Se trata de los pacientes del Hogar Color Esperanza de Ramos Mejía, que regresaron a la institución después de permanecer internados en distintas instituciones de salud en una situación tremenda. Volvieron con lesiones en la piel, infecciones, algunos bajaron hasta 7 kilos, otros convulsionaron porque se les dio la medicación sin consultar con la siquiatra tratante y otros llegaron con retrocesos psíquicos. La historia deja al desnudo que el sistema no está preparado para las personas con discapacidad que, según nuestra Constitución, tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano.