Pasaron tan sólo dos días desde que los mercados vivieron una jornada de algarabía como no la tenían hace mucho tiempo. El viernes, y bajo la cálida música de encuestas que lo daban a Macri en un empate técnico con Alberto Fernández, Wall Street le dio un gran espaldarazo de confianza a la fórmula oficialista de cara a los comicios del domingo. Cuando el río suena, agua trae.

Hace un tiempo Warren Buffet, uno de los más exitosos inversores de las últimas décadas, acuñó la frase “si los mercados fueran eficientes, yo estaría pidiendo caridad en la calle”. El grado de distorsión que se generó en el microclima de las encuestadoras es para otro análisis, pero sin lugar a duda lo significativo de la distancia obliga a repensar usos y metodologías.

Lo de hoy lunes es pánico, liso y llano. Las PASO no sólo muestran una derrota tremenda para el oficialismo en términos cuantitativos (15% de diferencia) sino que cualitativamente emerge inmediatamente lo lejos que queda el mes de diciembre, cuando se efectúe un bastante probable recambio presidencial.

Que el modelo económico de Cambiemos presentaba serios problemas de vulnerabilidad económica no es una novedad. Sin embargo, a partir de la tutela económica del FMI y los correspondientes desembolsos, se apostaba a un sendero más suave para el año en curso.

Nada de eso ocurrió, el “voto heladera”, reflejo de la gravedad de la situación económica fue mucho más contundente y directo que todas las estrategias electorales como el big data o la microsegmentación. La realidad se impuso.

¿Qué esperar? En el corto plazo, muchísima volatilidad. Pasado el mediodía, y a pesar de que Guido Sandleris fue citado a Casa de Gobierno temprano en la mañana, no existía certeza de cual será la estrategia cambiaria del BCRA, amén de haber subido su tasa de interés de referencia un 10% en su primera licitación de Leliqs.

La incertidumbre es tal que durante momentos de la rueda no había precio y los bancos privados ponían sus “puntas” para compra y venta de dólares con un margen amplísimo. Lo normal sería ver cierta estabilización y merma de la incertidumbre en los próximos días, cuando tanto oficialismo como oposición “muestren sus cartas” y vayan definiendo que camino recorrerán estos largos cuatro meses.

Por lo pronto, el candidato del Frente de Todos anunció primero durante la campaña que pretendía renegociar los términos del acuerdo con el FMI, renegociación que en la práctica luce inevitable cuando se analiza la carga financiera que debe afrontar nuestro país para el período 2020-2023, con vencimientos de deuda en dólares del orden de los 35.000 millones de dólares en promedio.

Hoy, Matías Kufas, uno de los miembros de su equipo económico de Alberto Fernández, insistió con que el candidato tiene «absoluta voluntad de pago» y  aseguró que están en desacuerdo con un posible «cepo cambiario».

Lamentablemente, los más vulnerables serán los más perjudicados de un modelo económico esencialmente frágil, que no pudo resistir el simple juego de la democracia. El salto del 30% en la cotización del dólar, de persistir, se trasladará a precios e impactará directamente en el poder adquisitivo.

La polarización política mostró una vez más ser una estrategia que puede resultar tentadora a la hora de acumular pertenencia y voluntades, pero que en su traducción económica es un verdadero desastre. Así las cosas, será tiempo de barajar y dar de nuevo, ojalá el Gobierno entienda la gravedad de la situación y prime la responsabilidad.