CFK dio cátedra de oradora en su exposición durante la apertura del año legislativo el sábado pasado, con un discurso plagado de referencias internas que se centró en defender el rumbo económico. Las formas valieron más que el contenido, de por sí contundente, como suelen ser las apariciones públicas de la Presidenta. Porque se mostró tranquila, firme y lúcida, ante los rumores sobre su salud que rodearon a la figura presidencial todo el verano. Pero escasearon los anuncios y difícilmente le haya valido un incremento en la muy baja aprobación que cuenta entre el electorado tras los difíciles meses de verano.
DOS (Daniel Osvaldo Scioli) mostró todas sus deficiencias a la hora de exponer en público con un texto armado, que pareció leer casi como un escolar. No es el escenario de la formalidad el mejor terreno para que el Gobernador de Buenos Aires obtenga votos. Lo suyo es la espontaneidad en el cara a cara. Vale entonces detenerse en el contenido más que en las formas.
Y lo primero que sobresale es la defensa cerrada de la gestión kirchnerista, las menciones amables a la Presidenta, y el tono netamente de gestión. Leyó una serie de medidas tomadas por su gobierno en las principales áreas, y remató con una frase el leimotiv de su construcción: «El verdadero poder es el servicio», dijo para los aplausos de su tribuna, que mostraba remeras con el logo «Scioli 2015». Los muchachos de La Cámpora, apostados en los balcones superiores, festejaron la defensa del programa Precios Cuidados y aplaudieron con ganas cuando Scioli la mencionó directamente: «Ya lo dijo la Presidenta y adhiero fervientemente a sus palabras: No matemos a la gallina de los huevos de oro, que es el alto consumo interno».
Tres días atrás, Cristina habló desde la política, Scioli lo hizo hoy desde la gestión. Son dos formas distintas. Probablemente expresen también dos formas diferentes de entender el ejercicio de la política, que no es ni más ni menos que la administración pública del poder. Mientras Cristina habla para los libros de historia, Scioli lo hace para sumar adeptos a su proyecto de calzarse la banda presidencial. Por ahora, se tratan con respeto. ¿Llegará la hora de los cruces? No lo duden.