La idea de que Sergio Massa sea una suerte de superministro se planteó sobre la mesa el 5 de junio último horas antes de anunciar el alejamiento del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Massa siempre tuvo claro que su rol de mediador entre Cristina Kirchner y el presidente sumado a su experiencia de gestión y sus buenas relaciones con el Fondo Monetario le daban la seguridad del que puede poner condiciones ahora que el gobierno tambalea en internas y crisis económica.
Sus condiciones fueron manejar poder real, es decir no tener sólo el cargo de Ministro sino el manejo de las áreas sensibles de la economía y la Producción para evitar los doble comandos que diluyen la toma de decisiones.
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Por eso pidió -entonces y también en la negociación que se desarrolló esta última semana de julio- poner a economistas de su confianza en la Aduana, Afip, Banco Central y Banco Nación.
El plan contaría con el visto bueno de la vicepresidenta que siempre tiene que aprobar sus consultas y por estos días se muestra más abierta a las sugerencias con la mirada puesta en el 2023.
«Cristina sabe que si a Alberto le sigue yendo mal no hay 2023 para nadie», reflexionó la fuente consultada.
Desde el regreso de Sergio Massa al kirchnerismo tuvo que enfrentar la desconfianza de propios y ajenos que ven sus movimientos de alianzas con recelo.
SIn embargo, cada espacio en el que colocó referentes del Frente Renovador fueron de los que más repercusiones mediáticas tuvieron. Desde Aysa, manejado por su esposa, la dirigente Malena Galmarini las noticias de obras públicas hasta el Enacom dirigido por su ex vocero Claudio Ambrosini.
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La visibilidad es, en el kirchnerismo así como en el massismo un tema central. El famoso relato es el que mandó en la época de crecimiento K.
Hoy por hoy, el gobierno de Fernández sólo comunica su enojo con los medios y errantes inauguraciones de obras públicas.
Ante el caos parece crecer el consenso en el gobierno en favor de que Massa sea una especie de superministro.
El rumor de nombramiento que difundió Clarín en las últimas horas del miércoles pudo haber surgido de una filtración de información de la reunión de gobernadores convocados en Olivos para el no anuncio.
Es decir, con el único objetivo de informar los cambios que se avecinan. El «cambio de agenda» sobre la marcha habría generado el enojo de varios mandatarios que, cansados con la costumbre presidencial de citara reuniones adonde no se informa nada concreto dejaron trascender el plan que se terminará de delinear el próximo fin de semana.
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