Pasaron 15 días desde el ya célebre «reperfilamiento» de las obligaciones de corto plazo que propuso el Ministro de Economía Hernán Lacunza. A contramano de los objetivos buscados, la medida generó una mayor incertidumbre que derivó en la implementación de controles de cambio (cepo) para personas jurídicas y límites a la adquisición de dólares de personas físicas.
En el medio, se incumplió en el pago de deuda denominada en pesos (decretando un default selectivo según las calificadoras de riesgo) y se generaron incontables dificultades en la cadena de pagos. Un escenario que ni el más acérrimo opositor hubiese anticipado.
Los depósitos privados acumulan una caída de casi el 30% post PASO, con retiros -al 10/09- por 9.678 millones de dólares. Si bien el dato es preocupante, lo «alentador» es que el ritmo se viene desacelerando.
Si los días posteriores al anuncio de las medidas económicas los depósitos llegaron a caer por encima de los 1.000 millones de dólares por día, el último dato muestra que esa cifra se redujo más de un 80%, a un nivel de 154 millones para el último martes.
A río revuelto ganancia de pescadores
El control de cambios implementado abrió la puerta a ciertos “arbitrajes” y en la city porteña hicieron honor rápidamente al refrán. La segmentación del mercado de cambios generó una multiplicidad de tipos de cambio que algunos aprovecharon, al menos por unos días.
Quienes querían sacar sus dólares de la argentina mediante el mercado de capitales llegaron a pagar un dólar de $66 y esta demanda fue abastecida por muchos ahorristas que compraban en el oficial y vendían por bolsa haciéndose una jugosa diferencia sin riesgo.
El Banco Central, junto a la Comisión Nacional de Valores decidió echar arena en los engranajes del “rulo” (así lo bautizaron en la jerga) imponiendo plazos mínimos de tenencia con el objetivo de desalentar esta operatoria. El resultado inmediato fue la ampliación de la brecha cambiaria existente hasta entonces.
No deja de sorprender a propios y extraños ver a una gestión tan adepta a los preceptos del libre mercado enredada en el galimatías de una regulación que es retocada periódicamente para intentar tapar “agujeros”, pero como se sabe, más tarde o más temprano la realidad se impone.
No obstante, el esquema vigente muy probablemente le permita al Gobierno atravesar el camino que conduce a las elecciones generales de octubre con un dólar (oficial) más estable, aunque las inconsistencias a futuro se siguen acumulando.
PyMES, empresas y provincias, en dificultades.
Un punto significativo son los problemas que han encontrado muchas PyMEs en hacer frente a sus pagos mensuales, dada la reprogramación dispuesta en las últimas semanas. No pudiendo disponer de los fondos previstos, muchos empresarios tuvieron que posponer compromisos, entre ellos el pago en tiempo y forma de sueldos y contribuciones.
En otro orden de magnitudes, grandes empresas comienzan a experimentar obstáculos para cumplir cabalmente con sus obligaciones. Por ejemplo, el miércoles pasado la empresa IRSA debía depositar el pago de un título de deuda y si bien la empresa cumplió con su parte, el dinero (los dólares) nunca llegaron a los acreedores en el exterior porque la empresa encargada de cursar los pagos entiende que bajo la nueva normativa cambiaria ya no es posible realizarlos.
En el orden provincial, y si bien el Gobierno Nacional demora el envío al Congreso del proyecto de renegociación de la deuda, muchos ya dan por hecho una seguidilla de incumplimientos de las obligaciones en dólares emitidas oportunamente. ¿Si Nación no consigue los dólares, cómo los conseguirán las provincias?
A esta altura, resta augurar que las medidas de “control de daño” dispuestas funcionen y que la crisis cambiaria no contagie al sistema bancario, que por el momento se encuentra sólido en sus parámetros. Por lo pronto, estabilidad cambiaria y merma en los retiros de dólares constituyen un punto de partida insoslayable para empezar a encontrarle un piso a esta situación de tanta incertidumbre económica.