Cristina con Francisco (refugio de una realidad intensa)

Por: #BorderPeriodismo

Esta semana te contamos cómo uno a uno, los adversarios más poderosos de la oposición se mostraron entusiasmados meta foto y sonrisa en la Expaoagro, la muestra del campo que se realizó en Ramallo. Los ruralistas, Macri, Moyano, Cobos, Clarín y La Nación . Pero él no podía perderse la foto. Para cerrar el desfile de presidenciables Sergio Massa se mostró ayer en la muestra luciendo su sonrisa Colgate.

Como todos los que pasaron, destacó la importancia del sector agroganadero, sus enormes posibilidades como motor de la Argentina productora de alimentos (creo que todos los candidatos utilizaron la metáfora «llenemos las góndolas del mundo») y criticó las trabas que le impuso Cristina Kirchner. Prometió, como todos, un país sin divisiones y, por supuesto, menos presión para el campo.

Un toque cansados de tanto candidato vestido de gaucho, paseando sonriente entre vacas y soja, resulta necesario orientar el análisis hacia el poder real que aún ostenta CFK. La presidenta, imposibilitada de ganar protagonismo a nivel local, aprovechará su visita al Papa Francisco de mañana (llegó hoy a Roma) y la reunión prevista con el premier francés Francois Hollande del miércoles para mostrarse en su rol de líder. Del almuerzo papal saldrán declaraciones que darán la vuelta al mundo, para envidia de todos los que desearían ese nivel de intimidad con uno de los tres hombres más poderosos del mundo.
El viaje, programado hace dos semanas tras una charla telefónica entre CFK y Francisco, no pudo caer en mejor momento. Las complicaciones a nivel interno, como la durísima paritaria docente y el papelón de la financiera que involucró al juez Oyarbide y a Carlos Zannini (secretario de Legal y Técnica y hombre de confianza de CFK y Máximo Kirchner), convierten al viaje por Europa en la mejor salida política.
Cristina viajó muy poco en los últimos meses, en parte por recomendación médica y otro tanto por la ardua batalla pre y pos electoral. Tan solo la asunción de Michelle Bachelet en Chile logró moverla de Olivos. Ahora es el momento de volver al ruedo. Y hoy el panorama es distinto. Cristina ya digirió la derrota en las legislativas, el Gobierno salió bien parado de la devaluación y los intentos desestabilizadores del mercado, y tiene por delante el tremendo desafío de la inflación, el estancamiento económico y las paritarias (la madre de todas las batallas salariales). El kirchnerismo encara ese frente de tormenta con poca nafta, sabiendo que no tiene posibilidades de mantenerse al mando del avión (disculpen la metáfora en estos momentos) y que algunos poderosos quieren un aterrizaje de emergencia y no en la pista de 2015.
Allí, a cortísimos 21 meses, lo espera el fin de ciclo, con un comité de bienvenida que tiene como principales animadores a Sergio Massa y Daniel Scioli. Uno propone la renovación, con una estrategia de confrontación que lo llevó a estar primero en todas las encuestas. El otro habla de «corrección» del rumbo, algo que convoca a muchos peronistas pero no termina de prender en el electorado. Los dos transitaron el kirchnerismo (DOS aún lo hace, muy a pesar de sus asesores) y quieren ser los flamantes pilotos de un país que no termina de despegar.
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