El pase de un intendente «no alteran la suma o capacitad de fortaleza que tiene el Frente para la Victoria, no sólo ahora sino para afrontar el escenario electoral del año 2015», atacó ayer bien temprano el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en su habitual rueda de prensa. En clara alusión a la conversión renovadora del intendente de Merlo, Raúl Othacehé. Y remarcó la mayoría que ostenta el partido del poder en el Congreso y en las provincias. Fue, sin duda, una frase dicha con bronca, y con el respaldo que le dio al kirchnerismo la conducción en pleno del PJ en Santa Teresita.
Allí, en la Costa, el peronismo dio otra muestra más de unidad durante el congreso partidario dejando en claro la necesidad de que «el próximo presidente sea peronista» y expulsando bien lejos a Sergio Massa, el principal enemigo político del oficialismo.
Es que, mal que le pese a Cristina Kirchner, Massa mantiene una mejor intención de voto en las encuestas; más que cualquiera de los posibles candidatos del FPV. Incluso que Daniel Scioli, a quien la Presidenta no quiere, pero que cada vez recibe más muestras de apoyo de los integrantes del Gabinete. Justamente fue el Gobernador de Buenos Aires quien dejó entrever sus ganas en Santa Teresita: «Yo ya expresé mi voluntad, me encuentro en la madurez de mi carrera política», repitió casi como un mantra, al igual que lo hacen sus voceros y ministros con calculada periodicidad.
Todos los compañeros que se reunieron en el congreso partidario habían aprendido bien el libreto: «En estos dos años hay que dedicarse a gobernar», indicó José Luis Gioja, gobernador sanjuanino que luego se reunió a solas con Scioli. «Los que van por fuera del partido son de vuelo corto», cerró, en otro dardo dedicado a Massa. Y Capitanich lo castigó nuevamente hoy a la mañana al pedirle que «ratifique o rectifique lo que algunos de sus voceros han planteado sobre la necesidad de reducir un 10 por ciento los salarios».