¿Cómo intentan simular mayor nivel de influencia en las redes sociales algunos políticos porteños?
Hay una categoría que supuestamente forma parte del ser nacional, pero que en realidad está más cerca de los alrededores de los cultores la estafa: aquella categoría conocida con el nombre de “viveza criolla”. Se trata del regodeo ante “la ventajita”, el festejo del fraude, la actitud que caracteriza al “vivillo” y -en época electoral- es una forma de la acción cercana a la “chantada”. En la época de la web 2.0 y las redes sociales, no debería llamar la atención que los largos tentáculos de la viveza criolla hayan llegado a Twitter.
Es más o menos conocido que no todas las cuentas existentes en la red social Twitter pertenecen a personas reales. Muchas son los así conocidos “bots” -apócope de robots-: cuentas que actúan con un fin determinado: realizar cierta campaña, retuitear a cierto usuario, promocionar tal app -e incluso promover tal virus-. También están las cuentas cuyo sólo fin es estar allí. Hacer bulto. Amucharse entre los “seguidores” de un usuario y así dar la falsa imagen de su mayor influencia. Las famosas cuentas “fake”. O, para decirlo también en una categoría nacional, “cuentas truchas”. Estas cuentas se venden. Y hay candidatos porteños que ya las compraron.
El caso más alevoso es el de los candidatos porteños de Sergio Massa, que se agrupan en el Frente Renovador de la ciudad. Sus principales referentes parecen haber comprado un kit de seguidores más o menos por la misma fecha, a fines de marzo, para enfrentar como supuestos “tweetstars” la elección del 26 de abril. Desde la cuenta oficial del partido massista en la capital hasta la del candidato a intendente, pasando por la de los candidatos a legisladores y referentes, un festival de compras de “followers” produjo que aumentaran exponencialmente la cantidad de “seguidores” en la red social del pajarito.
La cuenta oficial del partido Frente Renovador en la ciudad de Buenos Aires es @frcapital. Como se puede ver en este gráfico, la evolución de la cantidad de seguidores tuvo un salto a mediados de 2014 y uno más a mediados de marzo de este año.
Así, de unos pocos centenares de seguidores, en pocos meses alcanzaron la cifra de 18412 supuestas cuentas atentas a sus tuits. La aplicación Twitter Audit -que dice tener por objetivo descubrir “si alguien tiene montones de seguidores por haberlos incrementado mediante métodos inorgánicos, fraudulentos o deshonestos”- señala que tan sólo el diez por ciento de los seguidores de esa cuenta son reales y que el resto serían “fakes”.
Lo mismo ocurre con sus referentes y candidatos. El primer candidato a legislador Diego Kravetz aumentó 23 mil seguidores de manera abrupta en el último período. Twitter Audit indica que sólo el 13 por ciento de los seguidores de @diegokravetz son reales.
El candidato a jefe de gobierno Guillermo Nielsen aumentó 19 mil seguidores a mediados de marzo de este año en su cuenta @NielsenEcon. Sólo el diez por ciento son reales.
Sin embargo, el fenómeno no sólo es privativo del massismo centroderechista. También hay ejemplos de la “viveza criolla 2.0” en el kirchnerismo, el candidato de Elisa Carrió y hasta en la así llamada “izquierda”.
El confuso delfín de Elisa Carrió en la ciudad de Buenos Aires también recurre con pasión a los seguidores truchos. Martín Lousteau (@GugaLousteau)-que en la ciudad es opositor a Macri, aunque su jefa política es socia de Macri a nivel nacional– tiene más de la mitad de sus seguidores en rojo: 114341 followers son fake, mientras 98189 pertenecen a personas verdaderas.
El precandidato a jefe de gobierno por el kirchnerismo Carlos Oviedo (@oviedocg), de la agrupación Aluvión Ciudadano, tiene 49929 seguidores “fake” y sólo el 37% de sus seguidores son reales.
Se sabe que la izquierda tiene entre sus principios el “internacionalismo”. Tal vez se daba a esta circunstancia política que el candidato del MST Alejandro Bodart tenga miles y miles de seguidores estadounidenses y australianos. Aunque en realidad parece ser obra de la compra de seguidores.
El análisis de la cuenta de Bodart (@Ale_Bodart) indica que sólo el 24 por ciento de sus seguidores son reales. Evidentemente los “followers” truchos fueron adquiridos mediante empresas del extranjero.
(Una digresión: existe otro dato curioso sobre la campaña de Bodart a la legislatura porteña. Su partido MST lleva a cuatro candidatos a la jefatura de gobierno: el actor Héctor Bidonde y tres personas más o menos ignotas. Resultan desconocidas las diferencias que puedan existir entre los precandidatos de Bodart. Tal vez habría que recordar que el Estado provee de los recursos necesarios para la confección de boletas por millones por cada lista oficializada. En los mentideros políticos se recuerda al sempiterno candidato Juan Ricardo Mussa, que se presentaba como candidato y muchas veces no completaba las escuelas con boletas porque directamente no las imprimía, circunstancia que hacía que se sospechara que sus candidaturas tuvieran más un efecto comercial en beneficio propio que político para las mayorías. El Tribunal Electoral fijó en treinta centavos de peso el valor que da a los partidos por cada boleta. La “viveza” del MST de Bodart también puede estribar en que al ocupar cuatro espacios en las mesas del cuarto oscuro, puedan recabar de refilón el voto despolitizado que mete en el sobre la boleta del candidato desconocido como forma de protesta ante los candidatos mayoritarios. Lo cierto es que no existen diferencias políticas entre los cuatro candidatos que van en listas separadas en el MST. De hecho, este cronista pudo presenciar cómo una de las cuatro precandidatas del MST llamada Maru Lopez repartía volantes llamando a votar a su supuesto adversario Héctor Bidonde en la entrada del Parque Centenario este domingo).
Así las cosas, ciertos candidatos quisieran posar como influyentes en las redes sociales (“influencer” es el nombre que le corresponde a los “tweetstars” con miles de seguidores y que pueden llegar a marcar tendencias) pero a costa de incrementar sus seguidores a cambio de una tarifa. Una chantada, sí. Pero para matizar, habría que postular que es una chantada bien argentina y muy moderna, bien dos punto cero.
Con la colaboración de Lucas Tabaschek @luctabas
