Las primeras peleas aparecieron en 2008, cuando Carrió presentó la denuncia por asociación ilícita contra Kirchner y compañía. Siguieron compartiendo alianzas, pero los egos y vanidades no les permitieron remontar la relación. La pelea bonaerense de 2017 promete sumar más tensión.
Hace tiempo que la relación no funciona bien. De hecho, hay quienes dicen que nunca se profesaron amor mutuo. Elisa Carrió y Margarita Stolbizer llevan una década compartiendo protagonismo en la política argentina, incluso siendo aliadas, pero ese vínculo acumula más traspiés que satisfacciones. #BORDER se sumergió en los recuerdos y encontró por lo menos seis razones que permiten entender el porqué de una relación tan tirante.
La asociación ilícita. Hoy son las dos mayores exponentes de la lucha contra la corrupción, pero fue precisamente ese mismo tema el que generó un quiebre en la relación. Corría el año 2008, cuando Lilita decidió denunciar a Néstor Kirchner, Julio De Vido, Lázaro Báez y Cristóbal López, entre otros funcionarios y empresarios (más tarde incluyó a Cristina), por haber montado una asociación ilícita en torno a la obra pública. A pesar de que sus partidos compartían un interbloque en la Cámara de Diputados, Margarita decidió no acompañar la denuncia. La tensión fue tal que Juan Carlos Morán, en ese entonces diputado del GEN de Stolbizer (hoy subsecretario de Interior), decidió ser uno de los firmantes desoyendo la orden de su jefa política.
En esa época, venían de competir juntas en las elecciones de un año antes, en las que fundaron la Coalición Cívica, también junto al socialismo. Carrió salió segunda como candidata a la Presidencia, mientras que Stolbizer consiguió el mismo puesto peleando por la gobernación bonaerense, aunque sacando 10 puntos menos que Lilita en la Provincia (compartió votos con De Narváez).
Yo acuso, tú acusas. Hoy, los lilitos se remiten a la anécdota de 2008 para quitarle mérito a las denuncias de Margarita. Incluso se mofan del flamante libro que publicó la líder del GEN. Se titula “Yo acuso” y es un documento sobre el esquema de corrupción en la era K. Argumentan que gran parte del mecanismo allí relatado surge de las denuncias que Carrió y sus laderos presentaron durante el momento de mayor fuerza del kirchnerismo.
Desde las filas de Stolbizer, siempre respondieron con la diferencia de estilos y destacan que Margarita siempre denunció con pruebas concretas. Y recuerdan que dos grandes temas de la corrupción K, que lograron prosperar, fueron motorizados por ella: el escándalo Ciccone donde quedó ensuciado Amado Boudou, y el de Hotesur, por el que Cristina Kirchner está siendo investigada.
La semana pasada, Carrió estuvo invitada a la presentación del libro de Margarita. No fue, pero mandó una salutación. “Quiero hacerles llegar mi alegría porque se sigan sumando investigaciones que nos permitan develar la verdad sobre la matriz de saqueo que gobernó al país durante doce años”, expresó, en los que algunos creyeron ver un dejo de ironía.
Feria de vanidades. En el fondo, fueron los egos los que impidieron que la relación prospere. Incluso en 2007 los compañeros de campaña cuentan que el vínculo entre ellos dejaba mucho que desear. Ambas rompieron con el radicalismo para armar su propio partido, siempre como figuras excluyentes. Y en ese sentido, la posibilidad de opacarse mutuamente siempre fue un riesgo.
Las presentaciones de Margarita contra Cristina, en el último tiempo, llevaron a que la ex presidenta la denunciara y la tratara de “burra”. “Prefieren que me tilden de burra y no de chorra”, respondió, veloz, la diputada. Cerca de Carrió se preguntan, con saña, por qué CFK nunca la denunció a ella, con la cantidad de dardos que le tiró en los últimos años. «A Carrió no se le anima», dicen.
