Eduardo Sotelo es profesor de Educación Física y experto en ayudar a las personas con autismo a integrarse a juegos, a hacer educación física y a mover el cuerpo. En esta charla, nos da algunas claves de cómo lograrlo con nuestros hijos.
– ¿Cuáles son las herramientas posibles para que nuestros hijos aprendan a jugar? ¿Qué hace que a los chicos con autismo les genere más dificultades conocer las reglas de un juego?
– Hay que entender que las reglas de un juego, como las reglas de un deporte, son sistemas de normas sociales. Por ende, si tenemos chicos que tienen desafíos en decodificar esas normas sociales, que en un deporte están escritas pero uno no va al reglamento a ver de qué se tratan, se empieza a complejizar. Y si encima no solamente tienen desafíos en decodificar eso que está pasando socialmente, sino también si no lo decodifico bien me pongo nervioso, y si me pongo nervioso empiezo a autorregularme…
A veces, tiene que ver con lo que llamamos vulgarmente hiperactividad, y con esa cuestión de querer correr y trepar para poder sentirse más tranquilos y seguros. Otros chicos se desconectan en base a sus obsesiones, otros tienen estereotipos. Son mecanismos para protegerte de un contexto que es hostil.
– En esas circunstancias, que muchos tendemos a retarlos, es lo peor que podemos hacer en un punto. Porque eso es lo que les permite tranquilizarse…
– Sí. Y todos hacemos eso. Todos en algún momento utilizamos esos mecanismos. Algunos hasta terminan fumando, otros toman mucho mate, otros realizan deportes extremos, otros realizan deporte. Todos tenemos ese procesamiento sensorial, ese perfil que tiene cada uno de nosotros, solamente que en los chicos, al tener un nivel de estrés un poco más alto, por esas habilidades que desarrollan un poco más lento, tardan un poquito más, o necesitan apoyos para estar autorregulados, prestar atención y después aprender.
Porque si uno todo el tiempo está en alerta, es como el dolor de muela: si a vos te duele constantemente, no prestas atención a lo que te están diciendo o a tu alrededor, querés resolver tu dolor de muela. Y eso es lo que les pasa a los chicos y chicas cuando con apoyo los autorregulamos y empezamos a generar un vínculo positivo. Porque encima es otro punto: si yo no confío en la persona que no tengo al lado, que no es que no confío: básicamente, no me hace de puente para poder comunicar lo que me pasa, y de repente poder solucionarme un problema. Es lo que sucede muchas veces en las escuelas, en distintos contextos, que los chicos no confían en la persona que lidera ese espacio.
– ¿Cómo hacer del recreo un lugar atractivo para un chico con autismo, que no se quede en un rincón? Porque ahí empieza todo
– 100%. Son esos momentos que nos acordamos de nuestra infancia. Recreos, jugar con amigos en la plaza, las vacaciones. Lo que pasa con el juego y el movimiento es que están emparentados con la pérdida de tiempo, no se les termina de prestar tanta atención hasta que nos vinculamos con chicos con desafíos en el desarrollo, y encontramos que esos momentos son super importantes para poder vincularse con otros chicos.
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Para que sea un acceso y contexto accesible para todos y todas, tenemos que pensar en tres cualidades: la accesibilidad física, sensorial y cognitiva. También hay que entender que los recreos son momentos de descanso. Conocer a ese chico y saber a dónde vamos a exigir o si puede dar un poquito más en el recreo, también es fundamental. Pero si necesita regularse, trabajar desde lo sensorial en el contexto para que se pueda regular es importante.
– ¿Cómo se da cuenta un papá que no le gusta jugar con el hijo, o que no lo hizo nunca, cuál es el juego que tu hijo puede jugar?
– Sacando tus expectativas y mirando a tu hijo en ese momento. No hay otra forma. Y haciendo que él inicie las interacciones. A veces lo que pasa es que los chicos tienen poquitos recursos y necesitan tal vez más de algunos tratamientos, o que se capaciten los pares para empezar a engancharlos, para que te presten atención, para que te miren a los ojos, y para empezar a generar esos primeros círculos de comunicación. Se empiezan a dar jugando de la forma más básica: revoleándolos, haciéndoles cosquillas. Si los chicos son hipersensibles, haciendo movimientos un poquito más lentos.
Pero los mismos juegos que jugábamos con nuestros padres son los que le llaman la atención a ellos. Las normas de un juego las creamos nosotros todo el tiempo. Muchas veces lo que nos sucede es que queremos imponer juegos que ya sabemos, cuando los chicos por ahí nos están proponiendo otro juego.
