(nota publicada en Infobae el 22.04)
Todo lo que sucedió en la marcha del jueves último estuvo ampliamente informado en otra parte de este portal y transmitido en vivo con sus cámaras. En esta columna intentaré reconstruir qué sucedió en el justicialismo en la semana en que la oposición entera encontró un discurso unificador en contra de la reforma judicial y un colchón para tirarse de palomita en la populosa movilización del #18A.
La Provincia de Buenos Aires es -como seguramente ustedes bien saben- la madre de las batallas, porque allí vota el 40 por ciento del padrón electoral.
Allí, la intención de voto está dividida así: un núcleo duro de entre el 25 y 30% que vota al kirchnerismo aunque la presidenta Cristina Fernández salga mañana vestida de fucsia y con moños, un 30% antik, que no lo votaría aunque liberen la compra de dólares y el resto que está viendo (en esto coinciden las principales consultoras).
En el PJ todavía no está claro quién va a presentar listas por fuera del kirchnerismo. En marzo último, se vivió un ataque de ansiedad generalizada entre dirigentes que tironeaban a Sergio Massa y a Daniel Scioli para que rompan con el kirchnerismo. Sobretodo,los legisladores a quienes se les vence el mandato porque tienen mucha inseguridad laboral.
Scioli no hizo caso; Massa tampoco. Hasta ahora.
El miércoles, durante la apertura de sesiones del Concejo Deliberante de Tigre, Massa sorprendió con duras acusaciones contra Scioli por la manera en que se calcula el impuesto inmobiliario que recauda el ARBA. Recordemos que ante la falta de financiamiento de Nación, la provincia depende mucho de la recaudación impositiva.
Desde el sciolismo, devolvieron los dardos: funcionarios y diputados alineados en el espacio político de Alberto Pérez (la Dos) acusaron a Massa de traidor, denunciaron en radios y en Twitter que su distrito tiene una parte “muy Miami y otra parte que es de las más pobres del Conurbano”, entre otras cosas.
La pelea puede resultar anecdótica pero no lo es.
Los dos hombres fuertes del justicialismo, las sonrisas más constantes de la política, abrieron fuego. ¿Anticipando la puja post kirchnerista?
La elección de medio término de este año es muy importante de cara al resto del mandato de Cristina y al futuro del kirchnerismo pero hoy el oficialismo tiene pocas chances de ganar Buenos Aires.
Alicia Kirchner se mantiene con fluctuaciones entre el 25 y el 30% del núcleo hiper K pero Francisco de Nárvaez se le acerca por derecha con bastante fuerza. Ella o vos. Es decir, ella o yo. Polariza sin disimulo.
De Narváez analiza que lo importante es salir segundo en las primarias. Ese candidato logrará aglutinar todos los votos de quienes no quieren que gane Cristina. Muchos van a apretar los dientes y van a votar al colorado con tal de que no gane el kirchnerismo, graficó uno de sus diputados.
Las constantes ratificaciones del oficialismo acerca de la candidatura de la ministra Kirchner sólo afirman que su postulación es endeble (el último en confirmarla fue Carlos Zanini en declaraciones a Télam).
Quienes no se ubican en los extremos pueden bregar por una opción más moderada dentro del PJ y ver con buenos ojos a Felipe Solá, que está cerca de Massa y aún sostiene un rol hipercrítico al kirchnerismo. Digo aún porque sorprendió el voto positivo de los diputados ahora massista Alberto Roberti (secretario general del Sindicato de Petroleo) y Julio Ledesma de la reforma a la que Solá llamó de domesticación y no de democratización de la Justicia.
Pero más allá de Alicia, De Narváez o el propio Scioli, lo que realmente mueve el amperímetro en Buenos Aires es saber si Massa juega o no juega en las elecciones legislativas. Y sobretodo, contra quién juega dentro del PJ (no digo para quién porque muchos sostienen que Massa sólo juega para sí mismo).
Hace un mes nada más, sus asesores de imagen le aconsejaban que no juegue, que se quede en el molde, como decimos en el barrio, porque es tan joven que puede esperar a las de 2015 (tiene 40).
Pero para esperar hay que tener con qué. Y mientras Scioli es un tiempista genético, Massa es un ansioso que no se banca que los caramelos se acomoden solos en el frasco.
Encima, las encuestas alimentan su ambición: la última de IPSOS le da un 65 por ciento de imagen positiva y un 13 de negativa.
Pero no es ése dato el que verdaderamente lo entusiasma, ya que Scioli, por ejemplo, tiene el 54% de positiva versus el 38% de negativa manejando la provincia mñas complicada del país y no un municipio de zona norte.
Lo que lo entusiasma es que su imagen positiva es autónoma a la de la presidenta. Y la de Scioli cada vez menos, porque se acerca al ritmo de las fluctuaciones de la de la jefa de estado.
Massa gana entre quienes aprueban la gestión de Cristina(68 %) y entre los que la desaprueban(62%), siempre según IPSOS.
A estos datos que lo entusiasmos, se sumaría el consejo del poderoso banquero Jorge Brito, cercano al gobierno, pero más al intendente.
Porque si bien en el resto del país su nivel de conocimiento es bajo, en Buenos Aires, su peso en el electorado es tan potente que cambia el escenario de los actores políticos en carrera.
Mientras la oposición ve cómo capitaliza el descontento social expresado de manera contundente el #18A, en el PJ el río suena. ¿Qué piedras trae?.