A esta altura no quedan dudas de que la Argentina pretende pagarle toda la deuda a los fondos Buitre, unos 1.500 millones de dólares. El único punto es cuándo y cómo. Así lo acaba de dar a entender el ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, durante una exposición en Nueva York en el marco del encuentro del G77 más China en la ONU.
Y en ese devenir retórico del ministro predilecto de CFK, resulta clave leer las palabras dichas y pensar lo que se calla. Todo dirigido al juez Thomas Griesa, quien ha puesto en jaque no sólo a la Argentina, sino las estrategias de pago de deuda y crecimiento de todos los países en vías de desarrollo. Los mismos miembros del G77 -133 países de América, África, Oceanía y Asia- se mostraron preocupados por el caso y expresaron su apoyo a la posición argentina, con especial ahínco en el caso de Ecuador.
Lo esencial fue el pedido de «stay» para el fallo del juez estadounidense (algo así como un «parate»), para que la Argentina no entre en ese default técnico al querer pagarle a los bonistas y que ese dinero se lo lleven los holdouts, tal como sentencia el fallo de Griesa. «Estamos dispuestos a colaborar, pero necesitamos condiciones justas y tiempo», dijo Axel K. En criollo, el Gobierno quiere y va a pagarle a los Buitres todo lo que piden, pero pretende hacerlo de tal forma que no afecte futuros reclamos del 93% que cobrará de acuerdo a la reestructuración, es decir no el 100%, sino menos del 40%. Quiere pagarle a NML lo que pide (porque no es una cifra que desequilibre las cuentas), pero quiere hacerlo sin correr el riesgo de una lluvia de juicios que sí implicarían hasta 120 mil millones dólares. Y quiere negociar con bonos y discutir jurisdicciones. Todo un desafío para el republicano Griesa, un político más que juez.
Las frases salientes de la exposición (junto al Canciller Héctor Timerman) y de la conferencia de prensa posterior (con todos los medios más importante del mundo desesperados por preguntarle a Kicillof) dejan entrever esa postura.
-«Argentina está dispuesta a negociar de buena fe. Pero si el juez (Griesa) no pone un paraguas legal, una suspensión de la medida, las negociaciones se darían en un marco muy complejo. Y esos 1.500 millones de dólares van a dar lugar a una deuda de 15.000 millones de dólares. Pedimos la suspensión para tener condiciones lógicas de negociación, sólo eso».
-«(El fallo) nos hace correr el riesgo de caer en un abismo. Buscamos condiciones equitativas, que contemplen el 100 por ciento de los bonistas».
-«La Argentina quiere seguir pagando pero no la dejan. Se pone en riesgo la economía en su conjunto y empujan al país hacia un nuevo default que amenaza a nuestro pueblo»
-«Argentina desde 2003 pagó 190.000 millones dólares. Y lo hizo sin acceso a los mercados. La Argentina se desendeudó para poder crecer».
-«Estamos peleando contra la herencia de 2001. En 2006 se le paga toda la deuda al FMI, por US$ 9.500 millones. Se acuerda con el Club de París, en default desde 2001. Y en 2013 se liquidan las sentencias del CIADI».
-Nadie en el sistema financiero esperaba esto. Con una interpretación errónea de la cláusula par y paso.
-«Un solo bonista (el grupo NML de Paul Singer) pone en riesgo toda una reestructuración: reclama 832 millones de dólares, a cobrar el 30 de junio. A riesgo de no cumplir el fallo porque si tratamos de pagarle a los bonistas que entraron de buena fe estamos incumpliendo. Además eso traer inmediatamente más reclamos, por 15 mil millones de dólares, porque con el fallo firme y pagando los 1.500 millones, llueven las demandas. Argentina tiene 29.000 millones de dólares de reservas.Y detrás pueden venir los reclamos de todos los que entrar al canje, porque lo hicieron con una cláusula RUFO que a ningún otro se le puede ofrecer más.»
Y como para resumir toda la larga exposición, una frase final: «Argentina quiere pagar pero no la dejan». Algo que, por esta vez al menos, no diferencia al discurso kirchnerista de los hechos. Y sí, como dijo Cristina, la Argentina se ha convertido del 2003 a esta parte en «pagador serial».
