La fecha clave es la primera semana de diciembre de 1981. En la edición correspondiente a esa fecha de la revista estadounidense People, que por aquel entonces tiraba la friolera de tres millones de ejemplares cada siete días, Tina Turner contó su verdad de su divorcio con Ike Turner. La cantante, “la mujer que le enseño a bailar a Mick Jagger”, había sido, durante gran parte de la relación que tuvo con su ex, víctima sistemática de violencia de género y abusos sexuales. En una época en la que los femicidios recibían la denominación eufemística de “crímenes pasionales”, hacer una denuncia como la de Tina requería la valentía de una pionera. Un adjetivo calificativo que le calza como anillo al dedo.
Leé también: Daniel Grinbank: Una vida de película
La escena descripta es uno de los clímax de Tina, el documental sobre La Reina del Rock & Roll de poco menos de dos horas dirigido por Dan Lindsay y T. J. Martinque, que se puede ver en la plataforma de streaming HBO Max tras su estreno en el Festival de Cine de Berlín en 2021. La propia Tina, la actriz Angela Bassett, Oprah Winfrey, el periodista Kurt Loder y el manager Roger Davies, entre otros, cuentan su ascensión, caída y súper resurrección, apoyados por un material de archivo excepcional, que contempla shows en vivo de todas sus épocas, videos hogareños, sesiones de fotos y apariciones en televisión. Todo eso hilvanado por el audio original en cassette de la entrevista citada anteriormente: un documento que no deja de impresionar, más allá de que se conozca la historia con mayor o menor grado de profundidad.
Pero también, más allá de los sufrimientos de Tina, está la música. Y ver y escuchar a la Tina Turner de los años 60 es someterse a un huracán, tanto en su voz (pocas mujeres han tenido ese caudal en su garganta para ejecutar un alarido o entonar con un swing único, producto de su formación eclesiástica) y sus pasos de baile de los que, sí, Jagger (y también James Brown y Michael Jackson) tomaron debida nota. Escuchar hoy “River Deep Mountain High” (donde Phil Spector desplazó a Ike Turner en la producción de un disco que debió haber sido un hit y, de manera incomprensible, fue un fracaso), el cover de “Proud Mary” de Creedence Clearwater Revival o, más acá, “What’s Love Got to Do with It”, conmueve a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad.
Leé también: The Crown: Mucho ruido y muchas nueces
Y, con tanto material tan bueno, la única falla del documental es que no se ahonde un poco más en lo musical. Contar que la canción “Private Dancer”, que tituló su monumental regreso en 1984, estuvo compuesta por Mark Knopfler de Dire Straits y no incluirla en el montaje, lo mismo que hitazos de los 80 como “What You Get Is What You See” o “I Don’t Wanna Lose You”, dejan con sabor a poco a quienes crecieron con esa figura como faro. O sea: hablamos de una mujer a la que también David Bowie y Bono le cedieron temas inéditos. La imagen de la premiación de los Grammys con colegas como Grace Jones o Cindy Lauper, ambas en la cresta de la ola, festejando el premio a Tina, refuerzan esta opinión.
Una autobiografía que se encaminó derechito a ser best seller. Una biopic. Un musical en Broadway. Un feliz nuevo matrimonio. Su leyenda musical, que no deja de agigantarse todavía hoy en su retiro. Todo eso, y más, y una Tina harta de tener que responder, una y otra vez, sobre su pasado con Ike. Muchas veces el machismo y la prensa amarilla van de la mano, y las imágenes que se ven al respecto son contundentes. Por suerte, la propia Tina Turner es más grande que eso, y todos los tributos que recibió y recibe en vida (acaba de cumplir 83 jóvenes años el pasado 26 de noviembre) así lo demuestran. Tina, el documental, se suma a estos merecidos tributos.
Además: