El jefe de Gabinete fue el funcionario de mayor rango en recibir hasta ahora a una organización del colectivo GLBT. De la tensión a la risa. El fantasma de un apoyo a Scioli, los despidos y la ley antidiscriminatoria. Lo que se prometió y lo que se reclamó. Recelos con Bullrich.
La agenda de los derechos humanos es un territorio complejo para el gobierno de Cambiemos. Sea por prejuicios ideológicos, por acciones concretas de la administración en desmedro de banderas de los sectores sociales o incluso por incómodos alineamientos políticos de sellos del activismo social con el kirchnerismo o con la candidatura de Daniel Scioli, el contacto parece de alta precaución. Se vieron esas reservas en la demorada reunión de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo con Macri, que previamente tuvo escala en la Jefatura de Gabinete, no sin reproches. Ahora fue el turno del colectivo gay para desandar ese camino.
El jueves pasado, a las 16, Marcos Peña, el jefe de Gabinete, abrió la puerta de su despacho en la Casa Rosada para recibir a la cúpula de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), la organización más democrática y de representación nacional en la lucha por la defensa y ampliación de los derechos de la comunidad gay.
Y la misma que, no sin fuertes discusiones internas y críticas externas, había decidido declarar un apoyo político explícito y en contra de Mauricio Macri, previo al balotaje que lo llevó a la Presidencia. Tal vez, la decisión más controversial de la FALGBT desde su conformación para impulsar y conseguir la aprobación de la ley de Matrimonio Igualitario, en un camino en el que siempre se había aprovechado de su composición política diversa y respetado la pluralidad de opiniones políticas internas. A diferencia de otros sellos de la comunidad gay, la Federación tiene llegada nacional y una mesa de partidos políticos con representación de todo el arco político, desde la izquierda, el MST, el Movimiento Evita y el FpV hasta la Coalición Cívica de Elisa Carrió y el mismo PRO.
La reunión con Peña significó el acceso al más alto escalón del Gobierno, hasta ahora, para la comunidad gay y, posiblemente, un paso previo obligado a una reunión con Macri. Allí estuvieron la presidenta la FALGBT, Marcela Romero -militante y líder de la ong trans ATTA, integrante de la Federación; el vicepresidente Esteban Paulón, socialista y actual subsecretario de Políticas de Diversidad Sexual de la Provincia de Santa Fe; y María Rachid, quien fuera legisladora porteña por el kirchnerismo y ex vicepresidenta del INADI durante la primera presidencia de Cristina.
A Peña lo acompañaron Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos; Marisa Nasimoff Frescó, subsecretaria de Promoción de DDHH; Pedro Robledo, subsecretario de Juventud y Diego Borisonik -pronto a ser- director nacional de Políticas Integrales de Diversidad Sexual.
“Piter” Robledo, de amistosa relación con Rachid, fue parte de la mesa política de la FALGBT en representación del PRO, hasta asumir su cargo nacional y delegar ese lugar en Damián Martínez Naya.
Comienzo tenso
La reunión en el despacho en Casa Rosada comenzó con una novedad: mientras realizaban la primer foto protocolar, funcionarios y activistas comentaban la primera detención de uno de los neonazis acusados de agresiones físicas, destrozos y un sinnúmero de hechos discriminatorios en Mar del Plata, incluídas una brutal golpiza contra un joven gay y amenazas en un boliche. El tema ya había sido tocado con Avruj, quien fue de los primeros funcionarios macristas en contactarse con la Federación.
Con el temario en mano, la tensión creció. Rachid fue la voz cantante en los reclamos más ríspidos, según varias fuentes detallaron a #BORDER. Reclamos imaginables como la violencia institucional contra trabajadoras sexuales y el colectivo trans en general, se sumaron a la represión en protestas, las críticas al protocolo antipiquetes, los despidos generalizados y la controversial detención de Milagro Sala, un temario que la FALGBT viene denunciando desde enero.
Avruj fue el encargado de ofrecer el primer compromiso de “trabajo en conjunto” y puso a disposición “una línea directa y rápida para responder inmediatamente ante casos concretos” de violencia contra travestis y transexuales.
