Escuelas con chicos que se abrazan, que sienten que son escuchados y tienen tiempo para relajarse y meditar. Con paredes repletas de color y carteles con frases como: “En esta clase disfrutamos aprendiendo”. “Aquí celebramos el éxito del otro” y “Nosotros nos esforzamos por mejorar”. Y donde sus maestros aseguran que es importante pararse frente al aula con una mirada más sensible y empática hacia cada uno de sus alumnos. Así son los establecimientos que aplican la metodología Yomu, creada por la argentina Cynthia Zak (casada, mamá de Marlon, 25, Allegra, 23 y Satya, 11).
¿Cómo diferenciar el conflicto entre pares con el bullying?
“Nací y crecí en Córdoba y hace hace veinticinco años me radiqué en Miami. Allí tuve un diario y me convertí en maestra de yoga. Yomu (que une las iniciales de yoga y música y forma una palabra que en japonés significa ‘una mirada diferente de la realidad’) surge de mis inquietudes espirituales: me acerqué a la enseñanzas del Sr. Gurdjieff, practiqué el sufismo, el hinduismo, el yoga y el budismo… Investigué estos caminos y llegué a la conclusión de que todos dicen y llevan a lo mismo: la felicidad plena se logra viviendo más conectados, con valores y con la armonía de poder escuchar al otro y ser empático. Bueno, el día que sentí esa felicidad me propuse mantenerla toda mi vida y transmitirla a los demás”, nos cuenta Cynthia desde Medellín, donde entrena a 70 profesionales de la salud y de la educación que quieren aplicar la metodología a sus pacientes y alumnos.
Los destinatarios de tu metodología son los chicos, pero apuntas a los adultos, ¿por qué?
Porque todo empieza por los adultos: primero hay que aplicar Yomu en maestros, educadores, padres. Se trata de un sistema muy sencillo que nos permite encontrarnos con el presente y con nuestra respiración y los latidos del corazón. Así nos empezamos a transformar desde adentro. La transformación es para todos, no sólo para los que practicamos yoga, meditamos o hacemos mindfulness.
¿Qué diferencia tiene Yomu con el mindfulness tradicional o el yoga?
Aquí la columna vertebral es la música. La música es la llave de todo, conmueve, te hace llorar y reír. No hay otro sistema de mindfulness para trabajar con niños que tenga música. En lo personal, empecé tímidamente y terminé dando clases de yoga con música a más de 400 chicos por semana en Miami. Ya pasaron diez años desde que me puse a entrenar a otras maestras, e hice un manual y un primer libro. Comencé a buscar canciones y al no encontrar nada diseñado para la respiración y el movimiento, armé un equipo de músicos y cantantes y grabamos el primer disco. Hoy ya tenemos tres libros y más de 90 canciones.
¿Realmente pensás que una canción o una frase positiva pueden ser tan poderosas?
Absolutamente. Una afirmación que diga “yo elijo la paz” transforma. Tengo testimonios constantes de lo que digo. Doy fe que con esta terapia se reduce la ansiedad. Las maestras que la aplican aseguran que redescubren la felicidad que les da brindar clases y que se encuentran con aulas más tranquilas y alumnos más concentrados y respetuosos. Es indispensable usar estas técnicas porque son muy sencillas… Sólo hay que cantar y modificar la manera en que nos miramos.
Según la OMS, trastornos como la depresión ya se reportan en chicos de cinco años. ¿Por qué pensás que en pleno siglo XXI se dan estos problemas? ¿La tecnología tiene algo que ver?
Obviamente que sí. Los chicos hoy se encuentran más conectados con la tecnología que entre ellos. Esto se suma a una sociedad consumista y competitiva a tope. Y ojo que no se trata de prohibir: la tecnología es una realidad y hay que fluir con ella. Sí necesitamos darles herramientas para que el niño expuesto a un video de Youtube o a un juego de Internet, pueda saber cuándo parar, qué sucede de verdad y distinguir entre la realidad y la ficción. Es fundamental que logre discernir entre sus sentimientos y lo que le genera lo que está viendo.
¿Yomu puede ayudar a disminuir episodios de bullying?
Sí. Los maestros dicen: “Los chicos están muy agresivos”, pero ¿cuán agresivo es ese maestro consigo mismo? Para evitar el bullying yo hago un trabajo muy puntual con los adultos y el espejo. Tiene que ver con cómo me veo, cuánto bullying me hice a mí mismo cuando me miré en él y cómo soy de amoroso, cuidadoso, respetuoso. Si me critico ferozmente, no me perdono nada ni me acepto. Porque ahí salgo a la calle y soy una máquina de bullying. Un docente que se mira al espejo de esta manera crea una energía horrible. El bullying empieza ahí, son energías muy sutiles que impactan directamente en el otro. Según cómo nos percibimos nos paramos frente a los chicos.
¿Este sistema ya se aplica en las escuelas de forma sistemática o son clases especiales que se dan esporádicamente?
Se aplica en cientos de escuelas, de toda Latinoamérica y Europa, y de diferentes maneras. En Argentina también hay colegios públicos y privados que ya lo usan. Estamos y existe. Claro que hacen falta políticas públicas. Veo cómo esta metodología lo cambia todo.
¿Cómo pueden hacer los padres para acercar a sus chicos a este tipo de metodologías?
Los padres deben ser los primeros en experimentar Yomu, no teórica sino vivencialmente. Para acompañar a mis hijos en esto necesito vivirlo. Así podré ayudarlos a que, al mirarse en el espejo, participen en este pensamiento positivo. Estamos viendo una emergencia y debemos actuar.
¿Vas a venir a capacitar adultos acá?
Claro. El 6 y 7 de julio vamos a estar de 9 a 17 horas en el hotel Cyan, de Recoleta. No hace falta hacer yoga ni meditación para convertirse en un couch Yomu. La inscripción es por mail hola@YOMU.love o pueden contactarme por mi Instagram: Cynthia_zak.
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