Aunque en el gobierno admiten un aumento de la pobreza, y la consecuente necesidad de comida, un Comité de Emergencia reemplazó en los hechos a las variopintas citas del Consejo que sentó en una misma mesa a famosos, como Marcelo Tinelli, junto a funcionarios. Destacan que igual incrementó las donaciones empresarias y la aparición de iniciativas solidarias privadas.

Hace una semana el presidente Alberto Fernández recibió en la Residencia de Olivos a dirigentes sociales que, más allá de apoyar la estrategia oficial para enfrentar la pandemia, reclamaron por la falta de comida. «Va a quedando atrás la foto de la Mesa como la vimos. Pero ha tenido un correlato en la donaciones que están haciendo empresarios y en la articulación público-privada para dar ayuda. Es que la sábana del estado es corta», explicó una de las caras de la Mesa contra el Hambre, Victoria Tolosa Paz, titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.

En diálogo con BORDER, la funcionaria, esposa del amigo presidencial «Pepe» Albistur, dijo que los equipos técnicos siguen funcionando y que están abocados a distintos proyectos como la «georeferenciación de 90 mil chicos de talla baja por desnutrición. Estos niños, afirmó, serán asistidos con un plan del INTA que acercará a productores locales con sus familias.

En los hechos, la variopinta Mesa -que en su presentación de finales de noviembre pasado estuvieron desde la chef Narda Lepes hasta premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel- suspendió la última reunión presencial porque a los tres días el jefe de estado decretó la cuarentena.

La dirigente platense defendió la participación de famosos en el lanzamiento de la Mesa porque instaló la necesidad enfrentar este tema como una política de Estado. Aseguró que, por caso, Narda Lepes busca mejorar la calidad nutricional de una red de 50 comedores de la provincia de Buenos Aires. Y también bancó a Tinelli, apuntado por algunos funcionarios por sus escandaletes de cuarentena en tierras patagónicas, como la valija que se hizo llevar a Esquel en plena restricción, al parecer, por una gestión de la ANAC, de Paola Tamburelli. «Entró por vocación solidaria y no sólo ayudó con el pozo de agua para los wichis de Salta sino con otras obras de su Fundación LaFlia. Después las cuestiones personales cada uno las juzgará», aseveró Tolosa Paz.

Otro estrecho colaborador del presidente también negó que vayan a eyectar al animador del Consejo contra el Hambre -que, en los hechos es convocado por Presidencia- aunque otro funcionario que a menudo camina la galería del Patio de las Palmeras dejó trasuntar cierto malestar contra el presidente de San Lorenzo. «No creo que haya tiempo para preocuparse por Tinelli: es inimputable».

Por último, Tolosa Paz hizo referencia a las gestiones de empresas, como Pampa Energía, Danone o Unilever, en la donación de productos para poblaciones vulnerables. Se mostró a favor de toda colaboración en momentos en que «vamos a tener más pobres e indigentes» producto de la crisis. Algunas acciones se han llevado a cabo con integrantes de la Iglesia, como una entrega de productos de higiene en Quilmes donde estuvo presente el obispo de esa diócecis, Carlos Tissera, también titular de Cáritas.

Justamente uno de los delegados de Cáritas en el Consejo contra el Hambre es Juan Pablo Gasme, referente de Desarrollo Institucional de esa entidad. Admitió que luego del lanzamiento de la Tarjeta Alimentar por Desarrollo Social, la lucha contra el hambre fue superada por la pandemia del Covid y que la misma Mesa tuvo que ser «resignificada por una emergencia social y económica que agudizan la alimentaria». Traducido, significa que hay más demanda de alimentos. Por ejemplo, el comedor del padre Pepe Di Paola, en villa La Cárcova (San Martín) triplicó las raciones de comida.

Hubo un cambio de escala. Por eso llama la atención la ausencia de reuniones del Consejo contra el Hambre. Gasme agregó, sin embargo, que «son reales las quejas de que no llega la comida. El aumento de la demanda en Cáritas, por ejemplo, es del 50 por ciento y en las organizaciones sociales y en el Estado no existe esa capacidad de respuesta». Reconocemos la buena voluntad del gobierno y de las organizaciones pero «cuesta que llegue la comida a los que la necesutab» por las demoras a causa de las «torpezas» en  sobreprecios en las compras del ministerio a cargo de Daniel Arroyo.

En este contexto, Gasme valoró las iniciativas solidarias como «Seamos Uno» -integrada por empresarios y referentes católicos, judíos, evangélicos y territoriales- que dona a familias vulnerables cajas provistas con alimentos y elementos de higiene para un consumo semanal. Desde esa organización prometen llegar en los próximos días al millón de cajas entregadas, lo que equivaldría a una inversión privada de mil millones de pesos. 

Por afuera del Estado, también surgen otro tipo de iniciativas para asistir a la población vulnerable en tiempos de pandemia. Hace unos días el obispo villero Gustavo Carrara, auxiliar del cardenal porteño Mario Poli, recibió una donación de la Juventud Sindical que responde al secretario general de la CGT, Héctor Daer (la otra está referenciada en Hugo Moyano, como contamos en BORDER). El último miércoles, el obispo de Laferrere, César Barba, organizó una olla popular en el club que da nombre a esa localidad matancera. Algunos analistas sostienen que los religiosos han actuado con premura porque tienen la experiencia «de la crisis del  2001».

Con todo, en el gobierno se defienden de las acusaciones por los atrasos en los envíos de comida a merenderos y comedores y dicen que, en paralelo a la asistencia, el ministro Arroyo ha dispuesto una partida presupuestaria de $2 mil millones destinada a reforzar las compras de intendentes del Gran Buenos Aires y otras ciudades como Salta, Rosario, Concordia o Resistencia, que deben hacer frente a la emergencia por el coronavirus.

Sin embargo, otro de los invitados a la Mesa del Hambre, el ex legislador y referente de de la Multisectorial 21F, Gustavo Vera,  planteó sus diferencias con respecto a la forma en la que se gira dinero a los municipios por el uso «arbitrario» que le darían algunos los jefes comunales.

Para el fundador de La Alameda ningún intendente hoy está en condiciones de saber con precisión cuántos hogares se han quedado sin ingresos, los que requieren urgente asistencia alimentaria o los adultos mayores que necesitan ser cuidado. Por eso, propuso que se conforme un comité de emergencia en cada municipio en el que participen los principales representantes de la sociedad civil  «Es menester que se subordine el envio de fondos a la existencia de estos comités para no fracasar», aconsejando, así, el palo antes de la zanahoria, en pleno debate del Comité de Emergencia de Desarrollo Social.

«La actual y sórdida disputa por la distribución de los recursos entre intendentes, organizaciones sociales y agrupaciones que prefieren el uso del Ejército nos puede llevar a una situaciòn de anarquía y fractura social por el accionar empírico», concluyó sus críticas quien hoy es un aliado del Ejecutivo.