La fortuna que llegó a manejar el ex secretario presidencial Daniel Muñoz se presupone multimillonaria pero aún la Justicia no puede cuantificarla en su totalidad -se habla de cifras superiores a los 200 millones de dólares- ni saber a ciencia cierta si fue de él o -como se presume- fue parte de una fortuna de la corrupción de los Kirchner.
En #BORDER contamos antes que nadie cómo Muñoz, a través de testaferros, se hizo de más de 70 millones de dólares que invirtió en departamentos y negocios en Miami y Nueva York, que luego fueron rápidamente malvendidos para volver a ser ocultados y, según los investigadores, gran parte reinvertidos en un complejo hotelero de lujo en las islas caribeñas de Turks and Caicos, paradisíacas tanto en lo natural como en lo fiscal.
Pero con el mismo método de recurrir a testaferros y socios opacos, Muñoz se diversificó en otros lugares. Las costas de Uruguay fueron uno de ellos, donde el ex secretario de Néstor y Cristina Kirchner llegó a disfrutar de sus descansos de verano, ya alejado de la función pública, para, antes de su muerte, revender para hacer líquida.
La curiosidad de esta mansión esteña es que los millones que costó terminaron en el blanqueo de bienes que propició el gobierno de Mauricio Macri y en manos de uno de los investigados como testaferro del ex funcionario K.
La mansión esteña fue adquirida por Muñoz en diciembre de 2008, meses antes de que renunciara a su cargo. El funcionario nunca la declaró porque la misma fue puesta a nombre de su suegra Stella Marys Blanco, madre de su viuda y arrepentida Carolina Pochetti, hermana de la ex esposa del ex gobernador santacruceño Daniel Peralta y tía de dos de los testaferros que la familia utilizó en Estados Unidos para ocultar bienes.
Se trata de “Lobo Viejo”, una casa de playa ubicada en el padrón 176, manzana 15, intersección de las calles Viejo Marino y Del Pirata, en el balneario Punta Ballenas, en la zona de Solanas, partido de Maldonado, Uruguay. La casa llevaba el mismo nombre que una de las empresas que Muñoz radicó en las Islas Vírgenes Británicas y que se utilizó para la ingeniería de compraventa de inmuebles en Estados Unidos: Old Wolf ltd.
De hecho, una de las personas que menciona esta mansión como parte del patrimonio de Muñoz es quien fuera su agente en la compra de propiedades en Miami y testaferro Elizabeth Ortiz Municoy, según se desprende del auto de procesamiento que el juez Claudio Bonadío dictó en febrero pasado. “Tengo conocimiento de que Muñoz además de esas propiedades (en Estados Unidos) posee otras que no adquirió a través de mi ex esposo. Una de ellas se ubica en Punta del Este, Uruguay, y otra en Villa La Angostura, Neuquén, Argentina. La casa de Punta del Este, se encuentra en Solanas, Departamento de Maldonado, es una casa de techo a varias aguas, de tejas bordó, de no menos de 1.200 mts cubiertos, que cuenta con alrededor de siete habitaciones más el sector de los caseros, con acceso directo a la playa”, describió la ex esposa de Sergio Todisco, otro eventual testaferro, ante la Justicia, cuando intentaba ser tomada como arrepentida en la causa.
También se refirió a la casa uruguaya la viuda de Muñoz, Carolina Pochetti, en una declaración judicial previa a decidir arrepentirse, en la que brindó pocos detalles. “Muñoz adquiere esa casa y lo hace a través de una inmobiliaria acá en Buenos Aires y viaja a Punta del Este y llega a cerrar el negocio. Ahí le pide a mi madre si puede figurar durante un tiempo como dueña de la propiedad y él le promete sacarla rápidamente. La casa luego pasó a nombre de otra persona pero no recuerdo cuándo. No recuerdo las fechas en que se adquirió pero sé que en el verano de 2011 fuimos ahí. Cuando se vendió yo no participé, no recuerdo cuándo fue. Desconozco cómo fue el pago de la compra y su venta”, dijo la viuda, cuya desmemoria cambió luego en el transcurso de la causa.
Juan Manuel Campillo, ex funcionario K y también investigado por operar en las propiedades de Muñoz también se refirió a la mansión uruguaya y al entorno de Pochetti: “Su familia era muy ambiciosa. Entiéndase como familia a su madre, con seguridad, y otros que no me mencionaron. Lo de su madre, es con seguridad toda vez que Muñoz me refirió que su suegra tenía bienes a su nombre, por ejemplo en Uruguay”, declaró el ex ministro santacruceño.
Pero quien sí recordaba mejor cómo fue el derrotero de la casa de verano de Muñoz en Uruguay fue Carlos Temistocles Cortez, el hombre que se la compró, a su pedido, y que la Justicia también apunta como su testaferro.
