¿Cómo quedaron parados los candidatos tras tinellizar sus campañas?

Por: María Julia Oliván @mjolivan

El rutilante estreno de Showmatch, anoche en Canal 13, logró lo que nadie: juntar a los 3 principales  candidatos presidenciales en el año de la elección y dejar en evidencia lo que los spots editan. Las risas impostadas, el humor prestado, la frescura milimétricamente planeada -lo que es una obvia contradicción- y la decisión férrea de mantenerse en el libreto fueron las predominantes en la presentación.

Pero ¿qué quiso decir cada uno de ellos con sus bailes, risotadas, su esposas y sus chistes? 

Daniel Scioli: quiere llegar a la presidencia con la misma receta de siempre. Su imagen de fe, optimismo, esperanza, deporte y posibilidad de manejar la lancha (que se llamaba La Nueva Argentina, analogía que utilizó anoche en la charla con Tinelli) pase lo que pase en el mar.

En la lancha va con Karina: monísima, delgada, risueña, mediática y experta bailarina de tango. Una mujer que dice que su única aspiración es estar «para lo que Daniel la necesite». Pero que a su vez, es empresaria y trabaja en la acción social a través de la Fundación Banco Provincia. Pero que a su vez, no incomoda ni invade el discurso de su esposo. Cuenta hasta el hartazgo la historia del ritual de la comida de Daniel Scioli -que come ocho platos, que no puede faltar el queso, que todos los días come pastafrola y manzana asada y que es fanático del aceitre de oliva- y que su único defecto es que no es romántico y que se viste mal, ¿qué querés que te diga?

Lo que a mí me gustaría es que con todo el poder que tiene Karina, y con la posibilidad histórica de hacer algo, por ejemplo, lance un programa de refugio para mujeres víctima de la violencia doméstica. Que avance con la cuestión de género que haga algo contundente por y para todas. Como cuando se encaprichó con la ley de Fertilización Asistida que Buenos Aires reglamentó antes que nadie. Eso estuvo bueno. Prefiero que se obsesione con eso y no con bailar tango; me parece un desperdicio que con el poder que tiene y con la empatía que tiene con la gente no proponga cambios relevantes para el género.

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Mauricio Macri: Su lema es tirar buena onda. Tan es así que primereó a su imitador a la hora de bailotear y mover las cachas. Salió primero a bailar y a mostrarle el culo a la cámara. Me dió un poco de verguencita aunque, entiendo que los nervios traicionan y que estar parado en vivo al lado del señor 30 puntos de raiting a cualquiera lo acelera.

El mensaje es tirar para adelante porque sus asesores han medido en focus groups que el argentino promedio no quiere escuchar del candidato el rosario de causas por las que metería en cana a los ministros actuales. No quiere entrar en ninguna pelea porque se siente ganador y el ganador no pelea porque está arriba. Por eso, esquivó la pregunta de Tinelli acerca de qué es lo que no le gusta del país de hoy. «Qué no me gusta no te lo voy a contestar, te voy a contar que es lo que quiero construir». El argentinian dream, ponele.

Usa su tono cancino para reiterar una y mil veces que él encarna lo nuevo y que con lo nuevo se puede solucionar lo que lo viejo no solucionó. Claro que lo «nuevo» tiene que aliarse con parte de lo «viejo» para lograr acceder al poder. Las alianzas territoriales con el radicalismo, con Lole Reuteman en Santa Fe, con Lilita Carrió y con cuanto peronista quedaba herido con Sergio Massa en la Provincia de Buenos Aires son muestra de ello.

Fue a Showmatch vestido como se siente cómodo. No como candidato, no como presidente ni jefe de gobierno. Fue como un tipo bien de Palermo Chico que el domingo a la mañana se va a tomar un Brunch a Novecento en familia. La cuestión de sentirse cómodo es clave para Macri, porque -aunque mejoró muchísimo en la útlima década- es muy desconfiado y carga con tantos prejuicios en su contra que se tensiona cuando lo imitan porque no sabe reírse de sí mismo. Eso se vio cuando su imitador Martín Bossi, chicaneó con las palabras en inglés y con el surf que propondría para que los niños se alimenten con sushi, Macri se sintió incómodo y se agarró la cabeza.

La impactante Juliana Awada, estaba vestida elegante, piola y relajada. Contestó cortante pero así es ella. Estuvo más honesta que nerviosa y eso le sumó porque no hizo un personaje. Entre los dos reiteran que el amor es un hechizo y que Antonia es la reina de la casa. Pero el candidato no habló ni de inseguridad, ni de inflación, ni de impuestos.

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Sergio Massa: Fue muy loco porque el imitador se quedó con la versión buena onda del año pasado y el candidato que se presentó en el set, estaba más nervioso, serio y acartonado que lo que acostumbramos a ver. Estaba contiendo sus naturales expresiones de cachetear la mejilla al conductor, de darle una palmada o gastarlo y reírse con la boca abierta. No se si es bueno o malo este cambio, pero es forzado. Se nota la confusión interna del candidato entre lo que le dicen que tiene que ser, lo que le sale espontáneamente y lo que él quiere ser.

A su favor, debo decir que quizo diferenciarse del resto y en un sentido lo logró porque fue el único que habló aunque superficialmente de inseguridad, de violencia en el fútbol y de bajar impuestos. Y pidió algo que pedimos todos: un debate en serio entre los presidenciables. No lo ví a Tinelli muy por la labor, pero creo que este país va a ser mejor cuando los candidatos estén obligados a hablar de sus propuestas. Más allá de eso, Massa estaba tan raro, tan diferente que no aprovechó bien la oportunidad para relajarse o jugar con el conductor.

Es más, casi que se le arma un tole tole cuando quiso meter un chiste y dijo que antes era más mujeriego que ahora y su mujer lo increpó «hay algo que nos quieras contar Sergio?»  No se, a mí me dió la sensación que ahí había una situación.

Fue bizarro el dron que llevó al estudio para mostrar cómo controlaría las fronteras para que no entre droga al país. Pero fue algo. Scioli llevó a su equipo de fútbol de Villa La Ñata y Macri a Rodríguez Larreta. Qué se yo.. Me parece bizarro, pero al menos fue un intento de usar ese espacio para decir algo. Igual no logró llegar al público porque no pudo relajarse ni reirse. No jugó con su imitador y no tuvo química con Malena.

Malena, a mi juicio, tiene una belleza y una figura totalmente desaprovechada con su estilo para  vestirse. Ella muestra que lo que le importa de estar en el lugar donde está no es la apariencia, pero me parece que en lugar de pelearse con eso, debería usar su físico y sus bellos rasgos. Si me permiten, yo a Malena le haría una melena, un desgastado en las puntas (tipo Delfina Frers), le metería un mono canchero y elegante, un clonazepan y habría infartado a la audiencia.

La noté muy nerviosa y a la defensiva. Ante cada pregunta de Tinelli ella le devolvía la pelota como sin saber qué hacer con la posibilidad de usar la palabra. Claramente el matrimonio está buscando cómo reconstruir el capital político que Massa perdió este último año. Pero creo que toda esa búsqueda sería más fácil si se relajan y se permiten aceptar sus propias equivocaciones, porque al fin de cuentas, ¿quién no se equivoca?.

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