Que sí, que no, que blanco, que negro… Finalmente, y por más que hasta el presidente Alberto Fernandez lo haya desmentido horas antes de su implementación, el llamado “dólar soja” es una realidad. De este modo, el Poder Ejecutivo intentará lograr que el campo liquide los granos que tiene en estos momentos guardados en silobolsas y le entren a sus arcas al menos 20 mil millones de dólares. Una cantidad de dinero que se mantiene retenida como consecuencia de la profunda crisis cambiaria y que aumentaría las reservas del Banco Central, que disminuyen día a día. Pero, ¿en qué beneficia y en qué no el “dólar soja” a los productores? ¿Es un remedio definitivo o un paliativo momentáneo?
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Iván Ordoñez es economista (UBA) especializado en agronegocios. Es director del Director del Posgrado en AgTech de la Universidad del CEMA (UCEMA) y co-autor junto a Sebastián I. Senesi del libro Campo: el sueño de una Argentina verde y competitiva (2015). También suele escribir para la página web Seúl sobre temas agropecuarios. Por lo tanto, es una voz más que autorizada para hablar del tema. A él le preguntamos sobre este nuevo dólar paralelo, y esto fue lo que le dijo sobre el tema a #BORDER.
“El incentivo es real y genera una mejora frente a la situación anterior. Pero se encuentra con tres problemas. El primer problema, que es el más importante de todos, es que para que esa mejora sea real en serio el precio de la soja tendría que caer bastante al mismo tiempo de que el peso no se devalúe más. Y se tendría que confiar en el sistema financiero argentino. Esa sería la forma real de que se le pueda sacar provecho a esta medida, y que se vea una mejora importante en los números. Para un productor agropecuario son dos supuestos fuertes, ya que son personas que desconfían mucho tanto del gobierno como del sistema financiero argentino”, dice Ordoñez.
¿Y cuál sería el segundo problema? “El otro componente que es muy importante es que el agro, o sea, cualquier productor agropecuario, entiende que entre el desdoblamiento cambiario y las retenciones le están comiendo, o, términos de ellos incautando o robando una parte muy importante del producto de su trabajo. Repito: es verdad que hay una mejora frente a la situación anterior. Pero no es una mejora comparativa contra el dólar financiero, que es lo que ellos ven todos los días. Entonces, todo este quilombo lo que hace es mejorarles el precio de la soja en veinte dólares, o sea un diez o un doce por ciento dependiendo que precios y qué tipo de cambio tomes. En un horizonte donde va a haber una devaluación mucho más grande, la verdad es los tipos dicen ‘Me mantengo en mi posición y veo como sigue todo’. Y en ese horizonte la propia medida es la que te marca el problema, porque te dice que es hasta el 31 de agosto. La pregunta es que pasa el 1º de septiembre. Y es complicado”, afirma Ordoñez.
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Por último, Ordoñez señala la última dificultad que le nota al denominado “dólar soja”. “El tercer problema que le encuentro a la medida es que es muy difícil identificar al productor agrícola al cual hay que hacerle todo esto. Porque las retenciones no las pagan los productores agrícolas, sino que las pagan los exportadores, quienes después, en el momento de la liquidación, le trasladan el impuesto al productor agrícola. Entonces va a ser muy difícil identificar de quien es el grano que se vendió y que tipo de contención le corresponde a esa persona. Es un tema operativo que no es menor”, afirma, con la convicción de alguien que conoce y estudio el tema.
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