«Cómo ser mujer» y «Teoría King Kong» encaran la problemática de la mujer desde un lugar más descontracturado, sin caer en la literatura de ghetto y con sanas ambiciones de ser best sellers.
Cuenta la leyenda que el desaparecido escritor de ciencia ficción estadounidense Kurt Vonnegut era un aficionado a la pintura. Por eso, un día decidió incluir en uno de sus paseos a un museo a uno de sus nietos. Parados frente a un cuadro, el niño le preguntó a su abuelo cómo se daba cuenta de que la obra en cuestión era buena o mala. Y el abuelo, sabio como pocos, le respondió: “Cuando veas muchos cuadros podrás saber cuándo uno es bueno o malo”. El mismo razonamiento que Vonnegut tuvo con su nieto se puede aplicar a los varones de clase media, blancos y heterosexuales en función al feminismo: cuando más lean acerca de este movimiento que por definición los excluye, más podrán entender acerca de los pedidos y reivindicaciones que tienen las mujeres al respecto de su vida cotidiana.
Entonces, que mejor que ensanchar y abrir sus cabezas de la mano de dos libros: Teoría King Kong de la francesa Virginie Despentes y Cómo ser mujer de la inglesa Caitlin Moran. ¿Y por qué estos dos libros? Porque ambas encaran una visión que podemos denominar “feminismo pop”. Esto es: sin renunciar un ápice a los reclamos históricos y actuales de género, Despentes y Moran encaran sus trabajos con un talante desprejuiciado y simple, deudor a sus formaciones rockeras (Despentes supo cantar en una banda de hip hop gala y Moran fue redactora del desaparecido semanario musical británico Melody Maker). Y las dos tienen claro que lo suyo no es literatura de nicho, sino que aspiran a ser best sellers, lo logran, y de esta forma hacen que su mensaje llegue al mayor número de lectores posible, sin que esto sea visto como “venderse” o “transar”, esos dos verbos ligados a una autenticidad nula y que están tan pasados de moda en pleno siglo XXI.
Si bien los dos libros están narrados en primera persona y son autobiográficos, más allá del estilo hay diferencias significativas entre Teoría… y Cómo… Tanto Despentes como Moran asumen las tradiciones de sus países de nacimiento, con un análisis más sesudo por parte de la francesa y un costado humorístico digno de Monty Python o Peter Sellers por parte de la inglesa.
Despentes es más dramática, y tiene con que, en función a la violación que sufrió a los 17 años y de sus experiencias como prostituta a sus veintipico. Moran, por su parte, se corre hacia el costado más cotidiano, al contar su primera menstruación o los motivos por los cuales vale la pena (o no) ser mamá, todo en un tono que al leerlo en voz alta bien puede pasar por un stand up de primerísimo nivel.
Otro porqué desde donde la etiqueta pop les calza perfecta es que no le temen a la polémica. La defensa de la pornografía (la adaptación fílmica del libro Fóllame, de Despentes, fue dirigida e interpretada por actrices y actores porno, y fue censurada), el rechazo por parte de Moran de la “sororidad” al decir que no estará de acuerdo con la imbecilidad de una mujer sólo por pertenecer al mismo género, la analogía que plantea Despentes entre las mujeres y el King Kong de Peter Jackson (1995), el hecho de no ver a los hombres como enemigos naturales y el rescate de íconos musicales esperables (Madonna, Lady Gaga) e inesperados (Lemmy Kilminster) escapan a cierta solemnidad que suele encontrarse en algunos discursos del feminismo del siglo pasado, que quedaron obsoletos en la era de las redes sociales y la hiperconetividad.
“Acompañar sin molestar y sin querer robar protagonismo”: en #BORDER ya intentamos reflexionar hace poco más de dos años acerca de cuál debe ser el rol del varón ante el #NiUnaMenos y el #VivasLasQueremos. Sumar un poco de marco téorico siempre es algo bueno, y más aún cuando la lectura invita a la reflexión y a la carcajada. Y mucho más cuando, al leer a Moran en el tren, una chica con su pañuelo verde en la mochila esperó que mi mirada se cruce con la de ella para levantar el pulgar en señal de aprobación por mi libro. Esas pequeñas victorias son las que harán que las diferencias entre mujeres y hombres comiencen a cerrarse, y a que mejoremos como sociedad. ¡Vivan las chicas!