La alianza de Gobierno no gana para sustos. Ahora que Elisa Carrió se dio por conforme y dijo que en realidad el Gobierno no la espiaba, saltó la UCR con su reclamo por mejores lugares en las listas. Ribetes insólitos en Buenos Aires y bronca en Córdoba. La re-refundación y el futuro de Barletta.
Gente orgánica y pragmática, los del PRO no tuvieron en cuenta que en la UCR hay tantas líneas internas como dirigentes, y que darle uno o dos lugares en las listas “al radicalismo”, así genérico, significaría dejar a varios sectores afuera del armado, algo imperdonable para un partido que desconoce el concepto de unidad.
Para el macrismo -y también para los más pragmáticos lilitos de la Coalición Cívica- el reclamo de los referentes del partido centenario es un problema de radicales libres. Para la química, son átomos o grupos de átomos que tienen un electrón desapareado en capacidad de aparearse, por lo que son muy reactivos. La metáfora cuaja de lleno con su actualidad política.
Con ese mar de fondo los radicales se reunieron este martes en el Hotel Savoy, para contar sus porotos en cada provincia y ponerse de acuerdo para hacer visible su reclamo de más bancas para las próximas elecciones legislativas. Y encendieron el discurso. El presidente de la Convención Nacional de la UCR , Jorge Sappia, dijo que el partido «no tuvo la participación necesaria en el marco de la coalición de gobierno» y arengó a sus autoridades a «asumir una vocación de poder en serio«.
«El radicalismo necesita ser escuchado, tener protagonismo y formar parte de las decisiones del gobierno de Cambiemos», reclamó Sappia y fue más allá: «Hubo maltrato del PRO en varios distritos en contra del radicalismo».
“Estamos peleando para ver si esa cuarta persona queda en el puesto 12, 13 o 14”, se sinceró a este medio, fastidiado, un radical de otra provincia, harto de los problemas eternos que siempre plantea Buenos Aires.
El otro conflicto en el distrito es el malestar siempre ruidoso de Ricardo Alfonsín, crítico del Gobierno, que ya avisó que no quiere ser candidato, aunque nadie se lo iba a proponer. «Va a ver un entendimiento, porque al radicalismo se le tienen que respetar los lugares que le corresponden, y a los candidatos radicales los tiene que elegir la UCR y no el Gobierno”, se plantó en el Savoy.
Alfonsín, que por opción propia o por decisión ajena quedó al margen de Cambiemos desde el principio, no acepta que la UCR negocie nombres con ninguna injerencia presidencial, algo que Mauricio Macri no parece dispuesto a aceptar.
Un ejemplo es Córdoba, el otro distrito complicado, donde los radicales ya tuvieron que digerir que el ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi fuera ungido por Macri para ocupar el primer lugar en las listas. Pero el verdadero conflicto surgió por el intendente de Jesús María, el vecinalista Gabriel Frizza, el tapado de Macri para ocupar el tercer puesto.
Ese lugar era requerido por el intendente de Córdoba, Ramón Mestre hijo, para su hermano, el diputado Diego Mestre. Si no lo consigue, los lugares intercalados deben ser para mujeres -así funciona el cupo del 50 por ciento-, y Mestre no tendrá una banca garantizada.
Para sumar confusión, ni el sector del ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, ni el de Mario Negri, presidente del bloque Cambiemos en Diputados, tendrán representación en la lista cordobesa, así que también protestan.
Como contrapartida, y para alejar los rumores de malestar, los radicales dan el ejemplo de Santa Cruz, que llegó a un acuerdo óptimo para ellos. El gobierno le dejó hacer libremente al radicalismo, de la mano de Eduardo Costa, el candidato a gobernador que sacó más votos en la última elección, aún cuando Alicia Kirchner ganó por la ley de lemas, que suma todos los votos de los candidatos del mismo partido.
O como en la mayoría de los otros distritos del país, donde el acuerdo de que “arma la lista el que conduce” se respetó razonablemente.
La otra provincia que endulza los oídos del Gobierno es Santa Fe, donde el radicalismo es liderado por el actual intendente de la capital y presidente del Comité Nacional de la UCR, José Corral y el intendente anterior, Mario Barletta, relegado de las listas por pedido oficial, pero que seguramente recibirá otra propuesta del Gobierno en breve, según pudo averiguar #BORDER. ¿Un lugarcito en el Gabinete o un exilio de plomo en alguna embajada? Nadie se atreve a aseverarlo.
Aliados estratégicos de Mauricio Macri, Corral y los radicales santafecinos rompieron su alianza histórica con el socialismo -gobiernan juntos la provincia-, para formar Cambiemos junto al PRO y seguir apoyando el proyecto presidencial, al que el socialismo no adhiere.
Esa muestra de amor, en rigor, más provocada por los destratos del socialismo con la UCR que por otra cosa, fue elogiada esta semana por el propio ministro Rogelio Frigerio y por el Presidente.
Con todos estos matices, los radicales acordaron llevar su voz a los encargados de los armados electorales y Corral lo definió al salir de la reunión con sus correligionarios. “Tenemos la vocación de liderar -y así está ocurriendo en la mayor cantidad de distritos posibles- y mantener la representación que el radicalismo tiene en el congreso, como mínimo” fue la conclusión, con prudente advertencia.
«El PRO tiene un líder legítimo, que es Mauricio Macri, pero en el radicalismo falta un caudillo. Siempre fue un partido de tener un caudillo. Necesita una etapa de refundación«, aceptó Sappia, por la noche, en el canal LN+.
¿Se podrá? En los distritos complicados por ahora deberán seguir deshojando la margarita, que no es Stolbizer. La enésima refundación quedará para otro convite.