Ventas extrañas y blanqueo
Carlos Temístocles Cortez es un empresario que se había asociado con el ex secretario K en la compra de una cadena de farmacias y que, según declaró, participó en las inversiones inmobiliarias de Muñoz en Estados Unidos, pero cuando los fiscales le preguntaron si eso quedó plasmado en algún documento dijo que no, porque “todo lo que se había con plata no declarada no llevaba documentación”.
Cortez detalló que Muñoz solía entregarle dinero “en fajos de 10.000 dólares, que venían los billetes con olor a humedad y con sellos de distintos banco (como) Galicia, Francés o Macro” y recordó que “en muchas oportunidades faltaban” algunos para completar la cifra.
El avance de la causa judicial resultó en que Cortez quedara procesado por asociación ilícita, como presunto testaferro del ex funcionario, fue dictada su prisión preventiva y fue embargado en mil millones de dólares.
Pero en aquellos años de socios recordó que, entre los negocios que surgieron, Muñoz le ofreció la casa de Punta del Este. “Me dijo que necesita vender lo cual no le era fácil y propuso que la adquiera yo. Si bien no era de mi interés ya que era una propiedad importante igualmente la compré por inversión y para hacerle un favor, se la pagué 900.000 dólares en efectivo y lo único que hice fue poner las acciones al portador de la sociedad propietaria a mi nombre, Brokerage, que estaba constituida creo que en Panamá”, declaró.
Sostuvo además que el supuesto pago en efectivo fue a pedido de Muñoz y que ese dinero Cortez no lo tenía declarado. Y que la operatoria se hizo en Pedro Ignacio de Ribera al 5700, en Villa Urquiza, donde el ex secretario K tiene una oficina que fue allanada y se le descubrió un baño con puertas blindadas, además varios autos de lujo.
Cortez describe la mansión uruguaya en su declaración, que formó parte del procesamiento que dictó el juez Claudio Bonadio en febrero: “Era una casa de dos plantas, tenía cinco habitaciones, pileta entre la línea de la playa y la casa con una gran vista que daba a la playa, los techos de teja, era de quinientos metros cubiertos y el terreno tenía todo el parque hasta el borde de la arena”. Los datos catastrales dirían que en los metros se quedó corto.
Más fotos de la Mansión "Lobo Viejo" de Daniel Muñoz y Carolina Pochetti en Punta Ballena – Maldonado, Uruguay. pic.twitter.com/YI3ChR1tve
— Dani Lerer (@danilerer) October 26, 2018
La propiedad estuvo a nombre de su empresa desde agosto de 2016, cuando Cortez declaró haberla comprado, hasta diciembre de 2017, cuando se la vendió a un tercero que nada tenía que ver con Muñoz, según constató el diario uruguayo El Observador en base a información de la Unidad Antilavado de aquel país que también investiga el derrotero de la propiedad.
Lo curioso es que, tras las revelaciones de los Panamá Papers que fueron la punta para que #BORDER revelara las inversiones millonarias de Muñoz y tras la muerte del ex secretario de Kirchner, en mayo de 2016, Cortez declaró haber tenido un gesto más hacia la viuda, antes de vender la casa: “Como me la había entregado totalmente equipada y amoblada, me pareció un gesto de gentileza avisarle a Carolina Pochetti si quería conservar algo que tuviera valor afectivo para ella, por ello viajamos a Uruguay a ver la casa, ella lloró y no agarró nada”.
“La vendí en el año 2017 en el mes de diciembre en 1.200.000 dólares limpios, El producto de la venta me lo transfirieron a una cuenta en EE.UU. en el HSBC Premier de Miami, y la cuenta está a mi nombre”, agregó Cortez en su declaración.
¿Por qué tendría el hombre un gesto tal con la viuda de alguien al que le compró la casa meses después? Los investigadores descreen de esa versión. Más bien consideran que la venta de la casa fue otra simulación para ocultar los bienes de Muñoz y hacerlos líquidos tras conocerse el desfalco. Que el supuesto pago de la casa haya sido en efectivo y en negro abona a las dudas y hace a la operación incomprobable. Además, las fechas de la compraventa coinciden con el derrotero similar que sufrieron las propiedades de Muñoz en Estados Unidos tras su muerte. “Entiendo que pensando en el largo plazo debo tener una actitud permanente de colaboración y ayuda con mis socios y amigos y a mi parecer es todo lo que hice. A la luz de la nueva información solo queda preguntarme si el costo que debo pagar no es muy alto para el escaso beneficio que obtuve de esa relación comercial y societaria”, intentó explicar Cortez.
Ante los fiscales, Cortez admitió que ingresó la casa al blanqueo de capitales que abrió el gobierno de Macri, con el valor que finalmente la vendió. Su nombre no despertó ninguna alarma. Ahora, si el Estado quiere recuperar dinero de la corrupción debería apuntar a esa cuenta de Cortez en Miami a donde los fondos de la casa esteña de Muñoz fueron.