El golpe de Bonadio: pidió la detención de Cristina y complicó a Macri por las reformas que negocia con el PJ

Por: Laura Capriata @lcapriata

El kirchnerismo acusó a Macri de estar detrás del pedido de detención de Cristina Fernández de Kirchner y varios de sus funcionarios y dirigentes más cercanos; pero con la medida judicial que esta mañana tomó el juez federal Claudio Bonadío pega a los dos costados con un golpe. En esta nota te contamos por qué.

En estas horas aciagas, en las que la grieta parece más profunda que nunca, Cristina Fernández de Kirchner y el gobierno de Cambiemos comparten una profunda coincidencia: los dos supieron ganarse el desprecio del juez Claudio Bonadio.

Es cierto que Cristina probablemente lo haya conseguido en mayor proporción, pero el Gobierno de Mauricio Macri no se quedó atrás, con sus insistentes críticas a la Justicia y con la falta de respaldo que Bonadio ha sentido como algo personal.

«Hace 48 horas el Presidente hizo una reunión donde citó a empresarios, políticos, sindicalistas, donde criticó Poder Judicial y no le encontró ninguna virtud», se quejó Bonadio durante una conferencia pública en el Rotary hace poco más de un mes, después de que Macri criticara a la Justicia en la reunión en la que presentó en sociedad las reformas que impulsaría.

Bonadio lleva la causa y su decisión levantó polémica
Bonadio lleva la causa y su decisión levantó polémica

Macri le pidió a la Justicia en esa presentación “dar el ejemplo” y cuestionó sus acotados horarios, sus largas vacaciones y sus buenos sueldos.

«Si ese es el punto de partida para discutir esto (una reforma en la Justicia), empezamos mal», le contestó Bonadio, que lo sumó a la lista de reproches que venía acumulando contra el Gobierno, y que lo habían predispuesto mal. Nadie imaginó cuánto.

La prueba de eso es la oportunidad que el juez más antikirchnerista de Comodoro Py eligió para pedir el desafuero de la ex presidenta y actual senadora.

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Diciembre, época propensa a la conflictividad social, pero peor aún, el momento que el Gobierno eligió para aprobar las reformas que con paciencia china hace meses que viene tejiendo con el peronismo (léase los gobernadores y los legisladores no kirchneristas).

Las reformas previsional, laboral y fiscal que el gobierno quería aprobar “antes de Navidad” pasaron a un segundo plano. “Esto no ayuda, todo corre riesgo”, le dijo a #Border una fuente parlamentaria oficialista que ya había comprobado con desazón que los ánimos de los peronistas, de todos los bandos, estaban caldeados.

Podrán estar en bloques divididos (de hecho el kirchnerismo y el FPV acaban de romper en las dos cámaras) pero nada unifica más que un peronista en peligro de ir preso.

El impacto que esto tendrá en la política en los próximos meses se divide en dos áreas: en el área fáctica, probablemente no pase nada.

El jefe del bloque peronista en el Senado, Miguel Pichetto, ya dijo que seguirán con la misma doctrina que aplicaron con Carlos Menem. No aprobarán el desafuero de nadie hasta que haya una condena firme (es decir que todas las instancias de apelación hayan sido agotadas) sobre la flamante senadora.

Considerando que todavía no hay ni miras de que vaya a juicio, y las sucesivas apelaciones en nuestro país llevan años, probablemente pase todo su período de senadora, seis años completos, en la Cámara Alta.

En el área simbólica, sin embargo, el impacto es y seguirá siendo enorme.

Desde el kirchnerismo supieron aprovecharlo al instante, haciendo lo que mejor les sale desde que son oposición: victimizarse. Lograron un amplio apoyo de los mismos de siempre, pero también de los que se habían ido heridos, como Florencio Randazzo o Alberto Fernández, los intendentes, algunos gobernadores y de la izquierda de todos los sectores. Las marchas en su favor prometen incrementarse, bajo la consigna de que se trata de presos políticos.

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Incluso algunos constitucionalistas expresaron dudas sobre la decisión de Bonadio, y Cristina no descartó presentar su caso en alguna corte internacional, casi como si fuera Nelson Mandela.

El impacto político que esto tendrá para el kirchnerismo no podrá ser otra cosa que positivo, y la imagen de Cristina Kirchner (que había logrado su último triunfo presidencial en 2011 gracias a la empatía que había generado su reciente viudez) recibirá el envión que las elecciones no pudieron darle.

Sin embargo, también hay que decirlo, en las caras de los que la acompañan cotidianamente, se olía el miedo. La Justicia se convirtió en los últimos meses para el kirchnerismo en una caja de Pandora, y las sorpresas para ellos generalmente son malas.

Es una experiencia completamente nueva que nunca habían vivido (operadores y presiones mediante), ni siquiera en Santa Cruz. Y es aterradora.

Sin embargo, en el corto plazo, no deberían desanimarse. A Cambiemos le va un poco peor. La Justicia para ellos también es una Caja de Pandora, en sentido inverso. Nunca saben cuándo meterán preso al próximo ex funcionario y se armará un revuelo político que complique todo lo que está en marcha.

La reacción del Gobierno en las primeras horas después de conocerse la decisión de Bonadio fue reveladora en este sentido.

 “Celebramos que la Justicia tome el toro por las astas”, se animó el joven e inexperto titular de la bancada de Pro en Diputados, Nicolás Massot, en las primeras horas de la mañana.

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El dirigente Esteche estuvo prófugo durante la mañana
El dirigente Esteche estuvo prófugo durante la mañana

Un rato después Macri inauguró un parque en terrenos ganados a la Quinta de Olivos y evitó el contacto con la prensa. Señal de que necesitaba pensar. Ya al mediodía el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y la titular de la Oficina Anticorrupción –entre otros- pedían “prudencia” y tiempo para leer el fallo.

Para la media tarde, cuando Marcos Peña enfrentó a la prensa, su cara estaba muy lejos de cualquier tipo de festejo.

Cristina había dicho que no había democracia, que la causa era inventada y había acusado directamente a Macri en conferencia de prensa, casi como si volviera a la famosa cadena nacional.

«Es un tema estrictamente judicial y corresponde a la Justicia poder proseguir con el trámite normal», dijo un jefe de Gabinete algo desolado, y no en vano habló de garantizar “un debido proceso de defensa para los acusados”.

El juez Bonadio (paradójicamente acusado de macrista por los K) los metió en dos problemas. Demostrarle al mundo que no tuvieron nada que ver y que la democracia funciona en la Argentina, pero a la vez sin decepcionar a su electorado, una parte del cual reclama la prisión de CFK como si fuera una promesa de campaña. ¿Y acaso no lo fue un poco?

Lo que finalmente decida Cambiemos en el Senado –desafuero o no desafuero- no tendrá aplicaciones prácticas. Sin el bloque de Pichetto no podrán aprobarlo. Sin embargo, de nuevo simbólicamente, los enfrentará a su encrucijada eterna. Actuar pensando en los que los corren por izquierda o en los que los corren por derecha. Y no quedar en el intento. 

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