Incluso, la propia Carrió ahora pone en un segundo plano las causas contra la ex presidenta. Así lo expresó en el sillón de Susana Giménez, el domingo último, cuando dijo que nunca le gustó hacer denuncias hacia atrás, contra los que ya no tienen poder. Y pidió “justicia”, pero no “venganza”. De todas formas, reconoció que Margarita le parecía una “buena dirigente”.
El diálogo político. Las diferencias que quedaron expuestas en 2008 no impidieron que para 2009 las dos formaran parte del Acuerdo Cívico y Social, frente electoral que armaron con el radicalismo. Cada una jugó en su territorio y casi no se cruzaron. Las veces que Carrió fue de campaña a la provincia de Buenos Aires lo hizo acompañando a Ricardo Alfonsín, que iba segundo en la lista. Ni siquiera estuvieron juntas en el set donde se sacaron las fotos de campaña. El resultado del espacio fue promisorio, casi empatando con el kirchnerismo a nivel nacional, aunque tanto en Capital como en provincia los resultados fueron menores a los esperados.
El problema surgió poco tiempo después. Como reacción ante el resultado electoral, el ministro del Interior de Cristina, Florencio Randazzo, convocó al diálogo a los partidos de la oposición para armar una reforma política. Fueron todos, menos Carrió. Y la consecuencia fue el primer cimbronazo político en un espacio que venía sintiéndose triunfador. Lilita ya había criticado también a Alfonsín por mostrarse en un acto en Chascomús con De Vido. Y Margarita había salido al cruce en favor del radical. Un año después, el Acuerdo Cívico se terminó de romper.
Des-UNEN. En 2011, le tocó a Margarita quedar mejor parada que Carrió en las elecciones (sacó el 1,8% en la general). Sin embargo, el resultado fue calamitoso para toda la oposición. Eso obligó a replantear las estrategias de cada a 2013, y hacer caso a los reclamos de unidad en la oposición. Así se creó UNEN (en la provincia se llamó Frente Progresista) con todos los partidos que formaron el Acuerdo Cívico y también Proyecto Sur, de Pino Solanas.
Una vez más, el resultado fue alentador, lo que llevó a sus dirigentes a lanzar el frente a nivel nacional en 2014, con las presidenciales de 2015 en la mira. Allí volvieron a compartir escenario, aunque bien separadas. Junto a ellas estuvieron Ernesto Sanz, Julio Cobos, Hermes Binner y Pino, entre otros.
La estrategia de ampliar el espacio al macrismo, postura que defendió Carrió casi desde un principio, volvió a generar otro divorcio. Stolbizer, como es de esperar, estaba en la vereda opuesta y defendía la potencialidad de UNEN. Al final, Carrió compitió en las PASO de Cambiemos (sacó el 2,3%) y Stolbizer lo hizo por su cuenta (3,5%), con los socialistas. De todas formas, terminó festejando Carrió, con el triunfo de Mauricio Macri.
Massa y el futuro. El nuevo escenario político volvió a marcar las diferencias entre las dos dirigentes. Margarita se acercó al massismo, y así logró tener mayor trascendencia política (ya no sólo por las denuncias de corrupción). Pero Carrió ya venía desde la campaña de 2015 criticando en duros términos a Massa. Esta semana volvió a la carga, y lo vinculó con Ibar Pérez Corradi, el narcotraficante y ex prófugo acusado de ser el autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez, entre otros delitos. “Así no se hace política, construyendo desde la destrucción del adversario», retrucó Stolbizer. Y aseguró que “generalmente las denuncias de Carrió apuntan adonde deben ir, pero a veces hace una cosa demasiado genérica, mete a todo el mundo en la bolsa, lo ha hecho con dirigentes radicales, del PRO, con el socialismo”.
Para 2017, Lilita y Margarita planean ser candidatas por la provincia de Buenos Aires, una compulsa que promete construir un capítulo más en su conflictiva relación. Ahora ambas intentan bajar la confrontación y brindar palabras de distante respeto y apacible conciliación. En la arena del conurbano, tal vez el año que viene vuelvan a verse las espinas.
