorizara el uso de estos misiles por parte de Ucrania.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, acusó a los países occidentales de buscar “escalar” el conflicto, afirmando que el ataque a Briansk marca una nueva fase de la guerra “de Occidente contra Rusia”, y advirtió que Moscú responderá adecuadamente a estos movimientos.
A su vez, el presidente Putin firmó un decreto que amplía los criterios para el uso de armas nucleares, permitiendo su uso contra países no nucleares como Ucrania si cuentan con el respaldo de potencias nucleares, como Estados Unidos.
En respuesta a estas medidas, Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido condenaron el decreto como “irresponsable”, mientras que China, instó a la calma y a la moderación en un intento por reducir las tensiones.