La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un compromiso aprobado por los 193 Estados miembros de la organización de Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2015, establece una serie de objetivos clave para abordar desafíos globales.

Entre los puntos centrales figuran la erradicación de la pobreza extrema, el impulso de un crecimiento económico inclusivo, la creación de ciudades sostenibles y la reducción de la desigualdad. Además, la agenda busca mitigar los efectos del cambio climático y prevenir desastres naturales.

La agenda es considerada por la ONU como una «guía de referencia para el trabajo de la comunidad internacional», está compuesto por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales abarcan 169 metas y 231 indicadores.

Su enfoque se basa en principios de justicia social y ambiental, con un llamado a que todos los países, sin importar su nivel de desarrollo, asuman responsabilidades compartidas pero diferenciadas. Según señalan desde la ONU, la Agenda 2030 tiene un enfoque civilizatorio, poniendo la dignidad y la igualdad de las personas en el centro del desarrollo global.

En esa línea, rechaza los viejos paradigmas de cooperación donde unos países donan y otros reciben ayuda, y promueve una alianza para el desarrollo basada en la participación activa de todos los Estados miembros.

La decisión de Milei 

En este contexto, fue que el presidente Javier Milei, en el marco de la cumbre del G20 en Brasil, decidió no respaldar estos principios en el documento final que firmo. Por primera vez desde que Argentina forma parte de la organización, el gobierno se desmarcó de varias de las cuestiones vinculadas a la Agenda 2030. 

Mediante un comunicado oficial, la administración libertaria señaló: «El Gobierno Nacional firmó la declaración de presidentes disociándose parcialmente de todo el contenido relacionado con la Agenda 2030». 

Además, señalaron que los puntos específicos que Milei rechazó, entre ellos, la «promoción de la limitación de la libertad de expresión en redes sociales«, la imposición de esquemas de gobernanza global y el trato desigual ante la ley.  

También, se mostró contrario a una mayor intervención estatal en la lucha contra el hambre, sosteniendo que «la solución está en correr al Estado del medio». Para el gobierno libertario, el sistema de cooperación internacional está «en crisis» y necesita una actualización. 

Por su parte, el mandatario libertario propuso un modelo económico basado en la desregulación de la actividad económica, el libre mercado y el intercambio voluntario de bienes y servicios, alineándose con un capitalismo de mercado sin restricciones. El rechazo de Milei a la Agenda 2030 subraya su visión particular sobre la intervención del Estado y su apuesta por un modelo económico más orientado al mercado.