Mientras Carlos Stornelli optaba por ser considerado “en rebeldía” por el juez Alejo Ramos Padilla, al ausentarse en la cuarta requisitoria judicial para presentarse en los tribunales de Dolores, el periodista Hugo Alconada Mon publicaba una nota explosiva en la que revelaba que el falso abogado y presumible espía Marcelo D’Alessio habría realizado investigaciones sobre la ex pareja de la esposa del fiscal.
Stornelli considera que la “rebeldía” es un mal menor ya que el juez tendría la decisión de procesarlo tras la indagatoria que rehúsa, según dijo su abogado, por un claro objetivo político para apartarlo de la causa de los cuadernos. De las nuevas acciones que se revelan sobre el versátil D’Alessio en su entorno, el fiscal hizo trascender que lo habría hecho por su cuenta, no a pedido, y casi como para congraciarse.
Lo cierto es que D’Alessio es acusado de extorsionar en nombre del fiscal a supuestos empresarios no menos sinuosos que el propio falso abogado, algunos que ni figuran en la causa de los cuadernos. Y, de carambola, espiar periodistas, en una maraña de presumibles agentes secretos de distinta organicidad que se acusan entre sí, ventilando ilegalidades de las que el titular de la AFI Gustavo Arribas y su segunda Silvia Majdalani deberán dar cuentas en el Congreso.
Un escándalo político que desnuda a oficialistas por lo menos ingenuos al explicar su aproximación al personaje y en opositores que prefieren más el show que las pruebas.
Al margen de esas carpetas de espionaje ilegal, en la casa de D’Alessio allanada en febrero en el country Saint Thomas de Canning apareció una fortuna impensada. El falso abogado no registraba ingresos concretos, ajenos a supuestas extorsiones o vínculos más chapeados que chequeados con insondables agencias estadounidenses.
No, al menos, desde su paso por la función pública en la empresa estatal Enarsa, el único trabajo registrado del que se sabe.
D’Alessio trabajó durante la gestión kirchnerista en esa empresa estatal, entre 2011 y 2013 sin dejar demasiados detalles de su labor -nadie a ciencia cierta recuerda su puesto- ni sentirse obligado a presentar una declaración jurada, por más que debía hacer. Por tal razón tiene actuaciones abiertas en la Dirección de Investigaciones de la Oficina Anticorrupción.
Sí lo hizo, en cambio, cuando fue efímeramente designado en diciembre 2015, por la gestión de Cambiemos, como director. Y lo insólito es que D’Alessio duró sólo siete días en el cargo. Porque Hugo Balboa, el presidente de la compañía designado por Juan José Aranguren, decidió invitarlo a retirarse. Le habían llegado informaciones sobre el falso abogado que Balboa, quien lo había conocido apenas dos días antes de asumir, no quiso tomar a la ligera. Pero ciertas actitudes autoritarias que salieron a la luz sobre su paso previo por Enarsa decretaron la decisión que, a vista de lo que vendría, fue ahorrarse un dolor de cabeza.
Lo que nadie puede -o quiere- contestar es cómo llegó D’Alessio a Enarsa, en su segunda vuelta reconvertido a la gestión de Cambiemos. Apenas remiten a que la recomendación vino desde la Fundación Pensar, que supo dirigir Francisco Cabrera pero que, para ser justos, contuvo en filas a gran parte de los cuadros del PRO que desembarcaron en la Nación.
Hay que darle la derecha en algo a D’Alessio: no reclamó el pago de su sueldo semanal. Y a pesar de lo fugaz se hizo tiempo para cumplir con la norma de explicitar sus bienes ante la Oficina Anticorrupción. Lo extraño fue que declaró que su patrimonio entonces se redujo en 2 millones de pesos. Un año fatal para el presunto espía.
Su declaración jurada, sin embargo, deja una fotografía de su economía declarada para 2014-2015.
