No sólo son los hombres quienes están decididos a defender con armas a Ucrania de la invasión de las tropas rusas al mando de Vladimir Putin iniciada el 24 de febrero. Las mujeres ucranianas, ciudadanas comunes que jamás habían tomado un arma antes, también están determinadas a hacerlo y no dudan en alistarse en las unidades de defensa territorial, cargarse un fusil en los hombros y arriesgar sus vidas para enfrentar al enemigo.
Maestras, profesionales de marketing, diputadas, modelos, abogadas, cuyas ocupaciones hasta hace poco eran entregar un informe a tiempo, corregir tareas o coser el uniforme de los niños no dudan en responder al llamado de su presidente Volodimir Zelensky que ofreció armas a todo aquel que quiera defender al país. El único requisito: tener entre 18 y 60 años.
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Es así que se las puede ver apostadas en las calles de distintas ciudades del país, con gorros de lana, abrigos y el arma colgando, de todas las edades, listas para la acción. Tienen miedo, pero más miedo les da quedarse en su casa esperando sin hacer nada.
“Ahora todo lo que amo necesita ser protegido”, escribió días atrás en su Instagram la diputada Kira Rudik al compartir una serie de imágenes probando el arma que aprendió a usar, una metralleta Kalashnikov, mejor conocida como AK-47.
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La diputada de 36 años aseguró que “no permitirá que los rusos se queden con su país” e invitó a miles de mujeres a unirse a la lucha. “Cada uno de nosotros debe tomar las armas y cumplir con su deber. No porque no haya hombres alrededor, sino porque podemos. Y lo haremos”, dijo la funcionaria a quien puede verse en posteos anteriores -cuando una ofensiva militar rusa en la capital Kiev resultaba poco creíble- posando con stiletos y abrigos fashionistas, mostrando su rutina de pilates o enviando un saludo navideño.
Zoryana, 29 años, dentista de Kiev, es otra de las tantas mujeres ucranianas a las que el jueves 24 de febrero les cambió la vida. De la noche a la mañana pasó a formar parte de la Defensa territorial ucraniana que, se calcula, reúne a más de 130.000 voluntarios (entre hombres y mujeres). Después de llevar a sus padres y a su hijo a un lugar seguro cerca de la frontera, sintió que tenía que hacer algo. «Vi que repartían armas y no me resistí a defender a mi gente», relata a RTVE.es con una mirada cansada de no haber dormido en toda la noche.
Ella quiso volver a la capital para defender su ciudad. «Las noches ya no existen», explica con voz extenuada. «Pero estoy dónde tengo que estar. Estoy tranquila porque estoy cumpliendo con mi deber».
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Otra cara visible de este coraje es la de la modelo Anastasiia Lenna, ganadora de dos concursos de belleza en su país, Miss Grand Ucrania 2015 y Miss Supranational Ucrania 2016. Aunque en su caso no se trata de una improvisada ya que durante años formó parte del ejército ucraniano. La modelo mostró en sus redes sociales de qué manera se entrenó para luchar contra la invasión rusa y alentó a las mujeres alistarse para pelear por sus familias y su país. “Rusos fuera de aquí”, afirmó la influencer tras compartir las imágenes del combate. Al igual que la diputada Kira Rudik, Anastasiia le pidió a las mujeres que se queden en Ucrania y combatan al enemigo. Les suplicó que no escapen del país sino que tomen las armas y salgan a la calle a combatir contra los soldados rusos.
Algunas llevan preparándose meses, entrenándose los fines de semana en bosques o fábricas abandonadas en las afueras de distintas ciudades, con una temperatura de 6 grados bajo cero, utilizando armas de madera, réplicas de rifles kalashnikov. Como Mariana Jaglo, de 52 años, empleada de marketing y madre, que pagó 2000 dólares para obtener un fusil de caza ucraniano mientras lo muestra en el living de su casa al lado de su gatito. “No mataré a la gente -asegura- pero protegeré a mi hogar”. Ella recibió entrenamiento para manejar un arma, patrullar, tender emboscadas, cómo interactuar con unidades de combate. “Somos muchas mujeres- afirma-, en primer lugar somos madres, lo que una mujer puede hacer para proteger a su familia ningún hombre lo puede hacer, se podría decir que somos una fuerza aterradora”.
Estas brigadas de defensa territorial conformadas por ciudadanos civiles y patrocinadas por el gobierno no surgieron ahora, funcionan desde hace ocho años cuando la debilidad militar de Ucrania quedó en evidencia durante la anexión de Crimea por Rusia. La defensa civil ya se utilizó en la guerra contra los separatistas pro rusos. Pero en el último tiempo ha crecido su poder de convocatoria. El objetivo es crear una fuerza de resistencia que sirva de disuasión para los invasores, que complique sus planes.
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Resulta inevitable pensar que hasta hace poco estas mujeres tuvieron que contener el miedo de sus hijos ante una pandemia mundial, apuntalarlos en una cuarentena eterna y difícil, sostenerlos, consolarlos, acompañarlos. Y cuando la amenaza del virus comienza a ceder, otra vez ellas tienen que endurecerse para protegerlos, huir con ellos a un país fronterizo o refugiarse con ellos en los subterráneos de la ciudad, pasar la noche allí, tratando de no contagiarles el miedo, de alivianar la carga de tanto horror. Y muchas de ellas, además, salen a luchar.
¿De dónde sacan tanta fuerza? “Desde el año 2014 estamos siempre en guerra y sabemos que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento”, explicaba días antes de la invasión, Tatiana Kolbayenkova una ucraniana profesora de español en una entrevista a Antena 3.
Margot, habitante de las afueras de Kiev, coincide con ella. “Ocho años de conflicto en el Donbass (la región separatista del país) han curtido a la población”, explicaba al medio Veinte minutos. “Nosotros tenemos algo que no tienen los rusos motivación. Estamos defendiendo nuestra tierra, nuestro pueblo, no pensamos vivir bajo la ocupación de nadie, mucho menos bajo la de Rusia”.
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