El jefe de Gobierno mira encuestas y ve que el tema no surge espontáneamente como una problemática social entre los porteños. Y además, considera que afecta solamente a aquellos que transitan por el centro y prefiere no sacar agentes de los barrios. Según los números que maneja, el 75% critica los cortes, pero sólo el 50% está de acuerdo con usar la fuerza. En la primera quincena de marzo ya hubo 62 cortes en la Ciudad. Aparecieron “halcones y palomas” en Cambiemos.
En la política moderna, las encuestas no son sólo herramientas para definir candidaturas o estrategias de cara a una campaña electoral, sino que son también se han transformado en un recurso clave a la hora de decidir el rumbo de una gestión. Y son precisamente las encuestas las que están determinando la postura de Horacio Rodríguez Larreta de no confrontar con los grupos piqueteros, en particular, y con todos los cortes de calles que se producen en la Ciudad de Buenos Aires por una multiplicidad interminable de razones.
Esta postura no deja de generar tensiones con sectores del Gobierno nacional: cada vez está más clara la división entre “halcones” y “palomas” entre los funcionarios de Cambiemos. A diferencia de lo que pasó durante el kirchnerismo, donde hubo permisividad frente a cualquier tipo de piquete (recién al final del mandato se endureció la postura), en la alianza oficialista hay quienes creen necesario empezar a ponerle un freno a los cortes de calle.
El problema no es menor. Según la consultora Diagnóstico Político, en todo 2016 hubo 6491 cortes de rutas o calles en todo el país. Es un 3% más de lo que sucedió en 2015. Lo curioso, no obstante, es que en la Ciudad de Buenos Aires la cifra bajó: de 702 a 644. Pero una muestra clara de que la conflictividad en 2017 viene en marcado ascenso es que en la Ciudad, en la primera quincena de marzo, ya hubo 62 cortes, cuando en 2016, durante todo el mes, hubo 53. Y los movimientos sociales prometen seguir marchando.
«Los piquetes no aparecen como una preocupación de los porteños”, explican fuentes del Gobierno porteño. Se refieren a que las respuestas espontáneas de los ciudadanos entrevistados sobre las principales problemáticas nunca incluyen el tema de los piquetes. Así, la lectura es que solamente se vuelve un foco de debate cuando se repiten las protestas y acaparan a los medios de comunicación; caso contrario, no es algo en lo que la ciudadanía esté pensando constantemente.
Además, la lectura que impera en la cúpula del Gobierno porteño es que el problema de los piquetes tiene un solo foco: el centro porteño. Por lo que el porcentaje de “afectados” también se ve reducido. Plaza de Mayo, 9 de Julio, Congreso, Alem (por el Ministerio de Trabajo) o, a lo sumo, el Puente Pueyrredon suelen ser los lugares elegidos para las protestas, y sólo llegan a los barrios cuando se trata de reclamos de los propios vecinos del lugar (generalmente por cortes de luz o episodios de violencia).
¿Es descabellada esta lectura? La cantidad de personas afectadas por cada corte en el centro porteño es inconmensurable. Son miles o hasta millones quienes atraviesan la Ciudad para ir a trabajar. Muchos de ellos provenientes del Conurbano. Y las entradas y salidas de Capital casi obligatoriamente obligan a pasar por el centro, ya sea para ir a Retiro o a Constitución. Pero los vecinos de los barrios, razonan algunos en el Gobierno porteño, no se ven prácticamente afectados.
En una entrevista publicada este miércoles en el diario Clarín, el propio Rodríguez Larreta deja entrever esta motivación oculta para no desalojar los piquetes. “A la gente que le toca un corte en el centro, por supuesto que le molesta. Pero la gran preocupación es por la inseguridad. En todos los barrios”, explicó. Y continuó: “La policía es una sola. Los policías que mandamos para controlar desmanes son los que están en Caballito o Mataderos para defender a los vecinos por la inseguridad. Lo que sacás de un lado lo perdés por el otro”.
Federico Aurelio, director de la consultora Aresco, coincide en que “los piquetes no surgen como parte de los principales problemas de los porteños”. Sin embargo, contrapone el argumento oficial al sostener que “la gente considera que la Ciudad está desordenada” y que el segundo factor que toman como causante son los piquetes.
Por otra parte, siempre según los números de Aresco, en promedio un 75% de los porteños critica los piquetes como método de protesta y cree que se deberían tomar medidas más fuertes para evitarlos. “Solamente están de acuerdo con los piquetes en casos de cortes de luz o de inseguridad, pero no en el pedido de subsidios, planes sociales o sindicatos y reclamos salariales”, describe Aurelio.
Pero aclara que está repartida en mitades la opinión sobre si se debe usar la fuerza pública para desalojar los cortes. Y allí reside el otro enfoque del Gobierno con las encuestas. Saben que una inmensa mayoría critica los piquetes, pero muchos de los que conforman esa mayoría después criticaría también si la policía irrumpe y se ven escenas de violencia.
Esa disyuntiva afloró esta semana entre los miembros de Cambiemos. El propio Mauricio Macri salió a pedir una solución urgente para la problemática. Y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aseveró: “Paso a paso vamos a empezar a actuar”. Y se atajó: “Cuando actuemos no entremos en la paranoia de la Argentina. Si actuamos porque actuamos, y si no actuamos porque no actuamos. Actuar con decisión puede tener ciertas consecuencias, pero esas consecuencias no significan que vaya a haber un muerto«. Un forma de alerta, al menos, inquietante.
La referencia a las muertes tiene que ver con las declaraciones que hizo Elisa Carrió. La diputada, y referente de Cambiemos, pidió estos días no reprimir “porque están buscando muertos”. El recuerdo de lo que pasó con Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, en 2002, cuando murieron luego de la represión policial en el Puente Pueyrredón, está todavía fresco en la memoria política argentina. Ese hecho desencadenó el final de la presidencia de Eduardo Duhalde, y nadie quiere un hecho similar.
En ese contexto, Larreta se posiciona, junto a Carrió, entre las “palomas” de Cambiemos. A pesar de que antes del traspaso de la Policía adelantó que iban a frenar los piquetes, ahora asegura que “no se puede llegar al corte cero de un día para el otro”.
Sectores de la oposición, en tanto, se lamentan de que el Gobierno haya logrado llevar la discusión hacia la problemática de los cortes de calle. “En lugar de hablar de la pobreza, hablan de los piquetes, y ahí suben en las encuestas”, reconocen por lo bajo. Sí, otra vez las encuestas.