La crisis del Covid-19 generó la primera fuerte disputa entre el ala albertista y el kirchnerismo dentro del Gobierno, que finalmente terminó con el presidente Alberto Fernández como ganador. Si bien en público el jefe de Estado manifiesta que el dilema entre salud y economía es falso, dentro de la Casa Rosada hay diferentes posturas tomadas entre los funcionarios que conforman la coalición del Frente de Todos. El episodio concreto que desató el cruce sucedió en las últimas horas cuando desde el seno del kirchnerismo duro salieron con los tapones de punta contra los ministros de Producción, Matias Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni, por los beneficios otorgados a ciertas empresas.
Ambos funcionarios son del riñón del Presidente. El motivo del enojo del kirchnerismo era el denominado “modelo Fly Bondi” en el cual se acordaba bajas salariales con las empresas para preservar los puestos de trabajo. “No puede ser que en un gobierno peronista se le permita a las empresas pagarle menos a sus empleados”, fue la crítica que llegó a ambos funcionarios desde el seno del kirchnerismo. Incluso, esto fue mucho antes de que los gremios de diferentes rubros, como fue el caso de la UOM, solicitaran ese tipo de acuerdo para dejar de lado la posibilidad de los despidos. La suerte del sector más dialoguista se terminó de sellar con el acuerdo que firmaron con el gremio de los petroleros, comandado por Guillermo Pereyra, para pagar sólo el 30% de los sueldos de abril.
La discusiones se centraron en las ayudas económicas y la flexiblización de la cuarentena. El punto de quiebre que terminó por dar como ganador al sector albertista fue el número de personas que solicitaron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). En total se presentaron 11,5 millones de personas para recibir ese ingreso extraordinario de $10.000 de los cuales sólo fueron aceptado 7,8 millones. Es decir que, del total de casi 20 millones de personas que conforman la masa de asalariados, más del 50% solicitó un ingreso extra porque sus economías se vieron fuertemente afectadas por el Covid-19.
En paralelo la AFIP anunció que 420.000 empresas solicitaron la asistencia estatal para el pago de salarios. Todos estos temas fueron debatidos junto a los gobernadores. En especial el dúo del centro del país, los mandatarios de Santa Fe, Omar Perotti, y de Córdoba, Juan Schiaretti, empezaron a inclinar la cancha hacia el sector albertista con el levantamiento progresivo de la cuarentena a partir de esta semana. Otro triunfo del sector más allegado al presidente.
“El dilema entre economía y salud es falso. Ambas son igual de importantes”, remarcó uno de los gobernadores que estuvo en Olivos durante la semana. La situación tiene otro punto de relevancia: la primera interna que no logró apaciguar el jefe de Gabinete Santiago Cafiero. Luego de un inicio de gestión en donde buscó tener un rol más protagónico desde la comunicación, el nieto del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires comenzó con una labor silenciosa de equilibrista entre los tres espacios principales que integran el Frente de Todos: el kirchnerismo, el peronismo tradicional y el massismo.
“Muchas cosas no salen a la luz porque Cafiero interviene a tiempo”, le dijo a #BORDER un ministro nacional que tiene trato casi diario con Cafiero. El rol del jefe de Gabinete incluso lleva a que funcionarios del ala más kirchneristas comiencen a virar hacia el albertismo. Esa percepción se llevaron varios miembros del Gabinete con el secretario de Energía, Sergio Lanziani.
En el medio de la discusión por el congelamiento de combustibles que comenzará a regir hasta fin de año, Lanziani pasó de tener que pedirle a la vicepresidenta Cristina Kirchner que lo empodere ante Kulfas, a empezar a mostrar un mayor margen de acción, al punto tal de que terminó recogiendo la pelota del ¨teléfono descompuesto” de funcionarios nacionales para con los gobernadores que integran la OFEPHI.
La extensión de la cuarentena por quince días más es el próximo horizonte de disputa que ven en Olivos. Es que mientras el albertisto ya se encuentra con los cañones puesto en la salida de la cuarentena, el kirchnerismo más duro brega por mantener la cuarentena lo más cerrada posible. Los voceros de esta postura son los gobernadores de Buenos Aires, Axel Kicillof, de Tucumán, Juan Manzur, y de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Mientras que Perotti, Schiaretti y ahora también el mandatario Neuquén, Omar Gutiérrez, se muestran más cerca de lo que parecería que decidiera el Presidente de avanzar hacia una apertura gradual de las actividades económicas para evitar que la recesión se convierta en una depresión como consecuencia el coronavirus.