– Los chicos en general son muy visuales. Si vos les pones un pictograma, o les hacés una marca en la pared, o los dejas que pinten algo, les va a llamar más la atención. ¿Qué podemos hacer en el piso para generarles un circuito, para que el nene se acostumbre y vos le puedas contar al profesor de Educación Física del colegio: esto lo hizo?
De lo que vos quieras que haga el chico o la chica, tiene que identificar qué es lo qué tiene que hacer; cómo; dónde; y cuándo termina esa actividad. Si vos estas jugando con un chico a la mancha y se te va a otro espacio, y vos no le dijiste que era en el patio… Le tenés que dar información sobre eso. Los números, los colores, a veces tiene que ver con animales que les guste. Depende el momento de desarrollo de cada uno: hay chicos que comprenden colores, hay chicos que ya saben los números, las letras, que le apasionan los dinosaurios, Pokémon. Utilizar los gustos e intereses de los chicos es super importante.
– El juego grupal: me invita una mamá del colegio a la casa o quiero generar la visita de un amiguito. ¿Qué hago?
Ahí tenemos dos cuestiones. Si hay una psicopedagoga trabajando para que aprendan los colores, los números, a leer y a escribir, ¿por qué no hay un profe para enseñarles a jugar? Si vos te pones a ver, profesores de educación física hay desde los 3 hasta los 17 años. A los 3 empiezan con juegos de persecución, en la primaria hacen iniciación deportiva, y en la secundaria o escuela intermedia, lo que hacen es jugar deportes. Ese es el modelo de desarrollo que va desde el juego social al deporte grupal. El fútbol, que es un deporte de invasión, en su base es un deporte de persecución. Tenés que quitar un objeto al otro ingresarlo en un aro. Pero si vos no entendés el juego de persecución básica, después no vas a poder entender un deporte como el fútbol.
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En Aprendiendo a jugar, conocemos a los chicos, pensamos los apoyos, les enseñamos juegos y después entran a un grupo. Porque cuando ingresan a un grupo con otros chicos, y saben a qué vana jugar, tienen una relación positiva con el profesor y el único desafío es la interacción con otros chicos.
– ¿Llevas un grupo de chicos con autismo a una plaza? Yo lo primero pienso es: se te van todos, se te rajan.
– Ahora estamos en el Parque Chacabuco y en el Parque 3 de febrero. Hemos ido a Rush, el lugar de puentes de camas elásticas en Monte Grande y en Pilar. Fuimos con 35 chicos. Y no es que nos cerraron el lugar para nosotros. Participaron y estuvieron bien. Hemos ido a eucatigre, a lugares de puentes colgantes. Me he llevado grupos de chico a Córdoba en avión. El tema muchas veces es qué apoyo te das, y si ese proceso es coherente con lo que los chicos pueden y vos les vas enseñando lo que realmente necesitan aprender, eso es fundamental. Para que estén en grupo, se necesita ciertos prerrequisitos.
– ¿Cuáles son esos prerrequisitos?
– Atención, obediencia y permanencia. Pero no implica que sean robotitos. Hago que me preste atención, después le exijo un poco de obediencia y después le pido un poquito de permanencia, que en realidad la logro con las dos primeras. Si no tenés esos prerrequisitos, estás todo el tiempo corriendo atrás del chico. Siempre hay que ir de lo más simple a lo más complejo. Trabajando con los intereses, con lo que él puede en ese momento, e ir construyendo un camino coherente hacia cuestiones mas complejas.
– Nosotros a veces estamos a la defensiva. Lo llevo al colegio y quiero saber qué está pasando ahí adentro. Pero soltar esa necesidad de controlarlo, o ese miedo que tenemos a que lo dañen, la mayoría de las veces genera que se produzcan estos otros vínculos, que haya una nena o un nene que lo agarre de lo mano, que lo lleve, y esos son los vínculos que valen porque son los que salen del círculo familiar. Tengamos confianza en que nuestros hijos solos se las pueden también arreglar. Esa es la manera en que empiecen a construir estos vínculos.
– Le diría lo mismo a los docentes: cuando nos llevamos chicos de campamento a las colonias de verano, siempre vienen familias por primera vez que tuvieron malas experiencias, y cuando llevamos al chico de campamento, muchos de esos chicos nunca durmieron fuera de su casa. Es fundamental que las familia confíen en nosotros, darles información, abrazarlas. Muchas veces están a la defensiva porque muchas veces se topan con barreras. La lucha de ustedes es difícil porque luchan contra muchas barreras del propio sistema en el que vivimos. También, del otro lado es importante poder acompañarlas.