Rachid logró ese punto importante. Y a pesar de la tensión de las críticas, desde el Gobierno valoraron la predisposición de la militante K que, según ellos, hasta esbozó un gesto de aprobación a ciertas iniciativas que el macrismo había impulsado en la Ciudad. “Del apoyo a Scioli no se dijo nada”, deslizaron de un lado de la mesa. “Borrón y cuenta nueva”, coinciden del otro.
“Los despidos en la gestión fueron observados como una preocupación, pero no se ahondó en el tema”, dijo otra fuente a #BORDER. En la FALGBT hay más que preocupación. Los despidos por mail en el INADI afectan su órbita gravitante y se comunicaron -”mal”, según su perspectiva- tiempo después de que el interventor Javier Buján los recibiera y sostuviera que no habría despidos en su área.
Pero las críticas, no explicitadas en la reunión, se centran en la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien reemplazó a Pablo Fracchia, militante de la FALGBT pero también del Movimiento Evita, por Mara Pérez Reynoso, que milita con Bullrich hace años y a la que las voces más K de la comunidad, le sindican poco apoyo a la propuesta de ley Antidiscriminatoria. Curiosa misiva ya que el nombre de Pérez Reynoso tomó estado público al ser la primera funcionaria nacional trans. Pero también era la vicepresidenta del espacio de Bullrich cuando, como diputada y presidenta de la comisión de Legislación Penal, cajoneó el año pasado esa propuesta. Internas de la diversidad. La FALGBT, de hecho, ya salió al cruce de otros activistas gays -“más adeptos a criticar en redes que a trabajar por algo concreto”, describen desde la FALGBT- que cuestionaron que una organización gay se reuniera con una autoridad del gabinete de Macri. La respuesta fue contundente.
La desconfianza a Bullrich, al menos, ya no sería un escollo. El propio Robledo confirmó a #BORDER que “el eje central de este año (en materia de diversidad) es avanzar en con el bloque (oficialista) en la ley Antidiscriminatoria”. Y es el compromiso fundamental que los activistas recibieron de boca de Peña. Esa consigna fue el principal reclamo de la última Marcha del Orgullo porteña.
La reunión se distendió al profundizar en la agenda legislativa. La FALGBT le acercó cerca de 20 proyectos de ley al jefe de Gabinete. Además de la bandera comprometida, hubo propuestas como la ley integral trans, contra la discriminación en el acceso al empleo y el acoso escolar.
Además, le presentaron dos documentos: el informe Orgullo en el trabajo, que la FALGBT desarrolló con apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Plan de Ciudadanía sobre diversidad, una propuesta de política pública que la FALGBT elabora desde 2010 con auspicio de la ONU. Este último intenta ser un impulso a la creación de institucionalidad para la diversidad sexual. El cargo santafesino de Paulón -quien como tal ya
había tenido contactos con otra ministra dependiente de Peña: Carolina Stanley, de Desarrollo Social- fue uno de sus mayores logros y el activismo salió esperando inminentes novedades de puesta en marcha del área en la que Avruj oficializará a Borisonik. Como el plan tiene propuestas para todos los ministerios, el jefe de Gabinete alentó a los activistas a concertar reuniones en las áreas específicas que deseen.
Rápido de reflejos, el socialista Paulón aprovechó para solicitar apoyo nacional para un programa de inclusión integral trans que comenzará a implementar, también con apoyo de Naciones Unidas, en Santa Fe.
Y logró que Peña hasta se sacara una foto para avalar la campaña de ONU “Discriminación cero”. Al fin y al cabo, el slogan, al menos, tiene reminicencias en el estilo PRO de promesas comunicacionales como “pobreza cero”, que el propio Peña elucubró.
Ya en el final de la reunión, el jefe de Gabinete reafirmó que el Gobierno continuará apoyando las actividades de las organizaciones y la comunidad lgbt en general, como la Marcha del Orgullo.
Pero en la mesa de su despacho, quedaba una propuesta de ley más. La miró y dijo:
Ah. Y así, al pasar, me tiran la ley de Aborto -con una mueca de picardía.
Bueno, ahora que la relación con el papa no es tan buena, quizás era un momento oportuno para aprobarla -le replicaron.
Unos y otros se rieron. Previsores, ese proyecto había sido presentado el día anterior en el Congreso. Risas fueron la primera reacción cuando desde la Federación empezaron a hablar con políticos del matrimonio igualitario. No hay que olvidar que gay power significa, también, el poder de la alegría.