D’Alessio declaró bienes por 7.938.589 pesos:
- Un solo inmueble: la casa en el country de Canning, que dijo haberla adquirido en julio de 2013, con una superficie de 100 metros cuadrados, a la que (sub)valuó en 325 mil pesos. (Hasta entonces, al menos, no figuraban en su patrimonio ni una casa en el Chaco ni un departamento en Puerto Madero que fueron allanados por la Justicia, en las distintas causas que lo involucran).
- Un Mercedez Benz E350 modelo 2006 que declaró haber comprado en 2007 y cotizó en 439 mil pesos.
- Una moto Mondial LD 110 YT, modelo 2012 y adquirida nueva, tasada en 7 mil pesos.
- Un Peugeot 308 Allure HDI NAV, modelo 2013, cotizado en 174.500 pesos.
- Otro auto no especificado que sería de colección, modelo 1936, que dijo adquirir en 2013 y cotizó apenas mil pesos.
- 9 mil dólares y 3.121.000 pesos en efectivo.
Ya 2014 habría sido para D’Alessio un año de visitar concesionarias. Adquirió:
- En junio, un BMW 535i, modelo 2012, que declaró en 1.025.000 pesos.
- El mismo mes, otro auto que se estima de colección -se rumorea un Chevy- modelo 1997, que tasó en 510 mil pesos.
- En julio, una camioneta Toyota Hilux 4X4 C/D SRV 3.0 TDI 5AT cuero -A4 a estrenar, que tasó en 475 mil pesos.
- En octubre, otra camioneta 0 km. Una Dodge RAM 1500 5.7 V8 Laramie 4X4, que cotizó 520.500 pesos.
- En diciembre, un Chrysler 300c, modelo 2013, que valuó en 756.500 pesos.
A la compra compulsiva de coches le siguió un desprendimiento. Sin ninguna especificación, para el cierre de su declaración jurada, uno de los coleccionables, el BMW y el Chrysler habían desaparecido de su patrimonio, lo que explica que, de un año a otros sus bienes se redujeran 1.858.447,96 pesos, es decir, en un 23 por cierto.
Los policías que allanaron las propiedades de D’Alessio habrían llevado una lista de más de diez vehículos registrados a nombre del falso abogado. Pero apenas encontraron una Range Rover nueva -la misma que el presunto espía utilizó cuando fue filmado junto a Stornelli en Pinamar, dos motos -una de ellas con pedido de secuestro-, un Toyota Corolla y una camioneta Audi. Trascendió que D’Alessio dijo haber vendido el resto. Al menos, la declaración jurada que publica #BORDER revela que la compra-venta de autos era un mecanismo habitual en él.
La declaración jurada de Marcelo D’Alessio by DanielSeifert on Scribd
En el documento oficial que presentó en 2015 nada decía del yate que le descubrieron a nombre de su padre. Ni de las varias empresas que integró. Ni de la lujosa colección de más de 50 relojes que le descubrieron, entre los que se destacaba un Double Tourbillon que podría valer 200 mil dólares. Ni de las armas que le secuestraron, entre ellas, una escopeta Kel Tec KSG calibre 12 UAB con cañón de 380 a 599 milímetros para 16 cartuchos.
Lo que sí agregó fue que tenía estudios “universitarios” -no dijo ser abogado, al menos en los papeles-, haber tenido ingresos no detallados por 1,216.800 pesos anuales y “gastos personales” por 2.573.187 pesos.
A D’Alessio lo investigan por lavado de dinero en una causa vinculada al narcotráfico -del que decía ser especialista-, por integrar una asociación ilícita dedicada a hacer espionaje ilegal -y embarrar en el camino- a periodistas, políticos y celebridades, y por extorsionar empresarios e imputados evocando el nombre del fiscal Stornelli. Con su declaración jurada a la luz, la Oficina Anticorrupción podría ampliar el menú, al menos, con un denuncia por enriquecimiento ilícito.