El festejo de la vice la aleja de una nueva fórmula. Los diputados “verdes” que cumplen su mandato. El último intento de Peña para buscar una salida intermedia y la solución vía Código Penal. La amenaza de Elías de Pérez de romper el bloque. Por qué Macri siente que fue “una derrota”.
“¿Qué quería el Gobierno?”, es la pregunta del millón, que regó la Casa Rosada. “¿Cuáles son las consecuencias?”, era la intriga que más inquieta a los funcionarios, después del no a la ley para legalizar el aborto. La versión que más se propagó desde la noche del martes hasta entrada la tarde del miércoles, en plena sesión del Senado, es la que da cuenta de la insistencia de Marcos Peña por “sacar algo”, mientras afuera, bajo los paraguas y entre la marea verde, su eposa, Luciana Mantero, y su suegra pedían por la ley.
El encargado, según confiaron altas fuentes del Senado, de transmitir el mensaje del poderoso jefe de Gabinete fue Humberto Schiavoni, el senador más activo de Cambiemos del bando minoritario de los que querían la sanción definitiva de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que en la madrugada del jueves al final naufragó en un océano de 38 votos.
De razonamiento progresista, la última jugada que intentó Schiavoni, y que nadie supo detallar con demasiadas precisiones sobre su verdadero objetivo, chocó de frente contra la intransigencia del trío conformado por Esteban Bullrich, Federico Pinedo e Inés Brizuela, que, a diferencia de lo ocurrido en Diputados, desactivaron de entrada cualquier tipo de intento de rebelión de los “verdes”. El entrepiso de la oficina de Bullrich, en la planta baja y al que se accede por una refinada escalera de madera, ofició de centro de operaciones de los “celestes”, que incluyó a senadores de los otros bloques. En los últimos días, incluso con encuentros hasta altas horas de la noche. “Todos Senado Vida”, es el nombre del grupo de WhatsApp que crearon para mantenerse agrupados y en contacto.
El razonamiento progresista de Schiavoni cobró notoriedad no solo puertas adentro, sino a nivel provincial. Las mediciones que encargó su colega Maurice Closs, uno de los 38 que votó en contra de la media sanción de Diputados, le reafirmaron su rechazo: el 70% de los misioneros, según esos sondeos, se manifestó reacio a la legalización del aborto, en una provincia sumergida cuyo sistema de salud presenta serias deficiencias, desbordado además por la constante afluencia de pacientes de países limítrofes.
La tucumana Silvia Elías de Pérez, la única que mostró el pañuelo celeste cuando justificó con argumentos jurásicos su rechazo a la medida, se había plantado en la mañana del martes, horas antes de la sesión, con la voz en alto. “Si siguen jodiendo, rompo el bloque”, protestó en la reunión del interbloque de Cambiemos de las 9 de la mañana frente al resto de los senadores. El mensaje de Peña, que no quería el “no” rotundo si no una solución intermedia –como el proyecto del senador Omar Perotti, que se abstuvo, y que planteaba la despenalización- quedó desactivado.
La grieta, profunda y persistente, quedó instalada en el seno de la coalición de Gobierno, en especial en el Parlamento.
Las inusuales palabras de Mauricio Macri tras la reunión de Gabinete del jueves confirmaron las versiones que circularon por el Senado. “Siento que ayer demostramos que hemos madurado como sociedad, que hemos podido dar un debate con la seriedad y profundidad que todos los argentinos esperábamos, y que más allá del resultado eso significa que ganó la democracia”, dijo primero, en línea con el mensaje que había viralizado en la previa del debate en la Cámara alta. Pero enseguida avanzó un paso más. “Más allá de mi posición personal, yo no vine a ser presidente para imponer lo que yo pienso. Ahora, como Estado nosotros tenemos una enorme responsabilidad de seguir trabajando, queda claro que necesitamos más educación.Tenemos más de 100 mil chicos que nacen producto de embarazos adolescentes, no deseados. Queremos que esas chicas tengan la posibilidad de elegir”, agregó.
La despenalización de la mujer que se somete a un aborto, incluida en el proyecto de reforma del Código Penal que la Casa Rosada enviará al Parlamento en diez días, es, por ahora, la salida que encontró al Gobierno a la encerrona en la que se metió tras la habilitación de la discusión en el Congreso.
En los últimos días, Macri se había sincerado ante más de un interlocutor. Según pudo reconstruir #BORDER, el Presidente vio en los resultados sociales y políticos en torno a la ley una suerte de “derrota”. Por la grieta interna que ahora atraviesa a sus dirigentes. Y por las críticas de uno y otro lado. Los “verdes”, por la falta de “decisionismo” –como planteó Miguel Ángel Pichetto en su discurso de cierre- durante todo el debate. Los “celestes” –la Iglesia, en buena medida-, por haber impulsado el debate. A mitad de camino. El paso hacia la despenalización, incluida en el Código Penal, llega, de alguna manera, para zanjarlo.
A futuro, hay inquietudes que están presentadas en el menú de temas a resolver de cara a las elecciones del próximo año. La principal, el dilema a resolver en torno a la confección de listas.
El primero: ¿Qué pasará con Gabriela Michetti, que con el resultado puesto festejó el rechazo de un proyecto aceptado por la mitad de los argentinos? ¿Cómo hará Macri para pedirle, en ese caso, que dé un paso al costado en la integración de la fórmula presidencial con la que el jefe de Estado buscará la reelección?
Más aún si se tiene en cuenta que tanto Macri y Horacio Rodríguez Larreta, como María Eugenia Vidal, los tres principales dirigentes del PRO que buscarán ser reelectos en el 2019, se manifestaron cerradamente “en favor de las dos vidas”.
La segunda inquietud tiene que ver con las listas del Congreso. Tanto Daniel Lipovetzky como Silvia Lospennato, los dos abanderados “verdes” del PRO en Diputados, terminan sus mandatos el próximo año. ¿Tendrán un lugar privilegiado? “Es un problema a resolver: la paridad entre celestes y verdes”, decía en la tarde el jueves un alto funcionario de Casa Rosada que talla en la estrategia electoral de Cambiemos.
“O armar dos listas”, bromeaba. Consciente del quiebre interno que desató el aborto y que el Gobierno, como reconocen, no supo manejar.